sábado, 21 de enero de 2023

19/01/2023

 


El día que conocí a mi hijo,

diecinueve de enero de dos mil veintitrés,

se estremeció la tierra de Tegucigalpa,

se elevaron las aguas del Humuya

y todas las artesanías de Siguatepeque

se levantaron del suelo al unísono.


Mi corazón se rebobinó ese jueves en que

se le cayeron los dientes a los elotes,

cantaban la misma canción las niñas

por las cuestas de las Colonias e Isel

se puso un manto de espacio-tiempo

en cuya curvatura murmuraba Dios.


Era un día cualquiera entre semana,

de alegría lloraba Santa Rosa, el mundo

o yo era un cúmulo de temblores,

había en el aire rumores y estelas,

fue así de simple el día en que conocí a mi hijo:

diecinueve de enero de dos mil veintitrés.


jueves, 19 de enero de 2023

Aterrizaje


En los miedos de mi alma hay aviones y molinos,

maletas llenas de regalos, planes,

poemas dejados en la calle y nunca amarrados.

Mi miedo, como este poema, lo invento yo.


Quisiera escribir:

hoy volaré hasta el abrazo de mi hijo,

hoy cruzaré los aires de la luz paterna,

iremos a la playa y allí sus primeros pasos

abrirán el surco de la sed y la familia.


Pero tengo miedo: ¿Qué padre será

un poeta que solo escribe y sueña,

que no ve en la realidad sino un teatro y se disfraza

y va a los sitios a veces con la careta equivocada,

a veces con el maquillaje de otro minuto?


¿Cuántos sedantes harán falta para calmar

este temblor de altos vuelos

y cuántas sesiones de terapia para olvidar

acaso mis miedos de fantasía?


Por lo pronto, he venido,

la vida es ir y no quedarse:

traslado, control, paisaje, cancela...

Quisiera abrir por fin los cerrojos de mi cerebro,

llegar a ti y sacar el disfraz definitivo,

decirte: aquí estoy, esta es ya mi máscara

y ahora actuemos, seamos hijo y papá.