No mires la verticalidad del árbol ni su fronda,
no te quedes únicamente con la sombra, con su asilo;
mira el edificio que constituye, la hormiga
que por él transita para la que el mundo es su corteza.
Observa el aire que sale de su hoja y respira,
no sostengas solo el fruto, agarra la savia,
desliza tu humanidad por el tronco, estucha
la rama como elemento antes de arrollarla.
Hay más árbol en ti que en el árbol, más raíz
en ti que en la tierra; más sol en tu cabello
que en la hoja. Hace anillos de siglos que lo sabes;
así pues, camina, anda alegre sin talarte.
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