domingo, 23 de marzo de 2014

SINCRONÍAS. Con Olvido García Valdés y Ana Pérez Cañamares.

Próximo martes 25 de Marzo.
Mesa redonda y recital como conmemoración del Día Mundial de la Poesía.

Durante el mes de marzo el Rincón de la Poesía de la Biblioteca Manuel Alvar, espacio dedicado al encuentro, estudio y difusión de la creación poética, quiere rendir homenaje a la Red de Arte Joven de Poesía de la Comunidad de Madrid.

En este encuentro, poetas nacidos a partir de los 80 que participaron en la Red conversan con poetas precedentes a su generación y que han influido en su obra.

Participan: Olvido García Valdés, Ana Pérez Cañamares, Ángela Álvarez Sáez, Verónica Aranda, Pedro J. Morillas y Leticia Vera Seves.

Presenta y modera el acto Eva Chinchilla.

Lugar: Salón de actos. Entrada libre hasta completar aforo.

Hora: De 19:30 a 20:30.

Transporte: Metro (Diego de León) Bus-cercanías ( 1, 12, 43, 48, 56, 74)

jueves, 20 de marzo de 2014

Mi padre

Mi padre:
escrupuloso fortín
de ramas cortadas
por la hoz.

Mi padre:
colorín, colorado,
esto no ha hecho
sino empezar.

Mi padre
de palabras cuentagotas,
detallista sólo
con el campo.

Mi padre grande
como un hemisferio
lleno de olivos
recién arados.

Mi padre
que suelda
con los ojos
y las manos
y entiende
con precisión
al animal.

Mi padre
que quisiera
en los poemas
instrucciones;
exagerado
como un andaluz
a contraluz
de viento.

Mi padre
maravillado
ante su propio
ego;
rotundo
como una retina
sincerada.

Mi padre:
ateo penitente
para el que no está mal
lo demasiado.

Mi padre
chapado
a la anterior;
sincronizado
por un batallón
de impulsos;
memoria
de imposible
estraperlo.

Mi padre
amaestrando
a su dueña,
encogido
el corazón.

Mi padre
diciéndonos algo
en mitad
de la cerveza.

Mi padre con los ojos
rellenos
de albuferas,
las albuferas rellenas
de salitre,
el salitre relleno
de hierbajos,
los hierbajos rellenos
de mochilas
de curar.

Mi padre
que vive en el holoceno,
que duerme con el oído
pegado
a la aceituna,
que tiene un cántaro
donde nadie
ha llorado
jamás.

Mi padre
de irrompible
alabastro,
cavadora
de ortigas,
de sí mismo
campeón.

Mi padre
que me ha dicho
tantas cosas
sin decir,
que ha despertado
al gallo de los días
antes de que saliera
su nombre
por entre
las montañas.

Mi padre
que es yo
y mi consecuencia,
que tiene las duras
manos
hechas de todo
menos de piel.

Mi padre
parecido al tuyo
sólo que tú crees
que el tuyo
es mejor
y te equivocas.

Mi padre
incapaz de darse
pero dando a entender
su colchonería,
leñador de los brazos
del olivo,
jupiterino
contador
de anécdotas
hinchadas
por el silencio.

Mi padre
atento a la cinética;
ladrido contra
el presente,
huérfano de todos
menos
de él.

Mi padre
que ni un abrazo
ni un beso
ni la más mínima
felicitación;
mi padre
al que no le ha
hecho
falta
tanta
tontería.

Mi padre
que me pare
cada día
cuando
no me lo dice
pero
me piensa.

lunes, 17 de marzo de 2014

Génesis

El dieciséis de marzo de
mil novecientos ochenta y seis
tuvieron frío los piroclastos,
se equivocaron los pájaros
de meteorología,
perdió la cuenta
la belleza.

El dieciséis de marzo de
mil novecientos ochenta y seis
se miró el agua en el agua
y creyó tener una visión,
se miró el fuego en el agua
y se quemó la ira,
se miró el espejo en el espejo
y empezó la vista
a tener
caducidad.

El dieciséis de marzo de
mil novecientos ochenta y seis
se sintió satisfecha la geometría,
saltaron las combas
estampidas de niños,
se abrió en canal Tegucigalpa
y estaba la guerra
jugando
al escondite.

El dieciséis de marzo de
mil novecientos ochenta y seis
vio Dios que todo estaba bien,
esta vez,
en serio;
y yo tenía dos años y noté,
de repente,
cómo mi esperanza
de vida
se disparó.

Ese día,
para sorpresa de todos,
pidiendo perdón al sol
miró fijamente el girasol
hacia Honduras
y sonrió
en plenitud
su ceguera.

El dieciséis de marzo de
mil novecientos ochenta y seis
es el año cero
del infinito relevo
del amor.
El día en que
todas las montañas
estaban encintas
y una ráfaga de calendarios
se desabrochaban
el tiempo.

Dieciseis de marzo de
mil novecientos ochenta y seis:
el día en que Isel
me dio
a luz.

sábado, 15 de marzo de 2014

Carta de Huidobro a Buñuel

París, 15 (o 13) Mai 1931

Sr. Dn. Luis Buñuel

He sabido que usted ha mezclado mi nombre en asuntos suyos en que yo no tengo que mezclarme y diciendo cosas absolutamente falsas.

Ha dicho usted que yo atacaba al subrealismo [sic] porque había querido entrar en él y no había podido. Esto es una simple mentira. En primer lugar nunca he querido entrar en el subrealismo, en segundo lugar es falso que yo ataque al subrealismo. Lo he atacado hace años y por escrito, de frente, en lo que había que atacarle y tanta razón tenía que ellos mismos reconocen ahora que el dictado automático -justamente el punto que yo ataqué- ha sido un fracaso respecto a lo que se esperaba podría dar. En muchas otras cosas los he defendido siempre y los defendía en tiempos en que usted los atacaba o iba a ponerse a las órdenes de Servas para ir contra ellos. Creo que no habrá usted olvidado aún esos tiempos.

Así pues es falso que yo haya querido entrar al subrealismo y le desafío a demostrar lo contrario. He pertenecido al movimiento más interesante de este siglo -no como uno de tantos sino entre los primeros- y jamás he tratado de sacar partido de ello, sino muy al revés he preferido retirarme y trabajar en silencio. Por el momento no me interesa la bullanguería y cuando me dé la gana de volver a saltar al medio ya verá usted que también sé hacerlo y conozco la técnica.

En cuanto a lo de mi labor revolucionaria y lo de si soy o no soy comunista, no es usted quien puede hablar. Mientras no firme usted en el partido comunista no puede usted decirme nada a mí. Por otra parte mi labor revolucionaria es bastante más antigua que la suya y bastante comprobada en diferentes países. Ahora mismo en España, en el mes de enero de este año, aún bajo los peligros del otro régimen, yo he llevado dos manifiestos a Madrid, uno de los cuales se publicó y el otro no apareció por ser considerado «demasiado» revolucionario. Yo pasé la frontera con ambos en mi maleta, exponiéndome a ir a pasar mi vida en una cárcel. ¿Haría usted lo mismo? ¿En dónde estaba usted? ¿Qué hacía usted en esos momentos?

Lo único que usted podría reprocharme es que el manifiesto que se publicó no llevara mi firma. Naturalmente, tal vez habría sido más valiente firmarlo, pero me parece una tontería ir a parar a la cárcel por un simple gesto, además innecesario, cuando lo importante es poder seguir trabajando al servicio de la causa. Usted sabe que Lenin y Trotski no firmaban sus manifiestos en tiempos del Tzar.

Todos sus reproches son absolutamente injustos y falsos. Se advierte a la base de todos ellos un espíritu mezquino que quiere colgar a los otros sus propios defectos. Sólo me hacen lamentar el haberme equivocado y haberle defendido a usted en Madrid cuando le atacaban antiguos amigos suyos, diciendo que usted puede dar el camelo en París, pero no a ellos que le conocen muy bien y que saben la medida de su inteligencia, diciendo que sus films son obra sólo de Dalí, diciendo que todo lo que usted hace es pura política movida por impulsos de arrivismo [sic], que no hay nada de auténtico en usted, que todo es farsa y boquilla y cuando le conviene marcha con el fascista cretino de Jiménez Caballero, que estaba usted loco por entrar en el subrealismo como un provinciano maravillado con las cosas de París, que se pescó usted a la cola del subrealismo agonizante y que los subrealistas le aceptaron en ese momento en que andaban buscando discípulos en cualquier parte, etc., etc.

Esto es lo que dicen de usted en Madrid. Hará bien en ir a demostrarles que se equivocan y probarles que es «auténtico» y en caso necesario un hombre de acción. España se está poniendo interesante, y nada despreciable. En cuanto a lo que me manda decir de que se caga en mí, esto es gratuito y fácil... de boquilla... que de otro modo sépase que el día que me tocara usted un pelo sería un día bien triste para sus dientes y si fuera usted más fuerte que yo se encontraría usted cinco tiritos en el vientre aunque tuviera que buscarlo debajo de la tierra y aunque me pudriera en una cárcel.

Sólo me queda agregarle, para terminar, que yo también le mando decir que me cago en usted hasta su quinta generación.

Vicente Huidobro
París 16 Rue Boissonade

Le ruego en el caso de que muestre usted esta carta, mostrarla íntegramente, no por fragmentos, sino de la primera línea hasta la última.



Vicente Huidobro, Poesía y Creación, Colección Obra Fundamental; Selección y prólogo de Gabriele Morelli.