
Marisa
Peña tiene
el dolor de la memoria incrustado en el pecho; expectora verso a
verso la veneración por el antepasado y honra con su poesía al
hueso de paisano que reposa en el olvido de las cunetas, en la fosa
común; sus poemas solicitan un viaje hacia afuera, desde la
profundidad de la tierra donde yace el espanto hasta la
clarividencia de la poesía que nos hace luz.
De igual modo Pedro
José Morillas no renuncia a la narratividad en sus poemas, con
diferentes perspectivas y matices, sin embargo los dota de la
gratificación y el poderío de la imagen, con un hondo conocimiento
en este ejercicio, que lo capacita sin lugar a dudas para
reconocernos en esencia en la comunicación y expresión del artista
y que transmite en su magnífica faceta poética, porque Pedro
además, practica el arte de la pintura. Ya estamos casi que
finalizando esta primera etapa de POéTIKAS, a la vista dos últimas
jornadas para concluir. Cuando iniciamos en el mes de octubre del
pasado año este ciclo de poesía contemporánea en el barrio, ni por
asomo pensábamos el recorrido que iba a tener, tampoco si iba a
despertar mayor transcendencia más allá de unos
pocos meses más, al menos hasta que finalizase el año 2013, aunque
para decir verdad y en este sentido también nos daba un poco igual,
en la manera en que cuando las cosas se han de hacer, sin darle
muchas vueltas, ni buscarle demasiadas explicaciones; es decir,
hacerlas porque sientes la necesidad de hacerlas; sin embargo,
jornada tras jornada, el encuentro fue creciendo en expectación, en
contenido y variedad, y cada vez ganando en concurrencia.
El
vecino quedaba agradecido por poder disfrutar un par de veces al mes
de un espacio cultural libre y participativo, dedicado a la poesía,
al lado de casa, en el que ha podido comprobar que muchas de sus
preocupaciones son las mismas o muy parecidas a las de los autores
que han pasado por aquí, donde hemos podido compartir con ellos,
entre el debate y la controversia el recurso de la palabra, donde en
muchas ocasiones nos hemos emocionado juntos; donde hemos podido
experimentar que un poeta no es un ser divino ni supino, sino un otro
como tú y como yo; donde la poesía nos ha sido el lenguaje para
entendernos, unos y otros. Quizá sea, desde esta perspectiva,con
este entusiasmo y junto a la generosidad de los autores, el que nos
planteemos, en La
esquina del zorro, una
nueva temporada; no sabemos hasta dónde, ni hasta cuándo, pero con
el propósito del principio, que no ha sido otro que el de motivar el
acercamiento de los vecinos del barrio a esta arista de la literatura
que es la poesía. Si bien es verdad que en esa futura andadura no
teniendo todavía muy claro el formato de este nuevo ciclo; si igual,
quincenalmente, o más espaciado y circunstancial; si con el
formato de tres, como hasta ahora, o con otra estructura; si con un
ideario concreto o la mescolanza del hecho poético… en definitiva,
esa serie de cosas que posiblemente sea mejor que surjan dentro de la
espontaneidad que de una sesuda reflexión. Mientras tanto,
decíamos, nos quedan un par de sesiones más, la XVII y la XIX, la
del jueves 26 de junio y el 4 de julio, donde una vez más vendrá la
poesía a hacernos.
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