jueves, 11 de agosto de 2011

La madre de Isel y la fe

Supongo que el mundo no le pica tanto por puro despiste. Me la imagino en medio de un tiroteo pensando en sus cosas, agachándose en el momento preciso que impida un acierto a quemarropa. Y ella allí, olvidándose las llaves en la trinchera, perdiéndose entre los bombarderos, preguntándose por el ruido. Isel ha heredado la misma actitud genéticamente y así, entre las dos, consiguen maniobras de escapismo casi ilícitas para el mundo en el que vivimos.



Isel habla a menudo con ella y yo suelo dejar lo que estoy haciendo para poner el oído en la conversación. Es increíble lo rápido que viaja la paz a través del Atlántico. Así son sus palabras: pacíficas, bondadosas, trémulas, dignas palabras revoloteando en el aire, convertidas en ceros y unos y que traen la calma una vez son receptadas en el ordenador. Por mucho que laberínticamente uno busque la maldad en esa mujer es imposible encontrarla. Nadie como ella sabe apaciguar las cascadas de Isel cuando Isel se para a pensar un poco y se da cuenta de la lejanía, cuando a Isel, y menos mal que son pocas las veces, le da por pararse a deletrear el tiempo. Entonces ella saca la artillería pesada y con una lucidez hermosa y un tono elocuente y vibrado le va regalando a mi bonita Isel metáforas de la vida, pequeñas metáforas llenas de filosofía y que Isel se guarda en el corazón a la vez que pierden elasticidad sus lágrimas.




Tengo entendido que la mayor parte de su tiempo lo dedica a ayudar a los demás sin cobrar ni un duro, en su caso, ni una lempira, por ello. Yo la llamo maliciosa y cariñosamente “El nuevo Mesías” por su actitud religiosa y su forma de afrontar los problemas recitando bienaventuranzas. Trabaja para la iglesia y trata normalmente con mujeres maltratadas. Además, los martes presenta un programa de televisión que cuenta ciertos problemas del lugar y los afronta desde la fe. También sé que tras el Mitch, su casa, que no quedó del todo mal parada, sirvió de refugio para mucha gente que así lo necesitaba. Supongo que verse así, inmersa en todos los problemas con los que se enfrenta diariamente ha hecho que los metros cúbicos de océano que nos separan no le duelan tanto.




Las primas de Isel siempre dicen que la tía Toña es la mejor. Yo no la conozco todavía salvo de palabra y ya empiezo a pensar más o menos lo mismo; lo digo por intuición. Si todos somos un cúmulo de circunstancias del que nosotros mismos hemos elegido la amalgama, entonces si Isel es también un sumidero de impresiones que ha fotografiado de los demás haciéndolas propias, seguro que su madre ha influido mucho en el proceso y está claro que tiene que ser una persona de lo más interesante. Y así lo es. Es de esas personas, de esas pocas personas que homenajean la vida todos los días desde que se levantan hasta que se acuestan. Quiero decir que cuando habla con Isel, aunque sea sobre la cosa más superflua , a esa cosa mínima le otorga una importancia sobresaliente. Y no dotándola de problemática, más bien todo lo contrario.




Cuando le expliqué mi intención de crear una empresa me animó mucho a hacerlo. Por supuesto, no me dijo: Pedro, te animo a ello. No, me dijo lo siguiente, más o menos con el tono de una de las parábolas de Jesucristo en el monte: Verás Pedro… cuando uno se tira al mar, al principio no sabe nadar, por puro instinto uno empieza a mover los brazos y así poco a poco se eleva el cuerpo hasta la superficie y, finalmente sacando la cabeza respira y puede ver desde ahí si mereció la pena lanzarse, tomarse esa molestia…. Y te cuenta estas cosas recordándome a las catequistas que más simpatía me despertaron en la infancia. Dios proveerá, suele decirle a Isel cuando ésta se encuentra al borde de dejar el trabajo y dejarlo todo y quedarse así, a la espera de sus papeles flotando en el aire, en la espera infinita y burocrática, en la espera que todo inmigrante conoce muy bien. El efecto que crea en Isel esa frase es alucinante. Yo se la digo mucho también, es más, también me la digo a mí y me funciona a pesar de que no comparta el adoctrinamiento pero sí sus límites. Digo que es curioso el efecto que la frase hace en Isel; resulta que como Dios proveerá, ya no le duelen tanto los problemas, Isel piensa… en fin, mañana mismo puedo dejar el trabajo si me sigo sintiendo tan mal porque Dios proveerá; o mañana mismo me voy de visita a Honduras a pesar de que tengo que esperar todavía un mes para tener los papeles que me permitan la vuelta pero bueno… Dios proveerá si lo hago. Esto le sirve para hacer todo lo contrario; es decir, se aguanta con lo que hay porque como Dios proveerá, ya le duelen menos las bofetadas. Es una frase mágica y cierta porque siempre acabamos encontrando la salida más o menos acertada cuando llegan las tormentas.




En cuanto al efecto que ha provocado en mí la madre de Isel, bueno… es muy curioso. Tiene tela que una persona que está tan lejos y con la que he hablado en realidad bastante poco haya removido sin saberlo muchas cosas en mí. En mí siempre han chocado dos debates gigantescos: el hombre espiritual contra el hombre de ciencias. Es un combate sin fin. Por supuesto, como fui criado en un pueblo pequeño de Andalucía, me educaron en la fe cristiana. Yo era de los que iba a Misa todos los domingos y sin saber muy bien por qué. Hice la comunión y me confirmé y siempre dejaban para mí alguna lectura importante o alguna labor… quiero decir que las monjas me conocían y el cura también. Si me pillaban me hacían leer algún salmo o alguna carta del apóstol no sé cual a no sé quiénes. Recuerdo que al principio lo pasaba bastante bien con las cosas de la iglesia. En mi pueblo había un cura, Don José Luis, que se preocupaba siempre por inventar juegos para nosotros o tocaba la guitarra y nos llevaba al campo para enseñarnos a coger espárragos. Era un tipo muy campechano. Pero es que mi historia no empieza ahí. Cuando mi hermano se moría en el hospital de Granada, en la cama de al lado de la misma habitación había un cura y los estudiantes que iban a visitarlo. Cada día uno. Jóvenes trinitarios que estaban a punto de ser sacerdotes. Fueron ellos los que consolaron a mis padres cuando el fatal hecho sucedió. Uno de ellos se fue como misionero a Madagascar y el otro día lo veo en Españoles por el mundo. El tío ya es Obispo allí y me consta las muchas cosas buenas que ha hecho porque desde siempre nos escribimos en Navidad y me cuenta y me manda fotos. Luego estaba otro, Juanjo, al que me encontré en Madrid en mis años de Colegio Mayor, el tío era el subdirector, y quien me entrevistó. Se me quedaba mirando de arriba abajo durante la entrevista que me hizo y aluciné cuando al salir de la misma se agarró a mis padres de pura emoción. Ahora estaba casado y tenía un hijo. Y me hablaba de Joyce y me llevaba a la salida de la RAE e hizo que nos tomáramos un whiscky con Ángel González. Y un vino con Juan José Millás. Y una cerveza con Javier Lostalé. Y con Suso de Toro y con Caballero Bonald y con tantos otros. Un tío estupendo Juanjo. Fui delegado del aula de literatura que, en realidad, él se preocupaba de organizar aunque yo la anunciara y llenara la residencia con mis dibujos para animar a la gente a que acudiera. En fin… Juanjo fue quien vino a bautizarme y luego se fue a Alemania a estudiar filosofía y colgó los hábitos para casarse. En fin, mi fe siguió muy fortalecida hasta la llegada de él, sí, de Don Andrés. Don Andrés era un cura joven y, al principio, yo pensé que sería estupendo aprender cosas de él, por su juventud. El caso es que resultó ser un fanático religioso. Más del Opus que la madre que lo parió. Nos hacía comprar los libros de religión de la Editorial Casals, no se me va a olvidar en la vida. Y allí, en esos libros, había capítulos enteros dedicados en por qué los darwinistas y los marxistas no podían tener acceso al cielo. Se me cayó el mundo al suelo porque me imaginaba a mi padre y a mí mismo ardiendo en florecientes hogueras. En pocos meses convirtió la iglesia en un lugar donde reinaba la total seriedad, donde no se podía llegar jamás tarde, donde si lo hacías, cortaba en seco el discurso y seguía a las personas con la mirada desde el estrado hasta que se sentaban, entonces retomaba la historia. Se le enrojecían los ojos cuando aprovechaba el final de la lectura principal de la Misa para darnos una total lección sobre lo pecaminosos y lo sucios que éramos todos y lo limpios y puros y castos que nos quiere la Virgen Madre de Dios. Fue el día en que nos explicó la creación del mundo en que ya no pude más. Con Don José Luis yo podía hablar tranquilamente del Big Bang, él se quedaba con la boca abierta cuando le contaba nanosegundo a nanosegundo lo que pasó los primeros instantes del comienzo del universo. Y él me decía: Sí, Pedro José, pero es el señor nuestro Dios quien dio el pistoletazo de salida para todo eso que me cuentas… Lo de don Andrés es que no tenía nombre: empezó a contarnos en clase de Religión que Dios creó el mundo tal cual lo cuenta la Biblia y que los científicos no hacían más que blasfemar sobre el hecho con sus absurdas teorías. Desde entonces, la clase de Religión consistió en un debate perpetuo entre él y yo. Poco a poco dejé de ir a la iglesia, no sólo por él, sino porque se me atragantaron muchas cosas. Me di cuenta de que los pocos amigos que venían los domingos a Misa igual que yo sólo lo hacían por pura apariencia de niños buenos y para lucir un bonito abrigo o la última camisa que les había comprado mamá. Esto lo comprobaba yo de forma muy sencilla: siempre les preguntaba por el tema que se había tratado y no sabían ni decirme sobre lo que había sido. Era un paripé total. Luego me chocó que un hombre me dijera: Es un orgullo ver a un comunista leer en la Iglesia… un tipo que luego se presentó por IU en el pueblo. Me di cuenta de la estrecha relación entre derecha e iglesia. Porque había gente de derecha en la iglesia, mucha, también de izquierda, menos, pero luego estaba don Andrés, del que recuerdo un fragmento de su discurso: ¿Y no sería hermoso pensar… niños, que cada vez que llueve Dios abre el grifo del cielo…? Se excitaba entonando cosas así, explicando todos los fenómenos físicos y químicos desde el dedo de Dios, a mí me enfermaban sus teorías y sobre todo cuando nos decía que los darwinistas y los marxistas tienen cerrada la puerta del cielo. Creo que él es el principal personaje que hizo que me importara cada vez menos conseguir ese perdón de Dios para poder entrar a su mundo lleno de reglas. Entonces me di cuenta de lo que significaba realmente mi fe. Yo creía en el hombre bueno. Creía en Don José Luis y en Gustavo y en Juanjo. Personas que desde la fe lo han dado todo absolutamente todo por los demás. Su vida entera dedicada a ello. Y creía en el mensaje de Cristo, yo creía en el Jesús hombre pero no en la iglesia como institución porque Don Andrés y otros que vinieron después destrozaron la idea de ese templo del Dios en el que me hicieron dejar de creer. Don Andrés se habría desenvuelto a sus anchas en la época de la Inquisición. Era un hombre lleno de odio. No soportaba nada y menos a sí mismo. Por supuesto todos teníamos nuestra teoría de que necesitaba echar un buen polvo. Y la verdad es que sí que parecía necesitarlo. Tenía un temperamento a punto de estallar y era dañino con las palabras. No duró muchos años en el pueblo, se marchó con su dolor a no sé qué parte. Al menos él me abrió los ojos.




El otro día le decía a Isel que yo soy una persona atea con temperamento religioso. Creo que es lo que mejor me define. Creer no creo ni en Dios ni en nada. Creo en esto y punto, en lo que veo. Creo que el cerebro es un órgano apasionante y nos puede llevar a hacer cosas increíbles. Creo en la fe como psicomagia. Creo que creyendo se puede hacer real una realidad vana. Creo que creyendo ciertas cosas me puedo curar. Y sé que creer no me quita el miedo. También sé que no creyendo creo en muchas cosas y es por eso mi temperamento religioso. No quiero decir que sea una persona temerosa de nada ni de nadie pero tengo actitudes religiosas sencillamente por la educación que he recibido. Lo que me apasiona es ver lo que consigue la fe. La fe consigue, por ejemplo, que mi tío Alfonso se levante todos los domingos para ir a Misa; la fe hace que la madre de Isel dedique gran parte de su vida a ayudar a los demás, incluso hace que Isel se sienta mejor cuando a la noche reza y pide por todos nosotros, por los que no pedimos mucho o preferimos no hacerlo, desde luego no a Dios sino a nosotros mismos como hombres.




Para mí, la religión y la fe siempre ha sido algo muy femenino. Mi padre desde luego no ha pisado mucho la iglesia. Tiene sus momentos. Desde luego a Dios no lo quiere mucho porque no hace más que cagarse en él todo el día. Pero hay algo muy revelador que me pasó con él. Hubo un tiempo en el que estuve saliendo con una chica atea de mi pueblo. De todos era conocido que en su familia todos eran ateos y librepensadores, una cosa tremenda en un pueblo. Mi padre me dijo un día: … entonces… el padre de la muchacha esa eh máh flamenco que ná no?.... Cómo papá? Sí, que eh mu flamenco, que va por ahí sin creéh en ná… Ah, sí, eh ateo papa… Pueh yo creo que en algo hay que creéh, ¿no?… Mi padre como siempre tremendo. En algo hay que creer y eso está claro. Yo creo en él, en mi padre, con sus cosas. Es de las poquitas personas en las que creo. También creo en la madre de Isel, tengo la impresión de que todas las cosas lucen mucho más vistas desde sus ojos. El vaso está medio lleno en su mirada sincera y su fe es limpia y clara, transparente sin más. Yo admiro esa fe porque me parece increíble poseerla, sé que aporta una fuerza tremenda a los músculos, a levantarse sin miramientos y afrontar las cosas con un escudo muy potente. Y creo en Isel, creo en ella más que en nada, tengo fe en ella, mucha fe. Creo que vamos a hacer algo muy grande juntos, tengo la sensación de que estamos a punto de hacerlo. Y Toña, la madre, nos apoya en ello con sus historias bondadosas y su ánimo metafórico.




Y creo en mí, no siempre, pero creo en mí; sobre todo desde que hice que Isel lo hiciera; y eso… eso sí que es tener fe.

lunes, 8 de agosto de 2011

Descubrimiento

A todos los microscopiolopithecus,
científicos economoglobales,
ácidodesoxirribonucléicamente ciegos
en el abarrotado tren de la dislexia
yo os digo que
en el aire
ni nitrógeno
ni oxígeno
ni anfígeno que se precie
ni gases con nobleza
ni regla con tabla
ni electrónica
configuración.

En el aire: Isel
iselando los iseles
iselubres
,
Isel ante toda
preposición.
Isel
en todos
los elementos.
Isel.

A vosotros coleccionistas
de estudios univerparasitarios,
preparados para no saber
absolutamente nada,
cíclopes arponados, víctimas
de la aLOEpecia,
contenedores de títulos
y diplomas rancios
colgando de vuestras paredes
de liso papel acartonado
enflorecido en balcones
de apariencia
yo os digo
que la vida
ni seis mil euros menstruales,
ni coche de banda
por cañones cien,
ni chalé en las afueras
donde no mezclaros
con la inmensa
y humana
disolución.

La vida: Isel,
la casa: Isel,
iselásticamente iselada,
iselóbregamente iselgura.

Y a vosotros
funcionarios del Estrado,
sillafantes aburridos,
comatosos del meñique
que garzoneáis a la injusticia
aposentados en vuestras vitrinas
donde parecieron prohibiros
mover las falanges
yo os digo
que en el mundo
ni política,
ni enconomía,
ni defensa
ni enmienda
ni liberación.

En el mundo: Isel,
en el rifirrafe: Isel.

Iseluro de iselhidrógeno,
iselóxido perisélico,
ácido hiposilesoso,
trinitroiselodueno.

En verdad os digo: Isel,
¡Isel! En verdad os digo.

martes, 2 de agosto de 2011

¡Para la empresa: crea una crisis!

En cuanto Isel y yo entramos al vivero de empresas del distrito de Majadahonda, en Madrid, ya empezamos a reírnos del primer chiste de otros muchos que nos harían desternillarnos en adelante; en las paredes y encima de los escritorios había carteles y panfletos con el siguiente chascarrillo: ¡Para la crisis, crea una empresa! Casi nos caemos al suelo de puro desmayo al ejercitar tanto el cuerpo para la carcajada. Ella y yo no tenemos la más mínima intención de parar nada, lo que queremos es crear una empresa para parar nuestra propia crisis y dejar de depender de los explotadores que, más a mí que a ella, nos abastecen de gloriosa pena hasta el día de hoy. Nos pusimos en contacto con MadridEmprende y, en seguida acordamos una reunión con uno de estos viveros de empresa donde de forma gratuita te explican los pasos a dar para conducirte sin demasiados baches al objetivo final de tu creación de empresa; en nuestro caso una pequeña academia de estudios no reglada para alumnos de ciencias de todos los niveles de E.S.O. y Bachillerato. Nos atendió una mujer bastante agradable y que, desde el primer momento se involucró en nuestro caso de forma completa. Le dejé mi proyecto de empresa y lo estudió concienzudamente antes de quedar para nuestra segunda cita, tiempo que yo usé para informarme por mi cuenta de los pasos a dar para la consecución final de nuestro empeño. Por lo pronto me leí unos papeles que ella me dio sobre subvenciones que da el ayuntamiento a jóvenes emprendedores, ese fue el segundo chiste o más bien el libreto de una ópera satírica. Nuevamente Isel y yo acabamos con lágrimas como puños tras el humor que desprendía aquel anexo de la ley no sé cuál del año quién sabe cuándo.

El caso era el siguiente. La Comunidad de Madrid da ayudas de 6000 euros a jóvenes menores de 30 años y que decidan hacerse autónomos, como es mi caso. Para otorgarte la subvención tienes que estar en el paro un mes antes de crear la empresa; más que nada porque estar en el paro y no cobrar te ayuda muchísimo para poder comenzar con algo que requiere un gasto tremendo. Si es así y durante ese tiempo has ido comprando muchas cosas para tu nuevo negocio y conservas las facturas entonces es cuando tienes la posibilidad de que te den la subvención. Y por supuesto te la dan un año y medio después de pedirla más o menos que es cuando más la necesitas, si es que te la dan. Pero claro, vistos los muchísimos gastos que se requieren para poder ofrecer un servicio que te dé de comer, están las cosas como para dejar el trabajo y dedicarse felizmente a comprar pizarras y muebles y pinturas y publicidad. Si es que desde luego se preocupan muchísimo por el joven emprendedor. Ya ves, nosotros estábamos pensando en gastar lo menos posible, en coger una mesa del primo Chema, unas sillas de la tía Olivia, un aparato de aire acondicionado de papá Lorenzo, mi propio ordenador, mi propio router, las carpetas de Isel, la pintura que ella compró hace meses, etc… porque el objetivo primordial es gastar lo menos posible para hacer frente a los gastos de alquiler, de agua, luz y otros muy chistosos que fuimos comprobando más adelante.

Pues bien, en esa primera cita, la directora del vivero nos comentó que era muy importante saber si el local que vamos a alquilar tiene licencia de actividad. Nos dijo que seguramente no habría mucho problema y que, en cualquier caso, consiste en un trámite sencillo que se hace en el ayuntamiento del distrito. Isel fue al ayuntamiento al día siguiente y le dijeron que ellos no se encargan de esas cosas. Yo llamé al área de urbanismo del mismo y me dijeron que ese procedimiento ahora está externalizado y se dedican a llevarlo a cabo las ECLUS. Veréis qué maravilla y qué invento de cosas, os va a encantar.

Las ECLUS son empresas colaboradoras de licencias urbanísticas del Ayuntamiento de Madrid. Son empresas privadas que se dedican a mirar una memoria descriptiva que tú mismo tienes que rellenar y mandársela al ayuntamiento cobrándote entre los cuatrocientos y los ochocientos euros según les salga a ellas de la polla por hacerlo. En serio, son para partirse de la risa. Me informé bien de su existencia. Nacieron allá por el hermoso día 1 de Abril de 2010 con la intención de acelerar el proceso de licencias para nuevos negocios. Un proceso que antes tardaba un año y medio de media y que gracias a ellas ahora se reduce a quince días o eso dicen. El caso es que fue bastante polémica la creación de las mismas, de hecho el ayuntamiento de Madrid fue denunciado poco después por el Tribunal Superior de Justicia, pero claro, recurrieron y ganaron. Y es que desarrollan una labor fantástica y totalmente moral donde la ética brilla con todo su esplendor. Como yo también soy un cachondo, igual que ellas, lo que hice fue solicitar a todas presupuesto, a las 27 que cuentan con el permiso del ayuntamiento para realizar su labor. No tenía nada mejor que hacer el domingo. Me puse y a todas les mandé en pocos datos que quiero crear una academia en un local comercial de planta baja de 60 metros cuadrados. No tiene desperdicio, en serio, la respuesta de cada una. Los precios entre unas y otras son tan variables y los requerimientos tan distintos que es increíble que pueda obtener la misma licencia con cada una de ellas y según confesiones tan diferentes. Me gustaría aportar datos de cada una, porque tengo los nombres de cada empresa, teléfonos, direcciones y presupuesto de cada una de ellas pero por ahora bastará con resumir las barbaridades que me decían más que nada porque todas ellas tienen super protegido el hecho de expresar a terceros los datos que me mandaron. En fin, voy a guardarlos y quizá me aventure a denunciarlos de alguna manera pero por ahora lo que quiero es contaros el maravilloso mundo de sus actuaciones, ahí va el monólogo:

Casi todas me dicen que no es necesario contratar a un arquitecto para realizar los planos del local, que los puedo hacer yo mismo pero casi todas coinciden en que es mejor contratar a uno, de hecho casi todas me dan referencias de alguna ingeniería técnica que se dedica a ello porque claro, entre todos cobran comisión. También hay otra que me dice que el organismo del Ayuntamiento de Madrid hoy día obliga a que los planos vayan firmados por un arquitecto. Y hacer el dibujito, que también he pedido presupuesto, cuesta 935 Euros más IVA, os doy el precio del más barato. Aquí ya empezaba a fallar algo así que seguí investigando, la verdad es que me lo pasé muy bien. Otras afirman que el cuarto de baño tiene que estar preparado para minusválidos, otros me dicen que no es necesario, otras entienden que debería tener dos baños, uno para chicos y otro para chicas… y a ver… ¿a cuál le hacemos caso? Luego me dicen, unas sí y otras no, que debo tener sistema de detección contra incendios, otras me dicen que por las dimensiones basta con un extintor y unos carteles que indiquen la evacuación en caso de incendio. En cuanto a la realización de obras, que eso es lo más chulo de todo; pues bien, yo en principio dije que sólo quería pintar porque el local resulta que antes era una guardería con lo que tiene las aulas hechas y el cuarto de baño y está para entrar, pero claro, pintar me dicen unos que es un acondicionamiento y se considera como obra, otros me dicen que no. Por supuesto si se considera obra cuesta más. Es más, poner un cartel que se vea desde la calle también se considera obra, cuando yo sólo quiero una tabla pintada por mí mismo y nada más. En fin, que como decía antes los precios varían entre los cuatrocientos y los ochocientos euros, así porque sí y ya está. Estoy hablando de algo que antes no costaba nada o costaba muy poco, se contaba como trámite pero nada más. En fin… hay otra por ahí que me pide el caudal de evacuación del local, que me pide de qué material están hechos los pilares del edificio. Casi todas me mandan un archivo pdf que tengo que rellenar, que ronda las 20 páginas y que es lo que ellos van a entregar al ayuntamiento cobrándote por ello lo que venimos hablando.

Cuando le conté el asunto a la directora del vivero de Moratalaz alucinó. De hecho ella todavía no se había enterado de que el sistema de licencias había sido externalizado y privatizado. Esta es una de las facilidades de montar una empresa, os animo a hacerlo, todo es un hermoso camino de rosas. Luego están los números; sí, aunque no lo creáis hay que hacer números y hacer muchos. Yo empecé a hacerlos de forma muy sencilla, lo hice por la cuenta de la vieja y las cosas cuadraban. Dije: a ver… ente Isel y yo podemos ahorrar hasta principios de Octubre tanto, el alquiler vale tanto, la gestoría vale tanto otro, darse de alta es gratis… pues en fin, como tengo alumnos que sé que ya van a querer que yo les de clases, merece la pena tirarse a la piscina e intentarlo… Sí señores así de simple. A pesar de haberlo pensado de forma tan sencilla, preparé un proyecto de empresa de treinta y dos folios e hice unos cuantos balances y cuentas de resultados para comprobar si, efectivamente era viable. Ambos podíamos conservar nuestros trabajos actuales, yo empezaría solo y más adelante, cuando la cosa fuera rentable, pues así esperábamos, ya vendría Isel a ponerme las cosas más fáciles. Pues lo llevábamos claro… En el vivero de empresas, la directora sacó un programa hecho con Excel de la ostia donde nada de lo planteado por nosotros cuadraba y donde los ratios eran abusivamente negativos en todos los sentidos. Así que con ella empezamos a cambiar datos y seguíamos en números rojos pronosticados. Entonces nos dijo que habría que pedir un crédito. Puaff, con lo que me gusta a mí pedirle nada al banco. En fin, pidiendo un crédito las cosas cuadraban, pero para que nos lo den, a pesar de ser un ICO e ir orientado a emprendedores, habría que pedir un aval a AvalMadrid…. En fin, las cosas se iban complicando y yo le dije a Isel que nos tiráramos un año ahorrando porque yo paso de deberle nada a toda esta panda de mentirosos.

En la segunda visita al vivero, la directora ya se había leído mi proyecto. Hizo sobre él algunas anotaciones y me aconsejó algunos cambios. Me dijo que estaba un poco incompleto y me dio algunas buenas ideas para mejorarlo; aún así le dije que no sirve para nada porque eso no lo va a leer nadie. Me dijo que el banco sí si quiere darme el crédito pero yo le dije que el banco lo único que iba a mirar eran nuestros pronósticos numéricos, lo que cobro actualmente y lo que cobra Isel y santas pascuas. Estaba de acuerdo conmigo pero me dijo que al menos el proyecto me serviría para mí mismo, cosa que comparto en parte porque ese proyecto ya existe desde hace mucho en mí y, a efectos prácticos, no vale para nada. Lo que sí está es muy bien hecho y muy bien redactado. Isel lo llama: El proyecto poético-empresarial; pues en él se habla de los antecedentes del proyecto, del origen de la idea de llevarlo a cabo y es que es para contarlo. Vamos, que el proyecto, aparte de contener mi currículum y algunos números, desprende muchísima pasión e ilusión por llevarlo a cabo, cosa que seguramente reste oportunidad de ser aprobado por un banco sin sentimientos. Además nuestra academia funcionaría de un modo totalmente diferente del resto, cosa que ya contaré en otro momento y está muy orientada a un modo de actuación que es el mío propio y que enseña a aprender y no a aprobar.

En fin, después de tantos obstáculos uno tiene que pensar. Le dije a la directora del vivero que aunque pudiéramos permitirnos el gasto de la licencia es algo que no me permite mi religión. Ella me dijo que si las cosas están así es mejor cerrar los ojos y hacerlo; es la única manera de conseguirlo. Pero es que no me da la gana… esa fue mi respuesta. Y es que es verdad: no me da la gana soltar ese pastizal por algo que considero no vale nada, nada de nada en absoluto. Es más, si tanto hablan de la crisis creo que deberían facilitar totalmente las cosas para crear empleo. Me refiero a que deberían venir ellos mismos a ver el local, rellanar ellos los papeles y ser ellos los que consigan la licencia sin intermediarios. También creo que no deberían mentir, pero vamos apañados con estos del PP que son capaces de venderte a su puta madre por conseguir un euro. Y es que es así como debería funcionar. Deberían tener, no sé, una piñata y luces preparadas para la fiesta cuando alguien se les presente con la intención de crear un negocio y crear empleo, porque entre mis objetivos está también crear tres puestos de trabajo, pero no. Para nada. Lo que hacen es eso. Privatizan algo que toda la vida ha sido público y se ha hecho en el mismo ayuntamiento. Encima te mienten porque no es necesario que un arquitecto dibuje ningún plano. Por el amor de Dios, si el plano de un local lo hago yo durmiendo la siesta. Y encima cada uno te requiere una cosa y te vuelven loco. Al final te acabas planteando el hecho de acceder, aunque sea a través del que te ha parecido menos deshonroso, pues todos lo son. Acceder a la mentira, es decir, acceder a llenarles las arcas aún más por un procedimiento innecesario. Incluso llegas a plantearte, ya que ellos son ilegales, a empezar desde la ilegalidad. Crear el negocio, traer a los niños, darles clase y cobrarles sin licencia. Sí, caerías en un delito pero ya lo están cometiendo ellos, ¿quién lo haría a más escala… ellos o yo? Yo pienso que ellos, lo tengo clarísimo y es lamentable.

Y bueno, si os ha parecido poco, otro día cuento el tema de las gestorías, lo de darse de alta en Hacienda y en la Seguridad Social, la licencia de cartel, el permiso del gobierno autonómico… Si es que hay empresas que te cobran un riñón y te hacen todo este engorroso papeleo. Yo aseguro que me voy a gastar lo menos posible o voy a pasar de montar la academia hasta tiempos mejores. Tiempos en los que no suban el billete de metro un 50% así de repente, tiempos en los que la gente no sea del Real Madrid o del Barça, tiempos en los que sean puestos en su sitio los explotadores. O tendré que adaptarme a estos tiempos sin agachar la cabeza, montar en hermosa clandestinidad un sueño posible y argumentar estar fuera de ellos, no creer ni compartir sus leyes ni sus oscuras intenciones. Ser anárquico hasta conmigo y regar con Isel el mundo de proyectos poético-empresariales donde nada valga nada, donde todo sea nuestro sin ellos y haya corazón.

Por cierto… un último chiste… se abre el telón y se ve a una estampida de personas que salen corriendo despavoridas al enterarse lo que cuesta su licencia para montar una empresa… ¿Cómo se llama la película? La gran ECLUsión.

lunes, 1 de agosto de 2011

De Isel me gusta...

De Isel me gusta el mango que le sale del árbol de la boca,
me gusta el etílico corazón liado en los tamales,
de Isel me gusta la doliente verdad, los arrítmicos jirones,
el eterno manantial de sus ventanas.

De Isel me gusta el tamborilero paso de septiembre,
su ojo verde que se quiere verde, su ojo rojo que se quiere azul,
me gusta su fiesta interminable, su optimismo metafísico,
su creencia hermosa contra todo experimento.

De Isel me gusta el almendro donde duermo a la deriva,
la vida vista sin aumentos, el hocico puesto en el solar,
de Isel me gusta el posado que me deja postrado
cuatro relojes por lo menos. De Isel me gusta el segundero.

De Isel me gusta que consiga que yo sueñe que sueño soñar con ella,
que haya hecho de mi casa una casa soportable,
que no sufra tanto el verano logarítmico,
que quiera ser aún más que el algarrobo.

De Isel me gusta el nombre y decirlo acongojado,
de Isel me gusta el acantilado donde cae de todo menos muerte,
me gusta la simpleza, la cometa agarrada a la coleta
donde giran absolutamente todos los colores.

De Isel me gusta el carruaje de carne con que me atropella,
la longeva lengua de sus mitades, el cuántico zurrón
donde vibra la fruta en su despensa, la cosquilla
de su isla en mi dolor.

De Isel me gusta el aro de su infancia de mandioca,
el patio de sus piernas donde abunda la maseca,
las macetas de tristeza colgando en las pestañas,
el mundo hecho guayaba en sintonía.

De Isel me gusta la alegría.

De Isel me gusto yo.