lunes, 24 de agosto de 2015

Fragmentos de la ANTOLOGÍA POÉTICA de Harry Martinson

Qué poquísima carne me dio una vez el ave de la belleza.

las venas del manantial sienten vértigo.

La intención de la mayoría es vivir,
no comprender.

como por un río inagotable de viento.

Pronto se cansa el hombre, la vida no se cansa.
Pronto se cansa el ojo, la luz no se cansa.

el sol besará miles de millones de hojas
pero jamás nos buscará a nosotros en la espesura.

Con la serena intención de no perder los estribos
estamos sentados aquí bajo el árbol.

En el mejor de los casos el hombre da con su cuerpo en la mesura
que a menudo es falsa porque vive una vida clandestina.

Cuando es niño se le tranquiliza con el pecho de la madre
y en la madurez, con la sombra del árbol.

La verdad no nos necesita.
Somos nosotros los que la necesitamos.
La verdad no es impaciente.
La impaciencia es completamente nuestra.

Ser simplemente hombre no constituye cargo alguno.

Los devoradores son rameras en la boca.

El deseo verdadero es simple y ardiente
y tiene la ardiente majestad de la desnudez.

Pero los devoradores de bocas muertas y sexos muertos
abarrotan el mundo con todo lo que el amor no necesita.

No confíes unilateralmente en lo inocente.
Embelesa pero no salva.

Cuando mejor es el hombre es cuando aspira al bien que no alcanza

La belleza nunca tiene tiempo de arreglarse

Entre la poesía que vive en tu corazón y la amapola existe un contrato
escrito por el viento y firmado por la destrucción.

Hay en todo recuerdo vivo una savia.

El corazón del hombre canta en su jaula
como un pájaro de la época y cautivo.

Hay en el viento un otoño que también pertenece al caminante.

Debías haberte marchado de ti mismo a otro hombre distinto.

Tú simplemente sigues persiguiendo una alegría que deseas sin sombra.

sin penas que le den profundidad no hay verdadero mar,

El conocimiento jamás es repentino

MUNDO INCONTADO

El Universo no se cuenta.
Cae como hojas y nieve,
se arremolina como nubes de mosquitos
anda errante como ejércitos de hormigas.
Las multitudes incontadas de hierba
se levantan, saludan en su sequía
la multitud incontada de la lluvia.
Y los soles del Universo
pensad sólo en esto—
son más numerosos que las hormigas y hojas del bosque.
Una cosa sabemos:
el Universo no se cuenta.
A través de las multitudes de átomos
los ángeles chispeantes del Universo en coro
respiran el Dios de lo eterno,
incontado y eterno,
enigma y multitud.
Sin embargo no deducimos de esto
nada sobre el Dios del orden.
Solamente nos asombramos, nos horrorizamos.

Comenzamos a ordenar y contar. 

miércoles, 19 de agosto de 2015

Fragmentos de CICLO DE LAS RESURRECCIONES, de Angélica Liddell

Es el castigo lo que le da sentido a la vida
cada vez que el sentido de la vida desaparece.

Hoy tengo pena suficiente para talar un bosque.

mi cabeza es el mismísimo amor.

Porque cuando soy débil, entonces soy fuerte.

Mi libertad consiste en nacer de tus costillas,
y en construir mi verja con tus costillas

Y por ser la tierra mujer y madre, sigo escupiendo
sobre ella.

cómo es posible
que no haya locos medio desnudos inclinados sobre
los puentes, cómo es posible que los bosques no estén
llenos de locos corriendo despavoridos y muertos de
amor...

Algunos pensarán que han sido creados por Dios, pero es al contrario, Dios ha sido creado por el hombre.

La vida no es más que una olimpiada de muertos.

Voy vestida de carne, nada más. Así que tendrás que fornicar con mi espíritu.

Si pudieras engendrar algo dentro de mí, algo que no fuera expulsado jamás al mundo.

Puesto que estás en todas partes me impaciento cuando no puedo quedarme a solas para hablar contigo.

La sombra es el alma en llamas, que ilumina el universo entero.

No encuentro mayor herejía que comportarme como si Dios existiera aun a sabiendas de que no existe.

De modo que ahora observo la pasión reducida a una descripción clínica a manos de esos expertos asesinos de la poesía y de las pasiones.

Lo escucho todo menos la lluvia.

Finalmente la vida es un asunto de cuerpos.

Escribir es como llorar.

Ya soy nadie. Me he convertido en una mujer digna.

Se impone el sol, dice una estúpida en el pronóstico del tiempo, se impone el sol.

Yo no vivo: yo ardo.

yo no lloro, yo lluevo.

Ayer, cuando nos trasladaba el autobús de Lyon a Valence pasamos por ríos, charcos, bosques, puentes... Y yo pensaba: cómo es posible que no haya locos caminando sobre la corriente del río, cómo es posible que no haya locos revolcándose en los charcos, cómo es posible que los bosques no estén llenos de locos corriendo despavoridos, cómo es posible que no haya locos medio desnudos inclinados sobre los puentes... No lo entendía, no entendía aquel paisaje inhumano

Cuando llega el que debe ser amado, estará en todas partes, estará en ti, pero aun así tú nunca estarás con él ni en él.

en vano busco las heridas, hace falta seguir con vida para estar herido

No soy lo suficientemente hermosa para ser fecundada por el diablo.

Mi hoguera es blanca.

Gracias al fuego interno reconoceréis el fuego externo.

La naturaleza no es un seno al que regresar.

los más ignorantes confunden el ingenio con la inteligencia.

Yo he alcanzado una visión aún más plana de la vida, para mí el mundo ya sólo se divide en personas soportables e insoportables. En cualquier caso, se trata del verbo “soportar”. Siempre encuentro algo, algo, algo desagradable en cada persona, algo que debo soportar. Por eso busco a aquellos con quienes puedo unirme en el desprecio.

De la misma manera que los vivos sienten repulsión por los cadáveres, los que llevamos una parte muerta sentimos asco por los vivos

Estoy al borde de las visiones.

La soledad, por muy voluntaria que sea, no se soporta sin espanto.

Ya no hay tiempo para volver a nacer del vientre de un hombre.

¿Quién está ahí? ¿Soy yo la puerta?

El loco busca precisamente el amor de lo normal.

Existen innumerables vampiros que te dejan sin poesía en el cuerpo, que te dicen, esto es simplemente un techo.

las iglesias recogen la hez del mundo.

pasó por mi corazón la sangre de cien caballos.

incluso el cielo me parece un muro.

Y lo que te hace gigantesco es la penumbra.

Qué poca gente tiene el don de la pasión, del agradecimiento y de la poesía.

Lo importante no es lo que Dios creó, sino lo que creó el hombre sin que Dios lo impidiera, porque esa es la venganza de Dios.

Eso es hacerse viejo, estar preparado para todo aquello que nunca llegará.


Y si el amor es simplemente la fascinación de los idiotas por el fuego.