Ahora me he convertido en La Muerte, Destructora de Mundos.
Bhagavad-Guitá
Querido ser que te afanas en allanar montes,
en reubicar ríos y en tapar la boca sangrante
de los insectos, que conviertes el frío en cautela
y muy de madrugada buscas casi todo lo que
no eres ni serás ni habrás sido nunca,
querido y pobre ser que lloras y ríes perdido
en esta locura redonda y amarilla que llamas
levantarse, que rezas a la memoria y al delirio
y matas con el miedo del rencor y los disfraces.
Querido ser, para y observa durante un siglo al
menos el color de las caléndulas, la luz del
agua al retirarse, el pecho del mirlo, el sonido
de las piedras que sobre sí mismas dispones.
Hay en tu rastro todavía una vela tensada
que te lleva a ese olvidarse necesario, mira
en los signos de los manglares, come la bruma
del laberinto que de ti has hecho, solicita
cobijo en los nidos de las oropéndolas, huye
de ti hasta perderte de vista, grita tu nombre
hasta olvidarlo, invita a quienes encuentres
a rechazarte, sal de tu humilde sopor, recorre
el pasillo de espejos del candil de la historia
y arremángate lo bastante el cerebro para huir.
Querido ser, imparable destructor de mundos,
mil soles no te bastarán para iluminar tu cara,
elige esta tarde, hoy, este ridículo instante,
date prisa, humano, llegó la hora de descansar.