Con efecto mundial de vela que se enciende,
el prepucio directo, hombres a golpes,
funcionan los labriegos a tiro de neblina,
con alabadas barbas,
pie práctico y reginas sinceras de los valles.
Hablan como les vienen las palabras,
cambian ideas bebiendo
orden sacerdotal de una botella;
cambian también ideas tras de un árbol, parlando
de escrituras privadas, de la luna menguante
y de los ríos públicos! (Inmenso! Inmenso! Inmenso!)
Función de fuerza
sorda y de zarza ardiendo,
paso de palo,
gesto de palo,
acápites de palo,
la palabra colgando de otro palo.
De sus hombros arranca, carne a carne, la herramienta florecida,
de sus rodillas bajan ellos mismos por etapas hasta el cielo,
y, agitando
y
agitando sus faltas en forma de antiguas calaveras,
levantan sus defectos capitales con cintas,
su mansedumbre y sus
vasos sanguíneos, tristes, de jueces colorados.
Tienen su cabeza, su tronco, sus extremidades,
tienen su pantalón, sus dedos metacarpos y un palito;
para comer vistiéronse de altura
y se lavan la cara acariciándose con sólidas palomas.
Por cierto, aquestos hombres
cumplen años en los peligros,
echan toda la frente en sus salutaciones;
carecen de reloj, no se jactan jamás de respirar
y, en fin, suelen decirse: Allá, las putas, Luis Taboada, los ingleses;
allá ellos, allá ellos, allá ellos!
(Imagen de Juan Manuel Ugarte Eléspuru)
domingo, 29 de diciembre de 2013
sábado, 28 de diciembre de 2013
jueves, 26 de diciembre de 2013
Llamamiento
Poetas de zumo en el pecho
asomaos ya a la ventana,
no es el tiempo de decir:
es la flor la vulva de la primavera,
ni tampoco:
de buena gana saltaría el amarillo,
no es el tiempo.
De cósmicas
legañas, poetas,
traspasad la
cerámica transparente
y sed sinceros:
ha salido tan inteligente el niño
que no te extrañe que sea
terrorista,
todos los colores, todos,
cada vez se parecen más al gris.
También yo quiero
estos gritos:
no hay nada como cinglar los pétalos
y hacer remolinos con el verde,
la velocidad del camino
es mi propia velocidad,
la voz del arroyo llena mi oído
de estalagmitas.
En cambio, digo a
toda costa:
manipulada está la manipulación,
mienten mentiras los mentirosos,
de ser tan pacífico tengo en el
punto de mira a las azoteas.
Hoy no me acosté con la carne
por vuestra culpa,
hoy no me di cuenta de la luna
por vuestra culpa;
por vuestra culpa
no escribo tantos
poemas
de amor.
Vamos a romper las alambradas
con tanta poesía,
las vamos a romper de libertad
y saldremos intactos
de nuestros nichos.
¡Lo dicho!
¡Mirad, poetas,
mirad!
martes, 24 de diciembre de 2013
CUENTO DE NAVIDAD de Vladimir Nabokov
Se
hizo el silencio. La luz de la lámpara iluminaba despiadadamente el
rostro mofletudo del joven Anton Golïy, vestido con la tradicional
blusa rusa campesina abotonada a un lado bajo su chaqueta negra,
quien, nervioso y sin mirar a nadie, se disponía a recoger del suelo
las páginas de su manuscrito que había desperdigado aquí y allá
mientras leía. Su mentor, el crítico de Realidad Roja,
miraba el suelo mientras se palpaba los bolsillos buscando una
cerilla. También el escritor Novodvortsev guardaba silencio, pero el
suyo era un silencio distinto, venerable. Con sus anteojos
prominentes, su frente excepcionalmente grande y dos mechones ralos
colocados de través sobre la calva tratando de ocultarla, estaba
sentado con los ojos cerrados como si todavía siguiera escuchando,
con las piernas cruzadas sobre una mano embutida entre la rodilla y
una de las lorzas de su muslo. No era la primera vez que se veía
sometido a este tipo de sesiones con sedicentes novelistas rústicos,
ansiosos y tristes. Y tampoco era la primera vez que había detectado
en sus inmaduras narrativas, ecos -que habían pasado inadvertidos
para los críticos- de sus veinticinco años de escritura, porque la
historia de Golïy era un torpe refrito de uno de sus propios temas,
el de El filo, una novela corta que había compuesto lleno de
esperanza y de entusiasmo, y cuya publicación el pasado año no
había logrado en absoluto acrecentar su segura aunque pálida
reputación.
El
crítico encendió un cigarrillo. Golïy, sin alzar la vista, guardó
el manuscrito en su cartera. Pero su anfitrión se mantenía en
silencio, no porque no supiera cómo enjuiciar el relato, sino porque
esperaba, dócil y también aburrido, que el crítico finalmente se
decidiera a pronunciar las frases que él, Novodvortsev, no se
atrevía ni siquiera a insinuar: que el argumento era un tema de
Novodvortsev, que también procedía de Novodvortsev la imagen
aquella del personaje principal, un tipo taciturno, dedicado en
cuerpo y alma a su padre, un hombre trabajador, que logra una
victoria psicológica sobre su adversario, el despreciable
intelectual, no tanto en razón de su educación, sino gracias a una
especie de serena fuerza interior. Pero el crítico encorvado en el
sillón de cuero como un gran pájaro melancólico se empecinaba
desesperadamente en su silencio.
Cuando
Novodvortsev se dio cuenta de que una vez más no iba a oír las
palabras esperadas, mientras trataba de concentrar su pensamiento en
el hecho de que, después de todo, el aspirante a escritor había ido
hasta él, y no hasta Neverov, para solicitar su opinión, cambió de
postura, volvió a cruzar las piernas metiendo la mano entre las
mismas, y dijo con toda seriedad: "Veamos", pero al
observar la vena que se hinchaba en la frente de Golïy, cambió de
tono y siguió hablando con voz tranquila y controlada. Dijo que la
historia estaba sólidamente construida, que el poder de lo colectivo
se advertía en el episodio en el que los campesinos empiezan a
construir una escuela con sus propios medios; que, en la descripción
del amor que Pyotr siente por Anyuta, había ciertas imperfecciones
de estilo que no lograban acallar sin embargo el reclamo poderoso de
la primavera y la urgencia del deseo y, mientras hablaba, no dejaba
de recordar por alguna razón que había escrito a aquel crítico
recientemente, para recordarle que su vigésimo quinto aniversario
como escritor era en enero, pero que le rogaba categóricamente que
no se organizara ninguna conmemoración, teniendo en cuenta que sus
años de dedicación al sindicato todavía no habían acabado...
-En
cuanto al tipo de intelectual que has creado, no acaba de ser
convincente -decía-. No logras transmitir la sensación de que está
condenado...
El
crítico seguía sin decir nada. Era un hombre pelirrojo, enjuto y
decrépito, del que se decía que estaba tuberculoso, pero que
probablemente era más fuerte que un toro. Le había contestado,
también por carta, que aprobaba la decisión de Novodvortsev, y allí
se había acabado el asunto. Debía de haber traído a Golïy como
compensación secreta... Novodvortsev se sintió de improviso tan
triste -no herido, sólo triste- que dejó de hablar de pronto y
empezó a limpiar las gafas con el pañuelo, dejando al descubierto
unos ojos muy bondadosos.
El
crítico se puso en pie.
-¿Adónde
vas? Todavía es temprano -dijo Novodvorstsev, levantándose a su
vez. Anton Goïly se aclaró la garganta y apretó su cartera contra
el costado.
-Será
un escritor, no hay duda alguna -dijo el crítico con indiferencia,
vagando por el cuarto y apuñalando el aire con su cigarrillo ya
acabado. Canturreaba entre dientes, con cierto tono de asperidad, se
inclinó sobre la mesa de trabajo y luego se quedó un rato mirando
una estantería donde una edición respetable de Das Kapital
ocupaba su lugar entre un volumen gastado de Leonid Andreyev y un
tomo anónimo sin encuadernar; finalmente, con el mismo paso cansino,
se acercó a la ventana y abrió la cortina azul.
-Venga
a verme alguna vez -decía mientras tanto Novodvortsev a Anton Golïy,
que primero se inclinó a saludarle con torpeza para después
erguirse como con altanería-. Cuando escriba algo nuevo, tráigamelo.
-Una
buena nevada -dijo el crítico, dejando caer la cortina-. Por cierto,
hoy es Nochebuena.
Y
se puso a buscar distraído su sombrero y su abrigo.
-En
los viejos tiempos, al llegar estas fechas tú y tus colegas hubieran
estado produciendo a marchas forzadas manuscritos navideños...
-Yo
no -dijo Novodvortsev.
El
crítico se rió entre dientes.
-Es
una lástima. Deberías escribir un cuento de Navidad. En el nuevo
estilo.
Anton
Golïy tosió en su pañuelo.
-En
otro tiempo lo hicimos... -empezó con voz ronca, gutural, pero luego
carraspeó.
-Lo
digo en serio -siguió el crítico, embutiéndose en el abrigo-. Se
puede inventar algo inteligente... Gracias, pero ya son...
-En
otro tiempo -dijo Anton Golïy-. Lo hicimos. Un maestro. Un maestro
que... Se le metió en la cabeza hacer un árbol de Navidad para los
niños. En la cima. Colocó una estrella roja.
-No,
eso no sirve -dijo el crítico-. Es más bien severo para un cuento.
Tienes que darle un perfil más sutil. La lucha entre dos mundos
diferentes. Todo ello contra un fondo nevado.
-Hay
que tener cuidado con los símbolos, en términos generales -dijo
sombrío Novodvortsev-. Tengo un vecino, un hombre muy recto, miembro
del partido, militante activo, y sin embargo utiliza expresiones como
"el Gólgota del Proletariado"...
Cuando
sus huéspedes se hubieron ido se sentó en su mesa y apoyó la
cabeza en su gran mano blanca. Junto al tintero había algo que
parecía un vaso sencillo y cuadrado con tres plumas hincadas en una
especie de caviar de bolas azules. El objeto tenía unos diez o
quince años: había sobrevivido todos los tumultos, mundos enteros
habían caído despedazados en torno de él, pero ni una de aquellas
bolas de cristal se había roto. Eligió una pluma, dispuso una hoja
de papel convenientemente, metió unas cuantas hojas más debajo de
la primera para escribir sobre una superficie más blanda...
-¿Pero
sobre qué? -dijo Novodvortsev en voz alta, y a continuación con el
muslo hizo a un lado la silla y se puso a caminar por la habitación.
En su oído izquierdo sentía un zumbido insoportable.
El
canalla aquel lo dijo con toda la intención, pensó, y como si
quisiera seguir los pasos del crítico fue hasta la ventana.
Tiene
la pretensión de aconsejarme y de avisarme... Y ese tono de mofa...
Probablemente piensa que ya he perdido toda originalidad... Pues haré
un cuento de Navidad... Y entonces, él escribirá: "Estaba yo
en su casa una noche y, entre una cosa y otra, se me ocurrió
sugerirle: Dmitri Dmitrievich, deberías describir la lucha entre el
viejo y el nuevo orden en el entorno de un nevado cuento de Navidad.
Podrías llevar hasta sus últimas consecuencias el tema que
apuntabas de forma tan extraordinaria en El filo,
¿recuerdas el sueño de Tumanov? Ese es el tema al que me refiero
... Y precisamente aquella noche nació la obra que ..."
La
ventana daba a un patio. No se veía la luna... No, pensándolo bien,
sí que hay una especie de brillo que sale de detrás de aquella
chimenea. La leña estaba apilada en el patio, cubierta con una
alfombra reluciente de nieve. En una ventana resplandecía la cúpula
verde de una lámpara, alguien trabajaba en su mesa, y el ábaco
relucía como si sus cuentas estuvieran hechas de cristal de colores.
De repente, en el más absoluto silencio, unos copos de nieve cayeron
del alero del tejado. Luego, de nuevo, un torpor absoluto.
Sintió
el cosquilleo de vacío que siempre presagiaba el deseo y la urgencia
de escribir. En este vacío algo estaba adquiriendo forma, algo
crecía. Una especie de nuevo cuento de Navidad... La misma nieve de
siempre, un conflicto totalmente nuevo...
Oyó
unos pasos cautelosos al otro lado de la pared. Era su vecino que
volvía a casa, un tipo discreto y educado, comunista hasta la
médula. En una suerte de arrebato más o menos abstracto, con una
deliciosa sensación de confianza, Novodvortsev se volvió a sentar a
la mesa. El tono, la coloratura de la obra ya empezaban a tomar
cuerpo. Sólo tenía que crear el esqueleto, el tema. Un árbol de
Navidad: ése era el comienzo. Se imaginó ciertas familias, gente
que en los viejos tiempos había sido importante, gente que estaba
aterrorizada, de mal humor, condenada (se los imaginaba con tanta
nitidez ...), gente que con toda seguridad estaba ahora mismo
colocando adornos de papel en un abeto que habían cortado a
hurtadillas en el bosque. En estos tiempos ya no había dónde
comprar aquellos adornos y oropeles, ya no se apilaban los abetos a
la sombra de San Isaac...
Alguien
llamó a la puerta, un golpe amortiguado, como si se hubiera cubierto
los nudillos con un trozo de tela. La puerta se abrió unos
centímetros. Delicadamente, sin apenas meter la cabeza, el vecino le
dijo: "¿Le importaría prestarme una pluma? Si tiene alguna con
la punta un poco roma, se lo agradeceré".
Novodvortsev
se la dio.
-Muchísimas
gracias -dijo el vecino, cerrando la puerta silenciosamente.
Aquella
interrupción insignificante rompió en cierta manera la imagen que
estaba madurando en su mente. Se acordó de que
en El filo Tumanov
sentía cierta nostalgia por la pompa de las antiguas fiestas. Pero
no buscaba ni quería una mera repetición. Y en aquel momento pasó
por su mente otro recuerdo inoportuno. Recientemente, en una fiesta,
había oído cómo una joven le decía a su marido: "Te pareces
mucho a Tumanov en varios aspectos". Durante unos días se
sintió feliz. Pero luego conoció personalmente a la citada señora
y el tal Tumanov resultó ser el novio de su hermana. Y tampoco ésa
había sido su primera desilusión. Un crítico le había dicho que
iba a escribir un artículo sobre tumanovismo. Había algo que le
adulaba infinitamente en ese ismo y también en la t con la que la
palabra comenzaba en ruso. El crítico, sin embargo, se había ido al
Cáucaso a estudiar a los poetas georgianos. Y, a pesar de todo, no
podía negar que Tumanov le había proporcionado ciertos momentos
agradables. Por ejemplo, una lista como la siguiente: "Gorky,
Novodvortsev, Chirikov..."
En
una autobiografía que acompañaba sus obras completas (seis
volúmenes con retrato del autor incluido) había contado cómo él,
hijo de padres humildes, se había abierto camino en el mundo. Su
juventud, en realidad, había sido feliz. Un vigor saludable, fe,
éxito. Habían transcurrido veinticinco años desde que una aburrida
revista literaria publicara su primer relato.
A
Korolenko le había gustado su obra. Había sido arrestado un par de
veces. Habían cerrado un periódico por su culpa. Ahora sus
aspiraciones cívicas se habían visto cumplidas. Se sentía libre y
cómodo entre los escritores jóvenes que empezaban. Su nueva vida le
satisfacía al máximo. Seis volúmenes. Su nombre era conocido. Y
sin embargo su fama era pálida, pálida...
Saltó
de nuevo mentalmente hasta la imagen del árbol de Navidad y,
bruscamente y sin aparente razón, se acordó del cuarto de estar de
la casa de unos comerciantes, de un gran volumen de artículos y
poemas con páginas de cantos dorados (una edición benéfica para
los pobres) que de alguna forma estaba relacionado con aquella casa,
recordó también el árbol de Navidad del cuarto de estar, la mujer
que él amaba en aquel tiempo, y las luces del árbol reflejándose
como un temblor de cristal en sus ojos abiertos al coger una
mandarina de una de las ramas más altas. Habían transcurrido veinte
años o quizá más, cómo se fijaban en la memoria algunos
detalles...
Disgustado,
abandonó este recuerdo y se imaginó una vez más esos viejos abetos
más bien ralos que, en ese mismo momento, con toda seguridad, se
veían engalanados y decorados con adornos... Pero ahí no había
ningún relato, aunque siempre se le podía dar un ángulo sutil...
Exiliados que lloran en torno de un árbol de Navidad, engalanados
con sus uniformes impregnados de polilla, mirando al árbol sin dejar
de llorar. En algún lugar de París. Un viejo general rememora al
recortar un ángel de cartón dorado cómo solía abofetear a sus
soldados... Pensó entonces en un general que había conocido
personalmente y que ahora estaba en el extranjero, y no había forma
de imaginárselo llorando arrodillado ante un árbol de Navidad...
"Pero,
con todo, ahora voy por buen camino." Dijo Novodvortsev en voz
alta, persiguiendo impaciente un pensamiento que se le había
escapado. Y entonces algo nuevo e inesperado empezó a tomar forma en
su imaginación: una ciudad europea, un
pueblo bien alimentado, cubierto de pieles. Un escaparate
completamente iluminado. Tras él, un enorme árbol de Navidad de
cuyas ramas cuelgan frutas carísimas y en cuya base se amontonan
muchos jamones. Símbolo de bienestar. Y delante del escaparate, en
la acera helada...
Todo
nervioso, pero nervioso con la excitación del triunfo, sintiendo que
había encontrado la clave única y necesaria, que iba a componer
algo exquisito, que iba a describir como nadie lo había hecho antes
la colisión de dos clases, de dos mundos, empezó a escribir.
Escribió acerca del árbol opulento en el escaparate descaradamente
iluminado y del trabajador hambriento, víctima del paro, mirando
aquel árbol con mirada severa y sombría.
"El
insolente árbol de Navidad -escribió Novodyortsev- ardía con todos
y cada uno de los colores del arco iris."
domingo, 22 de diciembre de 2013
Crítica poética: TRES POETAS PORVENIR
Uno de los mejores aciertos de este
libro es el título pues verdaderamente los tres poetas están por
llegar. Mi preferido: Antonio Santo, ahora iré contando por qué;
antes comentaré uno por uno a cada poeta en el orden en que aparecen
en el libro, que coincide además por el orden creciente de cómo me han ido gustando cada uno.
Vicente Drü me cansa porque para un
pesimista como yo, leer a otro triste se me hace muy cuesta arriba.
Los títulos de los poemas son muy pretenciosos (Formaldehído,
Plateau-Repas, Sinestesia, Saturno...), el poeta se encuentra
completamente perdido en el desamor que es tema recurrente en los
poemas y, como está por llegar, por eso tiene algunos, pocos,
momentos de gloria; que coinciden, además, con el desarraigo del
poeta herido, al que se ha hecho daño, por eso su poesía tiene más
fuerza cuanto más dolor posee:
aprender cada día
a odiar lo que te roza
hacer estallar los océanos
solo para que pudieras verlos
desde el espacio
no tengo derecho a permanecer bajo
el mismo techo
que tu raza
Hoy cenaremos
ensalada de aire
por más que me muerdo las uñas,
no consigo comerme los dedos.
Dormir es de débiles
solo se puede desheredar a los
herederos
Cuántas vueltas debería de dar una
piedra
alrededor de un astro
para comprender que no va a ninguna
parte
las esquinas se han puesto tacones
Pablo López
Cortina está más lúcido y más optimista, tiene algunos poemas
bastante buenos que tratan tema social; de todos los que más me
gustan son: He leído miles de libros sobre lo mismo, Personas
y Emergencia. Aunque cuando se pone triste, le puede al propio
Drü:
el hecho de que el Sol
hay salido también hoy por la
mañana
es una falta de respeto hacia mí.
Pero prefiero el
optimismo, los ojos limpios del poeta:
La vida es lo único que existe.
Lo único que Dios no preveía.
Imagina que el mar se pusiera de
acuerdo
gota a gota e hiciera algo.
Eso somos.
Pablo se quita la
venda que mira sólo para uno mismo y se acuerda de los demás:
Hay que estar loco solo a ratos
para escribir poemas que sean
cuerdos,
el cielo es un archivo jpeg y solo
yo me harto
de la luna nueva,
las vidas de mis vecinos han sido
comprimidas
en jaulas zip.
Las ocurrencias las
tiene, de hecho algunas de sus ideas poéticas me parecen
maravillosas y creo que habrían dado para imágenes más potentes,
pero va subiendo el nivel del libro hasta el final cuando llegamos al
poeta que casi ha llegado del todo.
Antonio Santo es el
más joven y el más talentoso. Poemas como: Por todo equipaje,
Dies Irae, Un instante perfecto, Anatomía de un beso o
Imagínate, son lo mínimo que espero yo en un poeta. Se le
nota el músico a Santo y por eso los poemas aguantan el ritmo y
parecen, muchas veces, muy inspirados:
la luz muere de cáncer en la piel
Convirtieron una estirpe orgullosa
en comida
para látigos
Desnudarte es desvestir el infinito
En un beso que valga la pena
se cae,
la tarde me había entrado tanto en
el pecho que mis pulmones estaban hechos de atardecer.
En definitiva, a pesar de no ser grandísimos poetas, el libro se lee
agradable, hay imágenes muy hermosas y te deja esa sensación de que
lo mejor de ellos, de Vicente, Pablo y Antonio, todavía está por
venir.
viernes, 20 de diciembre de 2013
Nosotros
La única diferencia entre Isel y yo
es
nosotros.
En el blanco y negro de la disputa
en el yo más, tú más, yo menos, tú
menos,
en el ahora no te hablo ni yo a ti
tampoco
en las refulgencias vacías de
resplandores
mezclamos la paleta de colores,
sumamos y restamos a la vez,
utilizamos la boca de los ojos
y a plena luz decimos: oscuridad.
La única similitud entre Isel y yo
es
nosotros.
En la absoluta distancia del de
acuerdo,
en el tira la basura, hoy te toca a ti,
en el deja este canal, a mí me gusta
el otro,
en el altísimo bejuco sin pared,
acordamos no acordarnos de la nada,
en forma de cubo nos desenfadamos,
abrimos el libro de las televisiones
y nos dejamos crecer flores en la
espalda.
Isel es yo sin laberintos
y yo soy Isel sin glaciaciones.
La única diferencia entre Isel y yo
es
nosotros.
jueves, 19 de diciembre de 2013
Proposiciones
Ahora que he dejado el tabaco tengo en
mente mil actividades para ir desarrollando; así que lo primero que
quiero hacer es animaros a todos los fumadores a dejarlo; será como
poco un eslabón menos de la larga cadena del sometimiento. Yo probé
con todo: chicles, caramelos, parches, cigarrillo electrónico... y
no me di cuenta de que lo único que necesitaba era voluntad y tener
a la mujer que tengo. Por eso, en vez de leer Dejar de fumar es
fácil si sabes cómo, una y otra vez (sé de fumadores que me
dicen que no lo dejan porque siempre van por la mitad del escrito),
lo único que podéis hacer para dejar la horrorosa tapa de cáncer
es tener a una mujer que os mire con autoritarios ojos y tengáis que
decirle: Isel, este es el último cigarro que me ves fumar;
tirarlo y para siempre. Y esto sería (os lo habíais creído todos)
mentira y puramente literario porque lo que tenéis que hacer, y
ahora no miento, es ir al médico y que os mande unas pastillas que
se llaman CHAMPIX; especialmente no leáis los posibles efectos
secundarios que tienen, todos maravillosos en plan: depresión,
tendencias suicidas... Yo al principio amenazaba con dejar de fumar
pero tirarme, a cambio, por el balcón. Las pastillas son muy caras,
carísimas, pero no tanto como el tabaco; os aseguro que notaréis
los efectos, van poco a poco quitando la adicción; lo pasaréis mal
al principio, lógico, pero en unos días empezaréis a ser
superhéroes: vuestro sentido olfativo se multiplicará por mil en
seguida y también el del gusto con lo que apreciaréis mucho mejor
los aromas del mundo; aunque creía que jamás volvería a escribir,
porque lo tengo muy asociado todavía al hecho creativo en general,
la verdad es que ha ocurrido todo lo contrario: estoy más creativo
que nunca, no paro en ningún momento porque tengo que paliar el
confuso deseo de la drogadicción con cualquier actividad para
sustituirlo; por eso leo más, escribo y dibujo más y en mis clases
estoy mucho más simpático. Pues claro que
estoy comiendo más y pues claro que tengo momentos en los que Isel
me abandona porque ya ha aguantado todo lo posible pero; en general, os
digo y os lo digo de verdad que apreciaréis rápidamente las
ventajas de no fumar, os lo garantizo.
Y dicho esto inauguro dos nuevas
secciones en mi blog, una en la que hablaré de la poesía actual
aprovechando que me estoy poniendo muy pronto al día después de
haber superado dos años difíciles donde he ido creciendo como
autónomo. Hablaré con sinceridad, que falta y mucho. Nada de
amiguismos; tampoco es que vaya a ser duro a estas alturas,
característica que siempre me ha faltado. Pero tampoco voy a
homenajear a cada poeta leído. La poesía está manchada. Se le ha
dejado disparar con cualquier estupidez y se le ha puesto el código
de barras del poema. No sé ni los blogs que hay de poesía ni la
cantidad de poetas que salen a la calle con su pinta de poeta. Ni
creo en los poetas que creen que por nombrar muy a menudo: genitales,
palabrotas... están dando mucha fuerza a su poesía y dotándola de
gran valentía. No estoy en contra de que la gente tenga su blog y
escriba lo que le dé la gana; ni siquiera de que cada cual quiera
publicar su libro si hay una editorial suicida que así lo permite;
lo que ya no me entra en la cabeza es la cantidad de admiración que
se brinda a veces a tantos poetas que no han escrito ni un verso en
condiciones y que, encima, han ganado el XVII Premio NoSéCuál, de
siempre autobombo editorial. Desde que ha desaparecido el colectivo
Addison de Witt, se ha perdido la sinceridad. Sólo se escribe lo
bueno; pues claro que a todos de vez en cuando nos sale el talento y
decimos algo hermoso; pero digamos también lo malo que no pasa nada, pero no nos pasemos tampoco, he visto algún blog por ahí que ya se pasa.
Y también estoy en contra de los poetas que sólo escriben para
poetas, estos son casi peores que los anteriores. Estos acumulan no
sé cuantas condecoraciones en sus vitrinas y no saben ni decirse
porque ya no es su voz la que suena sino que la han adaptado a unos
oídos; los oídos más innecesarios para la poesía que son los del
propio poeta; ese que no eres tú.
Creo en cambio en los poetas que
escriben y nada más; que escriben además para Gema la peluquera y
para Manolo el de los tomates; que se dejan entender; esos que los
poetas muy curtidos llaman poetas menores o de pacotilla. La poesía
debe ser entendida por todos sin rozar el patetismo, esa es la poesía
que yo entiendo y defiendo; y otra cosa, no tiene género la poesía,
no me habléis ahora de poesía tal y poesía cual. La poesía es, en
cada cosa, ella misma. No, es que yo escribo poesía experimental,
poesía de la experiencia, poesía política, poesía genital...
vale, pero esa es la temática de la poesía. Dejémosla ser, sea
ella misma sin más. Por eso, crearé una sección de CRÍTICA
POÉTICA para hablar de lo que me parece sinceramente lo que leo y en
lo que he invertido mi tiempo y mi dinero.
Por otra parte, escribiré también
otra sección que he querido llamar LA POESÍA EN MÍ y que vendrá a
contar cómo he ido viviendo la poesía desde los comienzos,
sirviendo así de pequeño diario y confesión; invitando a todo el
mundo a pasear por ella.
Y, por supuesto, no hay garantía ni de
que empiece con ninguna de las dos pero es algo que me he propuesto.
Espero que lo disfrutéis. O no.
lunes, 16 de diciembre de 2013
Musa
Reúne Isel
la perfecta morfología
de la musa
en su hilvanado saco
de sorpresas.
Me dice:
nada más
quiero para
reyes
y entiendo yo:
reyes quiero para
entonces;
me dice:
dormir a tu lado
es la mejor experiencia
y entiendo:
un día dormiremos
bajo intermitencias
infinitas y, en los bordes
de la noche,
cantaremos a ritmo de pájaro
y volaremos en forma de pez;
seremos pecado
sin duda.
Todas las mañanas
asume la miseria
desde la risa; me
dice:
a primera hora ducharé a un gallego
e imagino yo su
pelo
haciéndole balsa
al petróleo;
luego levantaré de la cama
a una mujer con nidos en la cabeza
y entiendo una
bandada de pájaros
escribiendo su
nombre
en el capuz
del cielo;
después charlaré con un matrimonio
que siempre se queja
de tanto olvido,
y, claro, la
imagino sentada,
la espalda recta,
asintiendo
a todas las
batallas
mientras cuenta
los kilómetros
hasta Honduras,
percibe
su deseo de jungla
exacerbada,
anota
alguna anécdota
para después
contarme
y surgen así
azarosamente
mis
poemas.
sábado, 14 de diciembre de 2013
Lo que le dice un médico a los políticos
"Soy médico de familia y tengo que atender a una zona de la población obrera con gran componente de inmigración, donde se está sufriendo la crisis de una manera importante, donde la gente se está dando cuenta de que con sus pensiones están viviendo varios miembros de la familia acogidos porque han perdido todo lo que tienen. Porque esta situación tan insostenible genera tristeza, desánimo, la gente está empezando a abandonar los medicamentos que toman porque los diez euros que tienen en el bolsillo son para comer mañana y no para comprarse un medicamento sobre una patología que no duele, como es la hipertensión, como es la diabetes e incluso como es el colesterol.
La situación es dramática. Le diría a los políticos que no basta con la voluntariedad y un micrófono, hay que tener un nivel de preparación. Lo mismo que yo para ser médico necesito cualificarme casi siempre de forma constante, ustedes únicamente tienen la voluntad. Y si con la voluntad fuera suficiente, les puedo poner un ejemplo: por qué no cogen los políticos un avión, colocan al comandante en la torre de control, y si es tan fácil llevar un avión, súbanse todos ustedes, lo mismo nos hacen un favor, a lo mejor. Verán ustedes que no es fácil llevar un avión como no es fácil dirigir un país, se requiere preparación, no solamente voluntariedad.
Perdonen la voz, porque me emociono porque veo sufrir a la gente día a día. Y ante toda esta situación en la que estamos viendo, la verdad, es que comentamos, comentamos y cada vez el empobrecimiento es progresivo, nos están apretando las tuercas poco a poco y estamos llegando a una situación en la que realmente no vemos salida alguna. Y estamos sufriendo una pérdida de calidad, no estamos ajustando nada, estamos perdiendo calidad en todos los aspectos.
Les pediría una voluntariedad de rehacer las cosas. Y probablemente el premio que tendríamos que hacer todos los ciudadanos es urnas vacías, completamente vacías, porque es la única manera pacífica que tenemos de hacer que esto cambie.
Ustedes se tienen que marchar todos porque no tienen representatividad moral ninguna, legitimidad sí por los votos, pero la moral la han perdido ustedes hace mucho tiempo jugando con los ricos, jugando con los poderes fácticos, y aquí estamos todos cada día empeorando.
Podría decir más cosas, quizás dos dichos que la gente puede entender: 'que la fiesta de Blas la pagamos los demás' y 'que esta jodienda no tiene enmienda'.
Y una cosa a los eurodiputados, que puedan viajar en turista, que no pasa nada, que, si cruzan las piernas, no creo que se les necrose el pene por ir con las piernas cruzadas tres horas a Bruselas. Probablemente algún abuelito mío se podría tomar el jarabe de la tos, al cual ahora tiene que renunciar porque los políticos se han acordado más de los de a pie que de otros para recortar."
¿Conoces a Malcolm de Chazal?
Cuando leo, subrayo. Si subrayo mucho es que me encanta, si subrayo poco es que hay poco que me llame la atención; hablaré de otros autores a los que tengo bien señalados pero hay uno que destaca y es Malcolm de Chazal.
Hace unas semanas tuve el privilegio de
asistir a la presentación de su primer libro en castellano: Historia
del Dodo, una recopilación de lindezas del autor; pero quién es
este hombre, os preguntaréis muchos; permitidme que os cuente.
Tirando de Wikipedia, sabemos que
Malcolm de Chazal fue un escritor de isla Mauricio (Vacoas, 12 de
septiembre de 1902-Curepipe, 1 de octubre de 1981); autor muy
prolífico. Uno
de
sus ancestros, François de Chazal de la Genesté, fue rosacruz en el
siglo XVIII y tenía una visión mística de la vida influenciada por
su formación recibida en la Iglesia de la Nueva Jerusalén. Con
dieciséis años acompañó a su hermano a Baton-Rouge donde se formó
como ingeniero agrónomo industrial azucarero y, después de trabajar
unos meses en Cuba, regresó a su isla natal en 1925, donde trabaja
varios años en la industria azucarera y más tarde en la textil,
aunque dejó este trabajo y se dedicó a ser funcionario de
telecomunicaciones desde 1937 hasta su jubilación en 1957.
Y
poco más. Lamentablemente en España es muy desconocido, yo lo
descubrí en una Antología de Poesía Surrealista de Aldo Pellegrini
y compartí hace años (aquí) unos poemas suyos en mi blog. Desde
entonces lo he ido leyendo en francés, diccionario en mano,
maravillándome ante su capacidad poética. Pero ahora que la
editorial Madrileña de Juegos, Creativos y Literarios nos lo ha
traído al castellano traducido por José Manuel de Rivas he podido
disfrutar del autor entendiéndolo en su totalidad.
Malcolm
de Chazal es un genio; esto lo digo pocas veces porque la palabra se
me hace muy grande y no la suelto como si nada; ahora lo digo con
conocimiento. No ve las cosas como los demás, la naturaleza entera
está viva ante sus ojos y le ve la belleza real, la que se mira con
poética lupa y se puede personificar cuando se otorga al ser su
vivencia. Con Malcolm los objetos resucitan e interactúan con el
mundo. En Sentido
Plástico
(se me hace rarísimo decirlo en castellano) reúne gran cantidad de
aforismos muy inspirados, auténticas joyas que recuerdan a las
greguerías de Gómez de la Serna; comparto algunos:
Las
nubes bajas le sirven de pisapapel al viento.
La
mirada indiferente es un perpetuo adiós.
Los
esnobs tosen con la nariz.
La
voluptuosidad es un parto recíproco entre dos tumbas carnales en el
desértico cementerio del espíritu.
El
sufrimiento sólo engrandece a los grandes.
El
agua obedece ciegamente al lecho y a las orillas del arroyo. Si viene
una crecida, el impulso adquirido será tal, que el agua desobedecerá
a sus primeros amos y forzará el terreno para hacerse otro lecho y
otras orillas. El agua es la mesa borreguil de los hombres: el
pueblo. Las orillas son las élites, y el lecho del arroyo es el
Estado. Las revoluciones cambian la estructura de los estados y la de
las élites -períodos durante los cuales el pueblo cree haberse
liberado de todas sus cadenas. Pero cuando baja el torrente
revolucionario la masa pronto se dará cuenta de que mientras las
élites cambian y la vida progresa, el pueblo, por su parte, sigue
siendo el eterno sometido, y no hace sino cambiar de silla y de
arreos.
Para
convertirse en el invitado de honor en un salón, basta con poner
cara de dueño de la casa.
Las
mujeres usan la sonrisa como arma cortante, la risa como arma de
fuego y la risa y la sonrisa juntas como tenazas para descuartizar.
El
viento es el mejor inspirador coreográfico y el más perfecto
maestro de danza -superado sólo por el agua, por su movimiento de
caderas.
Las
estrellas son los buzones del Infinito.
El
arcoíris comienza una frase infinita de tonos.
Y
pondría muchos más pero tendría que escribir el libro entero; y
eso que mi preferido es Sentido
Mágico
porque viene a ser la misma maravilla pero en verso por si no fuera
suficiente la genialidad. Se trata de poemas muy cortos que rozan el
haiku pero que dejan poso largo tiempo, por eso hay que leerlos una y
otra vez para estrujarlos y sacarles así toda la mandarina:
El
primer sacacorchos
es
el relámpago.
El
espacio
en
el espacio
es
el infierno.
“El
pensamiento
-dijo
el agua-
ya
no es mío,
el
aire me lo quitó”.
Cesó
la brisa
y
el agua supo
que
el aire
la
pensaba.
El
círculo
es
la coartada
del
centro
y
el centro
es
el pretexto
del
círculo.
El
auto
nunca
alcanzará
la
velocidad
del
camino.
El
movimiento
del
agua
es
una
sed
eterna.
Y
así podría seguir antes de que Óscar Cuadrado, el editor, me
pegue. En el caso de Sense-Magique compartiría directamente todos
los poemas pues son verdaderas joyas todos y cada uno; en ellos
nuevamente Malcolm escribe con alienígenas ojos como si pudiera
conversar tranquilamente una maravillosa tarde con una flor o
entendiera, como cosa de milagro, el lenguaje del viento. También
escribió una especie de guía de viajes mauriciana, muy mística y
algo surrealista, en la que se entiende el amor del escritor por su tierra
y la visión mágica que tiene de ella, explicando su mítico
surgimiento, tildándola de maná
poético perpetuo.
También le escribió una carta a Sartre para hacerle saber la gran
diferencia entre ambos:
…
como un niño usted quiere atrapar al relámpago
con la mano y la luz con sus dedos y puesto que manos y dedos no
atrapan más que el vacío, usted se dice que eso es el vacío, y
relega las cosas vivientes al rango de alucinaciones.
...Usted
es centrífugo de pensamiento, y yo soy centrípeto.
Asimismo
escribió a Gide para explicarle los mecanismos de su escritura y
hacerse un merecido autobombo descomunal mostrando el ego del
escritor:
Sense-Plastique
es el más prodigioso libro de humanización que existe -en él la
Naturaleza está tan humanizada que a menudo se halla como abolida.
Si la naturaleza no estuviera en un “nivel de lo humano” -por
alejado que ese plano pueda estar del nuestro-, no solo no podríamos
comprenderla, no podríamos verla siquiera.
Espero
haber dado merecida muestra de este escritor al que no conoces ahora
pero que conocerás a partir de este momento pues va a ir
traduciéndose al castellano próximamente; por ahora recomiendo
desde ya HISTORIA DEL DODO, donde se nos dice que Malcolm de Chazal
entusiasmó a Bretón, Bataille, Dubuffet y muchos otros
intelectuales de la época; que es probablemente el escritor francés
más original e interesante de los últimos cien años; que recuerda
al mismo tiempo las greguerías de Ramón Gómez de la Serna y la
vehemencia visionaria de Blake; que hablaba de los calcetines de la
luz, del estornudo azul y de la amplitud del escote de las flores;
que discutía el significado del infierno con demonios surgidos de la
piedra; que hizo de su isla y de sí mismo un continente mítico; que
escribió una carta abierta a Gide para “convertirlo” y otra a
Sartre para desafiarlo...
Y
ahora qué. ¿Conoces a Malcolm de Chazal?
miércoles, 11 de diciembre de 2013
La vida es un misto
¡Despertad,
no es bueno para los revolucionarios
dejar la sangre
dormida demasiado tiempo
hasta
conformarse!
El día es un misto.
Las cabezas de fósforo apenas
han frotado toda su venganza
y no tienen todavía chinchetas
las camas
ni se ha puesto vuestra ira
al servicio de la voz.
Es la vida un llumí.
No hay más función para vosotros,
no tenéis teatro
y los guionistas siempre quieren
que muráis
tras varios episodios
de epidemias.
Una cerilla eres tú:
¡Despierta,
ahora tiene precio nuestro grito,
hagámoslo de cifras colosales,
llegue nuestra queja hasta Himalia,
saquemos las sandalias
de su letargo!
El día es un misto,
ya está saliendo
la cabeza
de su caja
y no quiere arder,
no se deja,
el guión.
sábado, 7 de diciembre de 2013
Poema 46664
Hoy ha muerto un hombre
que hizo algo,
un hombre que soñó una nube
con forma de hombre
y no tenía la nube color
ni raza
el viento.
Hoy ha muerto un hombre
encerrado:
cuando salga de aquí
me vengaré tanto
que sólo podré
uniros.
Hoy ha muerto un hombre
que llovía hombres
y eran sus hombres
el agua.
que hizo algo,
un hombre que soñó una nube
con forma de hombre
y no tenía la nube color
ni raza
el viento.
Hoy ha muerto un hombre
encerrado:
cuando salga de aquí
me vengaré tanto
que sólo podré
uniros.
Hoy ha muerto un hombre
que llovía hombres
y eran sus hombres
el agua.
domingo, 1 de diciembre de 2013
Mi primer poemario: SOMOS ATENTADO
Próximamente
PEDRO
MORILLAS
presenta...
Su
primer poemario:
SOMOS
ATENTADO
(Lastura
Ediciones)
con
prólogo de
AGUSTINA
BARBARESI
y
portada
de
ÁLVARO
J. SERRANO
En Somos atentado Pedro
Morillas juega con lo tangible, la elipsis y un pellizco de
surrealismo, nos regala su currículum: sus recuerdos de la infancia,
su celebración de lo cotidiano, sus pérdidas y un trago largo de
aceite de oliva con gusto a hogar. Y sobre todo nos muestra la
belleza que también se esconde en las tragedias y nos recuerda que
el amor es una gran luz y un poderoso agente de cambio personal y
social. Estas páginas son una llama, una mecha y una advertencia:
“ojo con nosotros, cualquier día podemos estallar”.
Agustina
Barbaresi
Eo qué guapo.
Amigos
de Jaén
Quillo, qué pasada.
Amigos
de Granada.
.................................................................................
Madre
de Pedro Morillas
(Llorando
por si acaso)
Sí, pero mira a quién
se lo ha dedicado, mira a quién se lo ha dedicado...
Isel
Muy
pronto
ESTALLARÁ
en
las mejores
librerías.
¡NADIE
ESTÁ
A
SALVO!
Visualizo la portada de Poekas
Visualizo la portada del primer poemario de Poekas. Hace años visualicé el logo y en la portada lo único que hago es enchufarlo a la luz.
Me dice Elena Moratalla: hemos votado poner el logo original con un fondo en un tono claro y manos a la obra. Elena me lo dice porque no me lo puede decir el grupo ya que yo pertenezco al grupo a través del aire, gracias sobretodo al hecho de ser autónomo; me explico: gracias a vivir en una jaula esclavizado, trabajando y ahorrando mucho mucho para dárselo todo al gobierno para sus cositas lo que me permite dedicarme a lo que me gusta siendo tremendamente idiota a la vez y no por ello me magullo.
Elena me da la idea general, me manda una portada que ha hecho ella y, al principio, lo único que hago es mejorarla en calidad sin salirme de sus pautas. Luego empiezo a distorsionar la imagen, pero todavía no pienso en Poekas sino en la portada. Sigo creando portadas sin pensar aún en el grupo así que lo único que hago es diseñar portadas que no agrupan a nadie; poco a poco la cosa se va acercando a mi idea de portada cuando al pensar en Poekas me viene a la cabeza la idea del autómata de Vaucanson, ingeniero francés del siglo XVIII que creaba a base de engranajes y mecánica muy básica auténticas joyas de la ingeniería; a partir de entonces, cuando visualicé a cada uno de los queridos poetas de Poekas interactuando como lo hacen poéticamente los engranajes del inventor, comencé a pensar de un modo global hacia la portada y empecé a hablarle en plural en lugar de mantenerla singularizada. Y me dije: puesto que el púrpura es el color más poético que existe por su parecido con la sangre de la aceituna, búscalo en tus entrañas; y empezó a salir del libro de la k de Poekas aceite todavía sin triturar; y me dije: qué mal qué mal qué mal, se te ve el lápiz por todas partes y se te dispersa la luz y no puede salir la luz de un libro de perfil sino del hexagonal candil que sostiene esa P; así que a partir de entonces busqué el modo de sacarle la luz real al candil, siempre y cuando ésta fuera reflejada en el bolígrafo para que la luz se hiciera tinta sólo por la punta; y así, hecha la luz, reflejado en sí mismo el logo de Poekas como el abrazo de dos luciérnagas una amarilla y otra azul, colores contrapuestos por la diversidad pero unidos en el compromiso, así surgió una portada que pudiera contentarme. La terminé un sábado a las tantas de la madrugada con Isel aburrida de darme la razón en las anteriores 27 portadas y sin haberme contentado todavía. Sí, fue la portada 28, no las pego todas porque entre algunas las diferencias son mínimas pero me gustaría mostrar una evolución sobre el proceso.
Luego vuelvo a leerme el libro pero el libro no es Poekas, el libro es sólo parte de la poesía de Poekas pero no el grupo en sí como ente poético. Vuelvo a pensar en Voucanson, en su Pato con aparato digestivo, que tenía más de 400 partes móviles y podía mover las alas, beber agua, digerir grano y expulsarlo después. Más o menos eso es el grupo vallekano: piezas de un alarido poético que, juntas, han metido a la poesía en los institutos, la han gritado en la calle, la han dosificado a través de la radio y hasta se la han recitado a la cara a los asteroides. Y son generosos con su tiempo y se acuerdan de los poetas gigantes y los homenajean en la universidad y dicen basta ya de esta barbarie y dicen algo pequeñito los martes últimos de cada mes, lo dicen juntos, unidos por correas, lo dicen sus resortes y sus manivelas, lo dicen conformando ese autómata magnífico que son y que dice muchas cosas sin recambio.
Así que lo dicho o sin decir: próximamente se vende pieza por pieza y, sin fascículos, un autómata de Vaucanson: Poekas, de Vallecas al verso (Canalla Ediciones), con portada de un servidor, prólogo de Teodoro Rubio y la voz de veinte engranajes.
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