viernes, 25 de febrero de 2022

Brótola

 Mi madre está en la cola del pescado

cuando mi tío pega a los abuelos 

y mi padre se pelea con el vecino.

Pide la vez y mi hermano se separa,

los niños lloran, el mar suelta un revuelo,

en la arena se dibuja una silueta que es canto,

el paisaje casi no sufre cambio alguno.

 

Mi madre pide el precio de las brótolas

y mi hermano se pela, mi hermana disrumpe,

mi padre conquista la ausencia de un invernadero,

hay en el campo un color de vendimia, un color

de algo que hubiera podido plantarse, justo

en el momento en que yo me bebo la tinta

de los árboles crecidos cuando yo era solo cántara.

 

Mi madre está a la cola del pescado cuando somos

hienas y mimbres y en nuestro corazón brotan los

insectos de vidas heridas por la miel de un faro

que no alumbra más que la piel de un ternero.

 

Yo soy algo que invade los territorios y algo que

al mismo tiempo deja espacio para que vengan

los deciles y las hierbas de las que comen los veleros.

Yo soy algo que sopla para no llegar a parte alguna.

 

Alguna vez me he visto en la boca de los jóvenes,

viento que basta y a sí mismo se desborda.