CARTAS A LAS GOLONDRINAS
La golondrina llega tan lejos porque es
la flecha y el arco a la vez.
Os quiero escribir porque sé que se os
debe carta desde hace siglos, carta que os abarque a todas, carta
para agradecer vuestra hermosa poesía sin contenido, hermosa en su
distraer y disuadir de las raquíticas y mezquineras ideas económicas
que quieren llenar toda el alma contemporánea. ¡Cómo os reís de
esa menudencia que se llama contenido!
Por eso os escribo, porque estoy
conforme con vuestro presencial “todo sigue igual”, siendo lo
estable en la Naturaleza, lo devenirista, lo sensato.
...en la cola vuestras largas plumas
timoneras son, con su forma de tijera abierta, la tijera que corta el
hilo del invierno.
...sois una “flecha mística en busca
de un corazón”
Queridas golondrinas: sois las anclas
del alma que en su angustia se siente llevada lejos por presunciones
de ciclón
Sois la alegría del rasgueo de la
carta cuando ya la humanidad se ha hecho al estado de pésame y hay
que seguir viviendo y tener esperanza.
Comprendí lo que me decíais
descifrando las señas que me hacíais ayer: “Vive en la onda
serena y para la onda vaga, lumínica y etérea y así sabrás irte a
donde no sabes como supiste entrar en la vida desde donde no sabías”.
Sé que vuestros ojos de gotita de
tinta me ven echando humo por mi pipa como una chimenea más entre
las chimeneas y que creéis aún que soy un espía robanidos que está
esperando que nazcan vuestros hijos para comérselos.
...en vuestras alas y en vuestro ir y
venir de espías.
Rubricáis el cielo, pero vuestra
rúbrica no firma ninguna sentencia, es sólo la prueba de firma y
rúbrica que hace el niño que comienza a escribir.
En medio de la gran farsa que se
representa aquí abajo —ya
sabéis que yo procuro no tomar parte en ella—
vosotras vivís la sinceridad sencilla con plumas brillantes, con
ojos de azabache. ¡Qué envidia vuestra liberación en lo altísimo,
vuestro juego sin asociaciones!
Os
lleváis en el pico los gusanos de nuestra muerte invernal y
aligeráis la vida de sus corroedores sistemáticos.
Sois
como paréntesis de una idea que vuela gracias a sus paréntesis.
Vuela
con vosotros alegre el luto que no tuvimos, el luto de lo que aún
vive.
Vuestros
ojos están hechos de pedacitos de ojos humanos, dos gotitas de ojo
cuajadas en las órbitas.
Sois
como todos los lazos volando y poneís corbatita de capricho a la
severa tarde.
Sonreís
a lo que significa almanaque
...al
conocer, como conocéis, el sol en la cornisa, conocéis lo mejor del
mundo.
Con
vuestras cabezas sudafricanas y vuestros ojos de rocío que ve, sois
cascabeles negros que hacéis al Occidente alegre hermano del
Oriente.
Sé
que sois hoces del cielo, que dais cuenta, como segadoras
incansables, de las mieses invisibles y cosecháis el trigo azul que
será el pan de los poetas.
...dibujáis
en el cielo los planos de las ciudades futuras con los tiralíneas y
compases de vuestras alas.
Veo
que os bañáis un instante en el agua como la mano que sólo roza el
agua bendita, y después persignáis el cielo.
...os
afiláis tanto en el aire que hay ratos en que sólo se os ve el
filo.
Lo
mejor de la vida es este entrecomillado de golondrinas que rozan el
corazón y sobresaltan el idilio.
Tenéis
algo de prestidigitadoras y aparecéis y desaparecéis a la vista
como si hubiese para vosotras misteriosos burladores o invisibles
bolsillos en el cielo.
P.D.
—Recuerdos a Bécquer.
CARTAS
A MÍ MISMO
El
hombre bueno no está enfermo de sí mismo, sino enfermo de los
demás, de su contagio inevitable, pues lo contagioso de ese género
aprovecha la soledad para venir infernalmente a vernos.
Tengo
la ventana abierta, y en la noche serena del verano oigo a un niño
que llora y llena el anchuroso silencio de los sucesivos patios de
una nota de agonizante que me hace pensar que los niños comienzan a
llorar de muerte.
La
luz no sabe dónde está ni dónde queda su llave...
...gracias
al alma, que es el paracaídas que se abrirá cuando caigamos en los
insondables abismos, el paracaídas que no fallará, que se
desplegará como una medusa en el agua, dándonos cuenta súbita de
que vivimos en otro elemento del que salimos sin saberlo y al que
volvemos al fin.
Siento
fenómenos de acabóse.
...sin
ella el mundo dejaría de tener el espacio necesario.
...el
escándalo de la vida, donde abundan los sin alma, que han formado el
cuadro del exterminio de los con alma.
...llévense
todo lo que tengo a mi lado, menos a mí
El
mundo es una almoneda, y entre los cuatro cacharros y las cuatro
cosas de la almoneda vive uno escuetamente.
Las
cartas son escribirse de lo que no se sabe que va a ser.
Cada
día noto que no se explica lo natural más que por lo sobrenatural y
por eso querría hablar sobrenaturalmente.
Te
diría que cada vez estoy más solo y me voy quedando sin mí mismo.
Gracias
a que no perdí tanto porque siempre he estado distraído, en vuelo
sobre las mezquindades humanas, fiándolo todo al correr de las nubes
y dando mi fortuna con desprendimiento sumo, sin querer retenerla,
ansioso de estar solo con mi pobreza.
...perderemos
lo único que tenemos: la tregua
“Esta
espera es una propina de vida”.
...refuerza
toda pausa
...tú
eres yo y yo soy tú, ni gemelos siquiera, sino los dos un hijo
único.
...las
únicas cartas que quedan contestadas al escribirlas
Ahora
veo que escribir sinceramente es el artificio más difícil del
mundo.
En
estas cartas lo que quiero lograr es decir algo de lo recóndito que
hay en mí. ¿Qué es lo más recóndito de lo recóndito? ¿Los
guantes que por dentro tienen las manos? ¿El sombrero de copa que
llevamos dentro del pecho y del que sacamos lo más cordial de que
somos capaces? ¿Ese cubo con peces que sacamos del lago interior?
Les
ganamos la partida a los obcecados y fanatizados, pudiendo decir lo
que queremos. Entremedias de la brutalidad es bonito decir la frase
inaudita.
No
hay felicidad como la de pensar lo que se quiere en vez de pensar en
lo que los demás quieren.
La
muerte, que podía ser un horrible dismigajamiento de la carne, es
sólo una notificación, que por eso nos da tiempo y serenidad.
Como
no estoy esperando a ninguna hora para vengarme de nadie ni de nada
—bastante nos venga la vida sin insinuárselo la nada—, esa
llegada de mis cartas al jardín es tranquila, como un desplegar de
periódicos extranjeros.
La
vida que nos rodea inextenso es como una pandereta y el más cordial
símbolo de esa pandereta es la luna.
No.
La vida es esta contemplación, esta contemporización y que la
policía persiga a los ladrones que quieren encarecernos demasiado la
vida, los fratricidas por ambición, demasiada gentuza para comerse a
un hombre solo.
...tú
sabes que un minuto que se tenga de verdadera indiferencia y de ocio
con el corazón alegre, basta para vencer todo ese atosigamiento del
ruido de la máquina del gran cálculo en el salón central del Banco
de la vida.
El
mayor pecado del hombre y de la mujer —de la mujer sobre todo—
fue y sigue siendo la ingratitud, el no ver que el mundo hasta en la
mayor pobreza desvaría de riquezas —sobre todas la gran riqueza de
la locura— y tan gran pecado fue el que necesitó toda la grandeza
de la Redención para hacerlo perdonar de algún modo, para que el
hombre pudiese optar al premio de la inmortalidad divertida.
Estas
cartas deben quedar, porque son un halago a la rebeldía; no se las
pasan denunciando al clima y a la Historia, sino que, por el
contrario, quieren revelar que en nuestra época también hubo un
espacio de serenidad para las almas que no enloquecieron.
Nuestra
correspondencia va a acabar como todo.
Necesitamos
no saber lo que piensa aquel a quien deseamos escribir. Tiene que
haber perspectiva y diferencia entre aquel a quien escribimos y
nosotros.