martes, 24 de mayo de 2022

El éxtasis del oro

 



A Ennio Morricone

Como el agua en la gruta entra el sonido,

llega a la planicie donde reposa, coge aliento

y se lanza al durazno, rodea su brisa, descansa

y desbocado se dirige al mar de la belleza.

 

Del revólver de la vida salen pentagramas,

y estos se enrollan, desfilan como la hierba,

suenan a paso y silencio, tienen boca y mesura

y el borbotón medido del temor a lo áureo.

 

Dame música pistolero, dame luz de agua,

abre tu cabeza y saca el estómago del trino,

saca el coyote, destapa tu botella de mujeres

y esboza la banda sonora de mis recuerdos.

¡Alerta, aviso, cuidado!

 


¡Aviso! ¡Cuidado! Un hombre se emociona

con el himno-nublo de Espatraña,

se le hace la piel hileras, levanta su boca-

bocina con la emoción tiesa de los girasoles.

 

¡Alerta roja, alerta! En ningún periódico hay

realidad; la vida es la noticia, la vida, la vida, la vida

y la vida no es el equipo, no es la familia, no es la nación,

la vida es la rosa, el árbol que crece torcido

en la oscura bandera del cerebro y cae serrado

de sí mismo, por el peso-augurio de su letra.

 

¡Socorro, abismo, socorro! Una reunión de insectos

se emociona con la ruina-sanguijuela y grita gol

mientras se anaranja el cielo equilibrado

y da sus primeros pasos la manzana.

 

Hay un secreto en cambio, ¡secreto, secreto!

Crece igual el lirio con el agua de Zanzíbar

que con la lágrima de un pájaro del Calistro,

¡Insisto! Lo mismo da la sombra bosquimana

que la de la estatua de la cuidad manchega.

 

Hay una herida, una calumnia, una tijera

en todos los ojos que transitan,

¡Cuándo verán que lo bello es lo desconocido,

es decir, ellos, es decir: alerta, aviso, cuidado!

lunes, 9 de mayo de 2022

Sobre la naturaleza de la luz

 


La luz anda.

Se pasea igual por la manzana del árbol que por la idea

que la azada bina.

 

La luz tose.

Sin cálculo se lanza igual sobre la pierna de la anciana

que sobre ti amor, sobre ti.

 

Qué cuerda la de la luz,

igual toca el violín que abandona los escenarios y en 

su bolsillo se recluye.

 

La luz respira.

Cada pomelo de su vista mira el esparcimiento

donde verse acostada.

 

La gravedad es la luz.

Todo lo empuja su calor lejano que toca la brisa

con su abrazo inmenso.

 

La luz se viste

y se va de fiesta y el paso singa, y la esquina

quiebra para vernos.

 

La luz se agota,

parpadea, sobre las rocas duerme la siesta de los giros,

arde su azor y se levanta.


Jaula



Soy prístino y diabólico,

lugano escondido en una hoz de voces,

el fuego que quiere el agua que quiere el frío

que quiere el brasero del alto hielo.

 

La familia es una jaula

hecha con los huesos y los vuelos

de alegres pajarillos;

entre tales barrotes estampo mi canto

que suena como un mar de alas;

de alpiste y agujas me nutro

y a diario renuevan mi bebedero

en el cual ponen reproches y tocino.

 

Desean mis brazos territorio:

salir, salir, salir, salir intacto,

pero la familia es la guerra acostumbrada,

las minas explotando en felices naderías.

Antes eras un pájaro   ̶ me dicen.

Antes eras un oso, un brinco, un concierto,

ya no suenas como antes, no trinas, no saltas

ni cazas salmones con tu zarpa verdadera.

 

Por eso soy batalla y alucinógeno,

animal de mil cabezas mordido por terneros,

herido por las gotas del mar ahora borrado,

secuestro, secuestro de mí, ¡secuestro, secuestro!

 

Escucha bien lo que te silbo:

La familia es una jaula

hecha con los picos y los sueños

de alegres pajarillos.

Pájaro

 



Tantas veces me despierto junto a los pájaros

que a menudo me pregunto si no seré uno de ellos,

metido en la jaula humana de la vida,

obligado a andar y a ser piedra y volunto.

 

Me asomo a la ventana y junto a ellos canto

la luz que en las nubes se refleja, el día que

está a punto de alzarse y romperse en mi boca:

pico que de tanto asustarse ya solo murmura.

 

Hay un aire aún valioso a primera hora de la maraña,

un aire de ala predilecto del vuelo,

en su corriente se desliza mi pulmón y mi pluma

y el grito enfurecido de mi encierro surge.

 

Ningún lobo chilla desde el perfil de mi ventana,

solo el ave de mi arteria,

el pájaro más pequeño capaz de anidar en un ojo,

el ojo más nimio capaz de habitar un susto que vuela.

 

Invento a estas horas cómo será el amanecer,

si las raíces alumbrarán la farola del día

o será de noche toda la vida y yo canto

incesante lo que nunca llega,

lo que una vez escuché en los barros de los libros.