viernes, 12 de julio de 2013

Carta a Lorenzo

Querido Lorenzo:

vienes en el mejor momento. Vienes entre ruinas y las veremos levantarse desde tu poquedad. Querido Lorenzo, lo que me gusta decir desde ya tu nombre. ¿Sabes? Te llamas igualito que el Sol. Sí, esa cosa que verás entrar a través de la ventana y que se encuentra a uno coma cinco por diez elevado a once metros de tu nariz. Y te llamas igual que tu abuelo; verás lo increíble que es tu abuelo.

Sé que todavía no me entiendes, que apenas eres un bichito metido en una barriga, metida a su vez en un pueblo, metido a su vez en los confines ensimismados del universo enorme al que mirarás desde tu pequeñez. Pero ya vienes con las constelaciones de tu lado.

Tu tía Isel y yo tenemos un plan perfecto para robarte. Hemos decidido que, cuando nazcas, no haremos absolutamente nada, te dejaremos crecer en el seno de tus buenos padres, a los que queremos tanto como a ti. Pero en el momento menos esperado, digamos un día en que ellos se cansen de ti (ya sabes, aunque ahora no lo entiendas, llorarás y por hermoso que seas, pues qué te voy a decir, no habrá quien te aguante en algunos momentos y es normal que tus padres quieran abandonarte un poco, pero no te preocupes...), o cuando no quede más remedio, te recogeremos en nuestro seno y te llevaremos a un lugar maravilloso. Quiero decir que tenemos tantas ganas de malcriarte que ni tú mismo te lo vas a creer. Esperamos ser tus tíos estupendos, esos que desées que vayan al pueblo continuamente para llevarte al cine o a las atracciones o al sitio que tú desees; pero no todo va a ser estupendo; yo mismo, que soy muy de ciencias, pienso aburrirte con las matemáticas y la física, porque me gustaría mucho que aprendieras muchas cosas desde pequeño y que luego todas tus clases te suenen a risa.

Tu papá piensa que vas a ser un entusiasta de las motos y de las experiencias extremas pero yo sé que serás un pequeño responsable más dado a la poesía que a la velocidad. Desde muy pequeño, por mucho que le fastidie a tus padres, te leeré versos de Bécquer y te contaré lo estupendo que es mirar a las estrellas sin saber la fecha exacta de la última vez que decidieron enviarnos su luz. Quiero contarte que España es un país muy hermoso pero que más hermoso que España es el mundo y más hermoso que el mundo es la alegría y que los seres humanos nos esforzamos muchísimo por encontrarla. Tanto es así que te aseguro que jamás la encontrarás pero, algunas veces, estarás tan cerca de su vientre, que te parecerá tocarla.

Mi querido Lorenzo:

mira que vienes en un Julio caluroso que hará brotar en tu frente las primeras minúsculas gotas de sudor. Y ya verás... tu papá y yo las dejamos correr al principio frente a los olivos, luego delante de las chicas que nos gustaban; más tarde, cuando les dimos el sí quiero y, después, el día justo en que viniste a visitarnos.

Te prometo que lograremos subsistir hasta perpetuar tu estancia.

Te prometo que habrá estrellas entre tus juguetes, que te haré mirarlas hasta notarles su ausencia; que nos bañaremos en Torrenueva y verás que el mar no es para tanto; prometo crearte una curiosidad tan grande que te corroa la conciencia hasta hacerte brotar en cada pétalo su nostalgia.

Qué ganas tengo de abrazarte; ven pronto, te quiero ya Lorenzo, te quiero:

Tu tío Pedro, el preferido, no lo olvides.


Te quiero.