En los miedos de mi alma hay aviones y molinos,
maletas llenas de regalos, planes,
poemas dejados en la calle y nunca amarrados.
Mi miedo, como este poema, lo invento yo.
Quisiera escribir:
hoy volaré hasta el abrazo de mi hijo,
hoy cruzaré los aires de la luz paterna,
iremos a la playa y allí sus primeros pasos
abrirán el surco de la sed y la familia.
Pero tengo miedo: ¿Qué padre será
un poeta que solo escribe y sueña,
que no ve en la realidad sino un teatro y se disfraza
y va a los sitios a veces con la careta equivocada,
a veces con el maquillaje de otro minuto?
¿Cuántos sedantes harán falta para calmar
este temblor de altos vuelos
y cuántas sesiones de terapia para olvidar
acaso mis miedos de fantasía?
Por lo pronto, he venido,
la vida es ir y no quedarse:
traslado, control, paisaje, cancela...
Quisiera abrir por fin los cerrojos de mi cerebro,
llegar a ti y sacar el disfraz definitivo,
decirte: aquí estoy, esta es ya mi máscara
y ahora actuemos, seamos hijo y papá.
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