martes, 26 de julio de 2022

Malcolm de Chazal bebiéndose un río

Me divierto creando las más absurdas ilustraciones utilizando inteligencias artificiales como DALL-E mini. En este caso, he aquí nueve maneras de ver a Malcolm de Chazal bebiéndose un río:



Gallina sin ave


En la pobreza el tiempo es infinito,

oruga más larga que las cavidades del mundo.

 

Tiene la obra de la naturaleza sus actos,

hora cae el nance, hora ladran los perros,

hora sale a escena el hombre y su estigma.

 

Solo hay una forma de ver la cortina adversa:

con el rasguño, con la guitarra sin cuerda

que saca el sonido de su panza y lo sitúa

en el auditorio del árbol que calla y crece.

 

El tiempo es infinito en el péndulo de la hamaca,

en el pico de la gallina sin ave,

túnel tan largo como el bostezo del niño

que, apostado en la puerta, espera su oportunidad.

Es infinita la riqueza abandonada, de Edgar Bayley

 


esta mano no es la mano ni la piel de tu alegría

al fondo de las calles encuentras siempre otro cielo

tras el cielo hay siempre otra hierba playas distintas

nunca terminará es infinita esta riqueza abandonada

nunca supongas que la espuma del alba se ha extinguido

después del rostro hay otro rostro

tras la marcha de tu amante hay otra marcha

tras el canto un nuevo roce se prolonga

y las madrugadas esconden abecedarios inauditos islas remotas

siempre será así

algunas veces tu sueño cree haberlo dicho todo

pero otro sueño se levanta y no es lo mismo

entonces tú vuelves a las manos al corazón de todos de cualquiera

no eres el mismo no son los mismos

otros saben la palabra tú la ignoras

otros saben olvidar los hechos innecesarios

y levantan su pulgar han olvidado

tú has de volver no importa tu fracaso

nunca terminará es infinita esta riqueza abandonada

y cada gesto cada forma de amor o de reproche

entre las últimas risas el dolor y los comienzos

encontrará el agrio viento y las estrellas vencidas

 

una máscara de abedul presagia la visión

has querido ver

en el fondo del día lo has conseguido algunas veces

el río llega a los dioses

sube murmullos lejanos a la claridad del sol

amenazas

resplandor en frío

 

no esperas nada

sino la ruta del sol y de la pena

nunca terminará es infinita esta riqueza abandonada

El exaltado vivir de Aldo Pellegrini

(Fragmento de la Introducción de Aldo Pellegrini a su Antología de la poesía viva latinoamericana)


...el gran poeta se oculta detrás de su orgullo, no hace relaciones públicas, vive en la soledad. A veces nunca aparece, otras una mera casualidad lo descubre.

...Y llega finalmente la oportunidad de hablar de la poesía en sí, de esa misteriosa cosa que es la poesía. Cada vez más distante del interés del público común hoy, tiene, sin embargo, un extraño prestigio para muchos, una inexplicable seducción.

Antigua como la historia del mundo, ha sido testigo permanente de la existencia humana. Nos transmite el desarrollo del hombre por dentro, así como la crónica histórica nos transmite la evolución del hombre por fuera. Y esa historia del hombre por dentro es siempre la misma y siempre distinta: está generada por las fuerzas que arrastran a la alegría o a la desesperación y su dominio lleva desde los territorios de la esperanza hasta los del desaliento, desde el éxtasis, hasta la angustia y el terror. Tiene lugar en el mundo oscuro de las emociones, esas que exactamente nos dan la sensación de vivir. El poeta no las describe, sino que las transmite en su calidad primigenia, en su ardiente pureza original.

El poeta no se limita a recobrar esos momentos intensos de su vida personal: se convierte en antena que recoge toda la vida auténtica que lo rodea. Por más solitario que parezca, participa en la vida colectiva, la siente como ninguno, y se transforma en la voz que expresa a todos. La poesía está en todas partes, transita por las calles, surge de pronto como chispazos en las reuniones, en los conglomerados humanos; había en los ojos de la mujer que pasa, aparece en los encuentros y en las despedidas, se mezcla con las exclamaciones de júbilo, con los gestos de desesperación. Es ese lenguaje de la vida auténtica el que recoge y condensa el poeta, el lenguaje de los momentos excepcionales, del vivir exaltado. Pero esa idea de un vivir exaltado implica una gran peligrosidad, el riesgo del enfrentamiento con lo imprevisto, con lo desconocido. El hombre común se siente incapaz de afrontar ese riesgo, que lo aparta de la plácida seguridad de lo cotidiano; de ahí su ambivalencia ante la poesía: ésta lo atrae y rechaza a un tiempo.

domingo, 3 de julio de 2022

Afuera


En las afueras de mí mismo hay un parque

con árboles hechos de  pestaña y pájaros

lanzadores de cuerdas de sonido y el jaleo

de fuentes donde bebe exhausta mi vida.


Tal parque me visita los lunes y los pantanos,

a mí se viene y se queda  dormido, en el césped

de la cabeza se tumba y allí piensa el tiempo

que hace que el amor pasea por su columpio.


A veces arraso este espacio, la flor le quemo

rodeo sus siglos de miga, de mi banco lo echo;

hay en las afueras de mí un niño sin parque

con los planos del mismo, con su idea creada.


Mi parque hace la sombra de la rama que aún

no ha crecido en el árbol que nadie ha plantado

sobre el silencio donde me siento. Soy afuera,

la distancia entre tú y yo fue siempre la tarde.