
darse la vuelta
y vivir en su útero,
porque no crecerá en su espacio
una sucesión de moléculas
que le digan: mamá.
Y es feliz, no se crean,
sólo que, y últimamente
con más frecuencia,
llora porque vive con el cuerpo
en las nubes,
porque se le ha negado
una barriga cósmica
en torno a la cual
giren los objetos,
porque en el vientre
luce una hermosa
cicatriz.
En cambio, la mayor parte
del tiempo
sonríe
y cuando
sonríe
las estrellas juegan a la comba
y la madera del sofá se vuelve violín
y en los tendales, el viento toca
la música de los desiertos.
Sí, pues claro que llora
pero cuando sonríe,
Dios mío, la tierra se abre
y empiezan a salir amapolas de su sien,
y el mar danza su aluminio con la caña
y hay un no sé qué de pan en los trigales,
un no sé qué de luz en la guerra.
Si pudiérais verlo,
en serio,
cuando sonríe
le sale musgo a la ciudad
y las macetas discuten con pétalos de risa
y yo tengo que llorar hasta quedarme
dormido porque cuando sonríe
los hules hablan con las cortinas
y la noche se abre como si
la luna enseñara su teatro
y entiendo el hermoso lenguaje
de las ratas.
Algo así como
si cuando sonriera
pariera el mundo
su propia
maternidad.
Tus poemas son como esas miradas que se pierden en los trigales o en los viñedos, hay un vaivén tenue y una contenida nostalgia que no explota nunca.
ResponderEliminarPedro,que belleza de poema, que sutil y delicado... Me quito el sombrero.
ResponderEliminarMe ha gustado la luz que le has dado a tu blog, emana vida, futuro.
Un abrazo muy grande para los dos. Cuidaos,eh!!
Hasta Pronto.