viernes, 27 de junio de 2025

El umbral











No me habléis de avenidas ni de pactos,

yo vine a recordar lo que fui antes del verbo.

Cuando aún no sabía nombrar la sed ni el filo 

y bebía del hueco de mis manos la herida pura.


Kaspar guardaba un caballo en la memoria,

uno solo, galopando en la noche de su celda.

Yo también sueño con un encierro claro,

donde no entren las palabras ni los padres.


Ser la raíz que no sabe lo que el tallo pretende,

como Victor, que lamía la escarcha y los sauces

y no aprendió a conjugar las palabras grises

mientras dormía con los ojos abiertos al eco.


Amala y Kamala aullaban como quien reza.

Desnudaron de su nombre hasta el pelaje.

Y así, sin culpa, se tendieron en lo oscuro

como si la luna fuera madre y no adorno.


Yo también quisiera quedarme en el umbral

que es el rincón perfecto de los lugares.

Tendido allí he de encontrar la espesura

del niño salvaje que fui antes de obedecer.

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