martes, 24 de febrero de 2015

Sobre LA TEXTURA DEL TIEMPO, un ensayo dentro de ADA O EL ARDOR, de Vladimir Nabokov

Al poco de llegar a Madrid, con el ardor de los 18 años, empecé a leer por consejo de algunos compañeros a Nabokov. Así, Ada o el ardor se convirtió muy pronto en mi novela favorita por aquel entonces. No era sólo por la potente historia de amor sino por su complejidad y por su canto al placer, un placer casi metafísico con raíces en la tierra. Cuál fue mi sorpresa terminando el libro (sorpresa mayúscula para un estudiante de ingeniería que empezaba a descubrir lo poquísimo que le interesaba la materia) cuando leí parte de un supuesto libro que el protagonista llama La textura del tiempo y en el que trata los conceptos que tanto me fascinaban de espacio-tiempo desde un punto de vista poético a modo de ensayo. Comparto algunos fragmentos:

Mi finalidad al escribir La textura del tiempo, obra difícil y deleitable que me dispongo a poner sobre la mesa ya iluminada del lector aún ausente, consiste en purificar mi propia noción de “tiempo”. Voy a examinar la esencia del Tiempo, no su transcurrir, porque no creo que su esencia pueda reducirse a su transcurrir. Deseo acariciar al Tiempo.
Uno puede estar enamorado del Espacio y de sus posibilidades: la velocidad, por ejemplo, la velocidad lisa, el silbido de su sable, la gloria aquilina de la velocidad domada, el grito de alegría de la curva. Y uno puede estar enamorado del Tiempo, su tejido y su extensión, la caída de sus pliegues, el mismo carácter impalpable de su cendal grisáceo, el frescor de su continuum. Querría hacer algo con él, abandonarme a un simulacro de posesión. Sé que todos cuantos han tratado de llegar al Castillo Encantado se han perdido en la noche o han quedado atascados en el Espacio. Sé también que el Tiempo es un perfecto caldo de cultivo para las metáforas.

Tal vez la única cosa que permite entrever el sentido del Tiempo es el ritmo. No los latidos recurrentes del ritmo, sino el vacío que separa dos de esos latidos, el hueco gris entre las notas negras: el Tierno Intervalo. La pulsación misma no hace sino recordar la triste idea de la medida, pero entro dos pulsaciones hay algo que se parece al verdadero Tiempo.

El ritmo lento disuelve el Tiempo, el ritmo rápido no le deja lugar.

El corazón, asiento de males particulares que nada tienen que ver con el Tiempo.

Y, ya que hablamos de evolución, ¿podemos imaginar el origen del Tiempo, y los escalones o vados por los que transitó, y las mutaciones que desechó? ¿Ha habido alguna vez una forma de Tiempo “primitiva”, durante la cual, por ejemplo, el Pasado, aún no claramente diferenciado del Presente, dejase aparecer sus formas y fantasmas a través de un “ahora” todavía blando, largo y larval? ¿O es que la evolución no ha afectado más que a la medida del tiempo, del reloj de arena al reloj atómico, y de éste al pulsar portátil? ¿Y cuánto tiempo necesitó el Tiempo Antiguo para convertirse en el Tiempo de Newton? “Pondera el Huevo”, como decía el gallo francés a sus gallinas.

Antes de continuar, debemos precavernos contra dos errores. El primero es la confusión entre los elementos temporales y los espaciales. Ya hemos denunciado en estas notas a ese impostor llamado Espacio; más tarde le citaremos a juicio, en el curso de nuestra investigación. El segundo error que hemos de rechazar es un hábito de lenguaje que conservamos desde tiempo inmemorial. Consideramos al Tiempo como una especie de arroyo, sin gran relación con un verdadero torrente alpino cuya blancura destaca sobre un fondo de roca negra, o un gran río de color sucio en un valle ventoso, pero en permanente fluir a través de nuestros paisajes cronográficos. Estamos tan habituados a ese espectáculo mítico, tenemos tal necesidad de licuar hasta el menor coágulo de vida, que acabamos por no poder hablar de Tiempo sin hablar de movimiento. Es verdad que ese sentido del movimiento procede de fuentes muy naturales, o, al menos, familiares: el conocimiento innato que tiene el cuerpo de su circulación sanguínea, el vértigo ancestral provocado por la salida y la puesta de los astros, y, por supuesto, nuestro métodos de medida, como la sombra móvil del reloj de sol, la caída de la arena en el de arena, los saltitos de la segundera... con lo que hemos vuelto otra vez al Espacio. Consideremos los marcos, los receptáculos. La idea de que el Tiempo “corre” en un sentido tan natural como el de la caída de una manzana en un jardín, implica que “corre” por y a través de algo, y si pensamos que ese “algo” es el Espacio, no nos queda sino una metáfora que “corre” a lo largo de una cinta métrica.

El Espacio es un hormigueo en nuestro ojo, y el Tiempo un canto en nuestro oído”, dice un poeta moderno, John Shade.

¿Existe algún uranio mental cuya descomposición pudiera utilizarse para medir la edad de un recuerdo?

La vida de cada individuo supone, desde la cuna a la tumba, la elaboración y consolidación progresivas de esa espina dorsal de la consciencia que es el Tiempo de los fuertes. “Ser”, quiere decir saber que se “ha sido”. “No ser” implica la única “nueva” especie de (falso) tiempo: el futuro. Lo descarto. La vida, el amor, las bibliotecas, no tienen futuro.

El Tiempo es cualquier cosa menos este tríptico popular: un pasado que ya no existe, el punto sin duración del “presente”, y un “todavía” que no puede llegar jamás. No. No hay más que dos paneles. El Pasado (existente para siempre en mi espíritu) y el Presente (al que mi espíritu confiere duración, y, en consecuencia, realidad). Si consideramos un tercer panel de la esperanza satisfecha: lo previsto, lo predestinado, la capacidad de previsión, de pronóstico perfecto, seguimos aplicando el espíritu al Presente.

Más adelante, cuando el protagonista cuenta a su amante su intención de la obra, su propósito de hacer una novela dando nueva vida al Tiempo amputándole de su hermano siamés el Espacio y del falso futuro, Ada, la magnífica Ada, le responde:

Me pregunto si esa tentativa de descubrimiento se merece la policromía de una vidriera. Podemos saber el tiempo que hemos tomado. Podemos saber el tiempo que hemos dado. Pero no podemos saber lo que es el Tiempo. Sencillamente, nuestros sentidos no han sido hechos para percibirlo. Es como...

Ha pasado más de una década desde que leí la obra por primera vez y no sé si, desde entonces, lo que ha pasado ha sido el tiempo o el espacio.


El espacio que no tiene tiempo es la nada.  

lunes, 23 de febrero de 2015

Fragmentos de ADA O EL ARDOR, de Vladimir Nabokov

Las agujas de un reloj de pared, aun cuando no funcione bien, deben saber, y hacer saber al más tonto de los relojitos de pulsera, dónde se encuentran. De no ser así, ya no hay reloj, ya no hay cuadrante; no hay más que una cara en blanco con unos falsos bigotes. Igualmente, tchelovek (el ser humano) debe saber dónde está y hacérselo saber a los demás; y, de no ser así, no es ni siquiera un klok (pedazo) de tchelovek; no es ya un él, ni un ella, no es sino "una pizca de nada"

el delicioso apretón de su sexo, la lealtad de su vaivén

yo me embriagaba con el olor de niña que exhalaba tu brazo desnudo, y con el olor de tus cabellos, asesinado más tarde por algún perfume de moda

La ternura redondea el triunfo verdadero, la dulzura lubrifica la liberación genuina: esas emociones no son síntomas de gloria o de pasión en nuestros sueños.

Van se encontró, de un modo todavía vago y distraído, luchando con la ciencia que sería más tarde la preocupación obsesiva de su edad madura: los problemas del tiempo y el espacio, el espacio contra el tiempo, el espacio distorsionado por el tiempo, el tiempo como espacio y el espacio como tiempo, y el espacio, en fin, separándose del tiempo en el triunfo último y trágico de la reflexión humana: "muero, luego soy".

Uno siente... como si representase un papel y descubriese de pronto que ha olvidado la réplica siguiente

siempre que abría el primer libro que encontraba, se sumergía en él en cuerpo y alma, con el movimiento instintivo de una criatura acuática que entraba de nuevo en contacto con su elemento natural

No era suficiente decir que, al hacer el amor con Ada, Van descubría la angustia, el agon, la agonía de la "realidad" suprema

La Observación no es siempre la madre de la Deducción

¿No es extraño que, cuando volvemos a ver, tras larga separación, a un compañero de colegio o a una tía gorda a quien quisimos mucho de niños, descubrimos intacto el calor humano de la buena amistad, y que eso no ocurre nunca con una antigua amante? Parece como si la parte humana de nuestro afecto hubiera sido barrida la mismo tiempo que las cenizas de la pasión inhumana en una operación de demolición general.

Partir c'est mourir un peu, et mourir c'est partir un peu trop

El pensamiento del hombre, monista por naturaleza, no puede aceptar la idea de dos nadas. Reconoce una nada, la de su inexistencia biológica en el pasado infinito, patente en el absoluto vacío de su memoria.

El olvido es como un espectáculo que se representa una sola noche.

Una estúpida compasión (sentimiento que experimento pocas veces) hizo que mi deseo se debilitase

¿Qué son los sueños? Una azarosa sucesión de escenas triviales o trágicas, estáticas o itinerantes, fantásticas o familiares, que nos muestran acontecimientos más o menos verosímiles, remendados con detalles grotescos, y que resucitan a los muertos para instalarlos en nuevos escenarios.

Una nota de rocío en el muslo rojizo va a encontrar pronto una respuesta estilística en la lágrima agua-marina que cae en el ardiente pómulo.

Los sonidos tienen colores; los colores, perfumes.

Nuestro primer amor es la primera ovación de una sala puesta en pie

Todos conocemos los viejos guardarropas de los viejos hoteles de la zona subalpina del Viejo Mundo. En principio, uno abre la puerta con infinitas precauciones, muy lentamente, muy suavemente, con la vana esperanza de ahogar el atroz crujido, el gemido rechinante que la puerta va emitiendo al abrirse. Y luego, se descubre en seguida que cuando se la abre o cierra con celeridad, con un empujón audaz el gozne diabólico es cogido por sorpresa y su grito no viene a turbar nuestro silencio triunfante. A pesar de la exquisita y soberana felicidad que les inundaba y satisfacía (y no queremos hablar solamente de la herida rosa de Eros), Ada y Van sabían que ciertas puertas de la memoria deben permanecer cerradas si no se quiere que su monstruosa queja desgarre hasta el último nervio del alma. Pero si la operación se ejecuta con presteza, si las manchas indelebles sólo son mencionadas entre dos ágiles agudezas, es posible que la fuerza anestésica de la vida atenúe el inolvidable suplicio que podía resultar de la puerta que se abre.

la muerte no era otra cosa que una reunión más completa de los infinitos fragmentos de la soledad

Puede que en otros mundos más edificantes y moralmente más profundos que esta burbuja de fango existan restricciones, principios, consolaciones -incluso un cierto orgullo- que lleven a hacer feliz a una mujer a la que no se ama verdaderamente

Las flechas perdidas del destino de cada persona quedan dispersas a su alrededor

la noche anterior una tormenta había pulverizado la espina dorsal al milagroso verano

domingo, 22 de febrero de 2015

Cerca de las estrellas

Mi padre tenía un Renault 9. Sólo recuerdo el color gris del coche y la música que sonaba adentro. Oscilaba entre Queen y lo más variopinto de la música de los setenta. Entre todas las melodías, no sé por qué, recuerdo especialmente este Cerca de las estrellas de los Pekenikes, que me sigue pareciendo fabuloso hoy día. La música, desde luego, no parece del grupo, ni siquiera de este mundo, es de esas canciones que resultan inconcebibles, magníficas.

Hace poco me visitaron mis padres y la puse a todo volumen.

-Ya no se hace música como esta -decían.

-Ya no se hace nada como entonces -casi repetí yo, como si supiera algo de antes, como si la música existiera antes de ese momento. 

sábado, 21 de febrero de 2015

Fragmentos de LA DESTRUCCIÓN O EL AMOR de Vicente Aleixandre

La vida es una vívida corteza

No te acerques, porque tu beso se prolonga como el
choque imposible de las estrellas

juncos de verde sangre que ahora nace

donde la tristeza sacude su melena de vidrio

Ni los peces innumerables que pueblan otros cielos
son más que las lentísimas aguas de una pupila remota

como ondas sobrepasándose hasta derribarse en el seno

espejo hacia el cenit que repugna las luces

Tu corazón tomando la forma de una nube ligera
pasa sobre unos ojos azules

Ámame como el vestido de seda
a su quietud oscura de noche

un mar como dos labios sobre la arena

por qué esa niña que muere entre dos venas ríos
no se va hacia la mar como todos los buques

Quiero saber si un puente es hierro o es anhelo
esa dificultad de unir dos carnes íntimas

ese beso cuajado de sangre pura

labios largos casi tocan opuestos horizontes

como esa mirada humilde de una carne
que casi toda es párpado vencido

el murmurar de tu secreto en el oído que espera

qué llanto a veces escucho cuando eres sólo una lágrima

Duele la habitación como la caja del pecho,
donde palomas blancas como sangre
pasan bajo la piel sin pararse en los labios
a hundirse en las entrañas con sus alas cerradas

por qué ahora eres un agua,
esas orillas frescas donde unos pies desnudos se bañan con espuma

como un viento que lleva sólo un pájaro o mano

esos ojos por donde sólo boga el silencio

El brazo es largo como el futuro de un niño;
mas para qué crecer si el río canta
la tristeza de llegar a un agua más fuerte,
que no puede comprender lo que no es tiranía

Llegar como unos labios salobres que se llagan

ese brazo largo de cera fina y dulce
que se estira en el agua salada al deshacerse

nauseabundo pájaro de barro contagiable

Todo es sangre o amor o latido o existencia

Triste historia de un cuerpo que existe como existe un planeta

en ese oscuro hueco sin latido
del ciego y sordo y triste que en tierra duerme su opacidad sin lengua

la luna que pasa sin sonido

¡Luna, luna, sonido, metal duro o temblor:
ala, pavoroso plumaje que rozas un oído
que musitas la dura cerrazón de los cielos,
mientras mientes un agua que parece la sangre!

Su tristeza como frente nimbada,
hunde

Tu tristeza, minutos antes de morirte,
sólo comparable con la lentitud de una rosa cuando acaba,
esa sed con espinas que suplica a lo que no puede,
gesto de un cuello, dulce carne que tiembla

sólo quiero tu muerte cotidiana

Matarte a ti, pie inmenso, yeso escupido

Canto el cielo feliz, el azul que despunta,
canto la dicha de amar dulces criaturas,
de amar a lo que nace bajos las piedras limpias,
agua, flor, hoja, sed, lámina, río o viento,
amorosa presencia de un día que sé existe

se empeñaba siempre en enseñarme cómo deben ser los muslos por los labios

Todo está bien. Pero está mejor ser de verdad

paloma núbil que aletea en la frente

noche y el día no son lo negro o lo blanco,
sino la boca misma que duerme entre las rocas

el polvo que llueve sobre la tierra mísera

un duro acero que nos refleja siempre

encendida una lengua de nieve
surte por una boca

como el contacto de los amantes cuando la luna los ignora

Un columpio de sangre emancipada

resbalando en los hombros como leche

cuando el alba desnuda avanza un muslo

la luna convertida en papel
siente que el viento la riza sonriendo

La luna es ausencia

Tu corazón gemelo como un pájaro en tierra,
como esa bola huida que ha plegado las alas,
como dos labios solos que ayer se sonreían...

Relojes como pulsos 
en los árboles quietos son pájaros cuyas gargantas cuelgan

chirriante como navaja fresca que deshace a una virgen

esa espuma ligera que son siempre los dientes
cuando van a decirse las palabras oscuras

descendiendo a unos brazos que un diminuto mundo
oscuro crean

perros de lana flotan quietos
por pantanos de seda acariciada

tus ojos que no giran porque no tienen lágrimas,
tu corazón constante como una nuez vencida

como lo verde nuevo que crece entre la carne

irresponsable belleza que a sí misma se ignora

esa verde hiedra que en los muslos
finge la lengua vegetal casi viva

amarlos con las garras estrujando su muerte

Esa dicha creciente que consiste en extender los brazos

como un remoto rumor de dientes jóvenes

en el secreto tuétano del hueso de los tigres

la muerte es esa contracción de la cintura
que siente que la abarca una secreta mano

La muerte es el vestido

Una mano del tamaño del odio

el amor era el chocar de los rayos crujientes
sobre los cuerpos humanos derribados por tierra

como la gaviota que en medio de la noche
tiene un color de sangre sobre el mar que no existe

como la dura piedra que los besos encienden

viernes, 20 de febrero de 2015

Fragmentos de POESÍAS Y CARTAS del Conde de Lautréamont

No existen dos clases de poesía; sólo existe una.

Hay entre el autor y el lector una convención poco tácita, en virtud de la cual el primero se titula enfermo y acepta como enfermero al segundo. ¡Es el poeta quien consuela a la humanidad! Los papeles se han invertido arbitrariamente.

No dejaré Memorias.

La poesía no es la tempestad, ni tampoco el ciclón. Es un río majestuoso y fértil.

¡No hagáis como esos exploradores sin pudor, magníficos a sus propios ojos, de melancolía, que encuentran cosas desconocidas en su espíritu y en su cuerpo!

No halaguéis el culto de los adjetivos tales como indescriptible, inenarrable, rutilante, incomparable, colosal, que mienten sin vergüenza a los sustantivos que desfiguran: la lubricidad los persigue.

Nos transmitáis a quienes os leen más que la experiencia que se desprende del dolor y ya no es el dolor mismo. No lloréis en público.

Las verdades inmutables y necesarias que hacen la gloria de las naciones y que la duda se esfuerza en vano por quebrantar, han comenzado en tiempo muy antiguo. Son cosas que no deberían tocarse. Quienes desean crear la anarquía en literatura, con el pretexto de lo nuevo, caen en el contrasentido. No se osa atacar a Dios; se ataca la inmortalidad del alma. Pero también la inmortalidad del alma es vieja como las bases del mundo. Si debe ser reemplazada, ¿qué otra creencia la reemplazará? No podrá ser siempre una negación.

Si sois desdichados, no debéis decírselo al lector. Guardáoslo para vosotros.

La poesía personal ha cumplido su tiempo de juglerías relativas y contorsiones contingentes. Retomemos el hilo indestructible de la poesía impersonal, bruscamente interrumpido desde el nacimiento del frustrado filósofo de Frena, desde el aborto del gran Voltaire.

La poesía es la geometría por excelencia.

La duda siempre estuvo en minoría. En este siglo, está en mayoría. Respiramos por los poros la violación del deber. Esto sólo se vio una vez; no se lo verá más.

No bastaría toda el agua del mar para lavar una mancha de sangre intelectual.

En la desdicha, los amigos aumentan.

Cada vez que leí a Shakespeare, me pareció que desmenuzaba el cerebro de un jaguar.

El amor por una mujer es incompatible con el amor por la humanidad.

El sueño es una recompensa para unos, un suplicio para otros. Para todos es una sanción.

No conozco obstáculo que supere las fuerzas del espíritu humano, salvo la verdad.

Es una prueba de amistad no advertir el aumento de la de nuestros amigos.

Los hombres que se han resuelto a detestar a sus semejantes ignoran que es preciso empezar por destruirse a sí mismo.

Una verdad trivial contiene más genialidad que las obras de Dickens, de Gustave Aymard, de Victor Hugo, de Laudelle. Con éstas, un niño que sobreviviese al universo no podría reconstruir el alma humana. Con aquélla, podría hacerlo. Parto de la base de que no descubrió, tarde o temprano, la definición del sofisma.

El plagio es necesario. El progreso lo implica.

Ocúltate, guerra.

Elohim está hecho a imagen del hombre.

La poesía debe ser hecha por todos. No por uno. ¡Pobre Hugo! ¡Pobre Racine! ¡Pobre Coppée! ¡Pobre Corneille! ¡Pobre Boileau! ¡Pobre Scarron! Tics, tics y tics.

Nacemos justos. Cada uno tiende a sí mismo. Es lo inverso del orden. Hay que tender hacia lo general. La tendencia hacia sí mismo lleva a todos los desórdenes, en la guerra, en la economía.

jueves, 19 de febrero de 2015

Más AFORISMOS de Lichtenberg

Me gustaría ser rey, por la sola diversión de oírme llamar, por obra de mis pocos talentos, Lichtenberg el Grande.

No puedo creer que llegará el día en que se demuestre que somos obra de un Ser Supremo y no, como las apariencias sugieren, de un ser asaz imperfecto, que se dedicó a confeccionarnos para pasar el rato.

Después de sostener una Guerra de Treinta Años consigo mismo, al fin logró concertar un armisticio. Pero el tiempo estaba perdido.

Obtener éxito a causa de obras que no nos han exigido la suma total de nuestras fuerzas es muy peligroso para el perfeccionamiento de nuestro espíritu, y generalmente nos induce a estancarnos. Fenómeno que hizo pensar a La Rochefoucauld que hasta ahora ningún hombre realizó lo más importante que era capaz de hacer. Esta idea me parece acertada en lo que hace a la mayoría de los casos. Hay en cada hombre una porción de indolencia que lo impulsa a hacer lo más fácil.

Se mantenía inmóvil en esa Universidad como un espléndido candelabro que no ilumina desde hace veinte años.

Sin duda la primera sátira fue concebida para vengarse de alguien. El empleo de la sátira con la intención de educar al prójimo advirtiéndolo contra el vicio y no directamente contra los viciosos, es una idea muy sofisticada y domesticada.

Es imposible alumbrar con la antorcha de la verdad sin chamuscar una barba aquí, una peluca allá.

La Biblia dice que Dios creó al hombre a su imagen y semejanza. Lo contrario a los filósofos, que crean a Dios a la de ellos.

Casi no existe hombre en el mundo que, aunque capaz de convertirse en un canalla de mil táleros, no prefiera seguir siendo honesto por la mitad de esa suma.

Cuanto más coloridos son los pájaros, peor cantan. Lo mismo ocurre entre los hombres: donde hay un estilo magnífico, así en Zimmermann, es inútil buscar profundidad de pensamiento.

Las imágenes de santos ejercieron muchísima más influencia en el mundo que los santos de verdad.

Errar es humano en todos los sentidos: los animales casi nunca se equivocan, salvo los más inteligentes de ellos.

Su razón era todavía virgen.

Una biografía por triplicado: primero, la versión del personaje; luego, la versión de su enemigo; finalmente, la verdad.

La reverencia, generalmente irreflexiva, que se concede a las leyes antiguas, a las costumbres antiguas, a las religiones antiguas, es el origen de todos los males del mundo.

No conozco superficie más interesante que la del rostro humano.

Si la gente pensara más por su cuenta propia, existirían muchos más libros malos y muchos más libros buenos.

Me hubiera gustado que fueran mi compañía: Swift en la barbería, Sterne en la peluquería, Newton en el desayuno y Hume en el café.

La facultad de hablar en sueños se podría utilizar con mucha eficacia para escribir una parte cualquiera de una novela.

Los que durante el sueño descansan son los órganos que operan las funciones del alma. ¿Alguien se ocupó alguna vez del tema del sueño de acuerdo con este enfoque? ¿Por qué dormimos?

En caso de que el destino considerara útil y necesario hacer una nueva edición de mi persona y de mi vida, yo me sentiría en condiciones de sugerirle algunas modificaciones dignas de tener en cuenta, particularmente en lo que se refiere al diseño de la figura y al plan total.

miércoles, 18 de febrero de 2015

Fragmentos de SI AMAESTRAS UNA CABRA, LLEVAS MUCHO ADELANTADO de José Luis Cuerda


¿Cómo se me ocurren las cosas que se me ocurren? Pues normalmente sentado.

No permitas que te mire un niño sin ver una sonrisa en ti. Ellos no han pedido nacer. Nosotros somos culpables de todo. Hay que facilitárselo.

Cuando te guiñan un ojo ¿quiere decir que te quieren bien, que prefieren no verte todos los defectos?

La gratitud es suplementaria y busca reconocimiento. Asunto a estudiar.

Tocar amor a manos llenas electrocuta divinamente.

Somos más en lo que sucumbimos que en lo que alcanzamos.

El silencio es el altavoz (ay, tan elocuente) de la nada.

¿Nunca se ha partido de risa un espejo al veros?

Creemos que gobernamos nuestras horas y nuestros días; pero si recapacitáis os daréis cuenta de que van a su aire muchas veces. Y ululan.

Yo he intentado sobornar algún espejo; pero son durísimos.

Es muy duro subir durante tanto tiempo la cuesta abajo interminable.

Las y media me caen bien. No son tan rotundas y tiquismiquis como las en punto ni tan mediocres como las y cuarto o menos cuarto.

Algunas noches me digo: ¿Cuerda, has sido hoy persona? Y, si no dudo demasiado para afirmarlo, me duermo.

Si los sacerdotes lograran convencer de la perfección que les reporta el celibato, se acababa el mundo.

Puesto a decir amén, prefiero hacerlo sin la tilde.

El prestigio de la docena es más una cuestión de huevos que de apóstoles.

A veces el camino de ida se hace a la vuelta. Y no es triste.

Un lunes es una disposición mental.

La felicidad no da la felicidad. No sé si me explico.

A veces uno es tan tonto que ni siquiera llega a ser nocivo.

A la hora exacta llega el retraso.

Lo que salta a la vista te puede dejar ciego.

Tengo cinco enfermedades y no sé con cuál quedarme para morirme. Mientras dure la duda, voy viviendo. Mira tú qué bien.

Un crío que llora silenciosamente, hacia adentro, es un fracaso de la civilización.

Tengo la sensación, muy agradable, de que del mundo actual me estoy perdiendo un montón de cosas que no me interesan nada.

Al terminar la carrera universitaria, o la segunda carrera universitaria, el tonto, si es tonto-tonto, se convierte en tonto titulado superior.

Decidme cuáles son las instrucciones y miramos por qué no hay que seguirlas.

Llevo la razón (no el diario) plastificada para enseñarla en las discusiones y ahorrarme argumentos incomprensibles hoy día.

La bandera, esa simplificación tan insultante.

El capitalismo salvaje y estúpidamente voraz (caviar para hoy...) está dispuesto a morir matando. Es una agonía genocida.

Amanece, que no es poco la hice sin darme cuenta.

Solo tengo envidia de mí mismo, niño, cuando mi madre me besaba, después de arroparme. Me daba las buenas noches y apagaba la luz.

¡Poetas, rescatadnos!

Ves a un crío andar por la calle dando saltitos de la mano de su madre y lo echas de menos.

Siempre, que yo recuerde, me he atrevido conmigo.

Un escarabajo pelotero sabe perfectamente lo que se trae entre manos.

A los burros se les ve a distancia cuando están enamorados.

A estas alturas la historia es un destilado de intereses hecho literatura.

En vez de caer en la cuenta, ¿podemos caer en el poema de vez en cuando?

Si alguien dice: "Oh, el corazón humano". Tírale una piedra.

Baroja: "Sólo el hombre completamente estúpido es perfectamente normal".

Yo escribiría eso que estás pensando; pero no voy a plagiarte.

La belleza de las caderas es infinitamente superior a la del unicornio. Siempre lo he pensado.

La sonrisa es un instrumento de cuerda. La carcajada, percusión.

miércoles, 11 de febrero de 2015

Charles Cros, el inventor perpetuo

Dice el refrán que “Dios da pan a quien no tiene dientes”. También, de vez en cuando, aparecen seres que son todo miga y que se acaban comiendo de tan tostada como se les pone la vida cuando no encajan en ella o encajan en la que debiera ser.

Últimamente me limito a copiar algunos de los fragmentos más interesantes de lo que estoy leyendo en un momento dado y es lo que publico; pero el caso que nos ocupa hoy, el de Charles Cros creo que dado lo especial que me parece y el desconocimiento generalizado del autor merecía un breve comentario..

Charles Cros (1842-1888) fue poeta, físico e inventor y seguramente un ser extraordinario, dadas las evidencias que dejó, no sólo de su inteligencia sino más aún, de su sensibilidad. Coetáneo de Verlaine o Rimbaud, a quienes conoció; apasionado lector de libros de ciencia, nació en el seno de una familia en la que el padre, por sus ideas republicanas en una Francia imperial, tuvo que mantenerse alejado del mundo universitario y conformarse con su modesta profesión de maestro de escuela.

Creó la revista La Revue du Monde Nouveau, que sólo tuvo tres números y que prácticamente lo dejó en la ruina, a pesar de la participación en ella de ilustres personajes de la época. Creó la fotografía a color, concibió antes que Edison la idea del fonógrafo, al que llamó paleófono y del que mandó su idea a la Academia de Ciencias de París. También ideó mejoras para el telégrafo y pensó en un mecanismo con el cual pudieran enviarse señales a los planetas vecinos de modo que si pudieran ser vistas dichas señales y existiera inteligencia en dichos lugares pudieran los seres responder de algún modo a ese grito del hombre desde la Tierra.

Lo incluyó Breton en su Antología del humor negro, presentando el poema que más famoso lo ha hecho en nuestra lengua: El arenque ahumado, pero creó muchos más y mejores que ese.

Se vio venir, como hacen los poetas que superando a su palabra se convierten en los videntes de los que dijo todo Rimbaud.

Murió en el más absoluto olvido, dedicándose a hacer el trabajo sucio en Le Chat Noir viviendo como un vagabundo y destrozándose a base de ajenjo hasta ver verdear las palabras. Decía Breton que sus dedos eran los de un inventor perpetuo y que en el centro de algunos de sus poemas más hermosos nos apunta un revólver.

He traducido, con perdón, dos de ellos:

AUX IMBÉCILES


Quant nous irisons
Tous nos horizons
D’émeraudes et de cuivre,
Les gens bien assis
Exempts de soucis
Ne doivent pas nous poursuivre.


On devient très fin,
Mais on meurt de faim,
A jouer de la guitare,
On n’est emporté,
L’hiver ni l’été,
Dans le train d’aucune gare.


Le chemin de fer
Est vraiment trop cher.
Le steamer fendeur de l’onde
Est plus cher encor ;
Il faut beaucoup d’or
Pour aller au bout du monde.


Donc, gens bien assis,
Exempts de soucis,
Méfiez-vous du poète,
Qui peut, ayant faim,
Vous mettre, à la fin,
Quelques balles dans la tête.


A LOS IMBÉCILES


Cuando irisamos
todos nuestros horizontes
de cobre y de esmeralda
la gente cómodamente sentada
libre de preocupaciones
acosarnos no debe.


Nos volvemos agudos
pero morimos de hambre
al tocar la guitarra,
no se transporta
invierno ni verano
en el tren de cualquier estación.


El camino de hierro
es realmente estimado.
El cortante vapor de la onda
es más estimado aún;
hace falta mucho oro
para llegar al final del mundo.


Así, gente cómodamente sentada
exenta de preocupaciones,
no os fiéis del poeta,
que puede, teniendo hambre,
meteros, finalmente,
algunas balas en la cabeza.


Je sais faire des vers perpétuels. Les hommes
Sont ravis à ma voix qui dit la vérité.
La suprême raison dont j'ai, fier, hérité
Ne se payerait pas avec toutes les sommes.

J'ai tout touché: le feu, les femmes, et les pommes;
J'ai tout senti: l'hiver, le printemps et l’été;
J'ai tout trouvé, nul mur ne m'ayant arrêté.
Mais Chance, dis-moi donc de quel nom tu te nommes?

Je me distrais à voir à travers les carreaux
Des boutiques, les gants, les truffes et les chèques
Où le bonheur est un suivi de six zéros.

Je m'étonne, valant bien les rois, les évêques,
Les colonels et les receveurs généraux
De n'avoir pas de l’eau, du soleil, des pastèques.



Yo sé hacer los versos perpetuos. Los hombres
se maravillan ante mi voz que la verdad dice.
La suprema razón que yo, orgulloso, he heredado
no podría comprarse con todo el dinero del mundo.


Lo he tocado todo: el fuego, las mujeres y las manzanas;
lo he sentido todo: el invierno, la primavera y el verano;
lo he encontrado todo, ningún muro ha podido detenerme.
Pero, Fortuna, dime entonces, ¿cómo te haces llamar?


Me distraigo al mirar a través de los cristales
de las tiendas: los guantes, las trufas y los cheques,
donde es la felicidad una comparsa de seis ceros.


Me pregunto cuánto valdrían los reyes, los obispos,
los coroneles y los recaudadores generales
de no tener agua, ni sandías, ni sol. 

lunes, 2 de febrero de 2015

Algunos AFORISMOS de Lichtenberg

Como todos los agentes corrosivos, el humor y el chiste deben emplearse con la mayor prudencia.

Lo que me hace sospechar de la absoluta belleza de las esculturas griegas es que para percibirla hace falta una especie de erudición.

Para esa dama la virtud parece consistir en arrepentirse de los errores, más que en evitarlos.

Es un hecho muy llamativo que el mundo conceda a sus dominadores un respeto y una jerarquía tanto mayor que el que concede a sus educadores. Prueba de que el hombre adora la esclavitud.

Es preciso que tenga algo con que jugar; si no se le hubiera permitido tener pájaros, habría tenido amantes.

Qué cosa singular el orgullo humano: parece imposible contenerlo; se obstruye la salida A, y antes de que nos demos cuenta ya está surgiendo por otra salida B, y si obstruimos ésta, asoma por la salida C, etcétera, etcétera.

Las teorías de ciertos innovadores todavía no se oponen a la realidad, pero es de temer que llegará el día en que la realidad se opondrá a ellas.

Sólo poseía una cosa viril, pero la decencia no le permitía mostrarla.

Creo que una enorme cantidad de los espíritus más grandiosos que hayan existido, no leyó ni de lejos la mitad de lo que lee un supuesto sabio promedio de nuestra época, y sabía muchísimas menos cosas que él. Cuántos de nuestros sabios corrientes hubieran sido grandes hombres si no estuviesen tan informados.

Un prefacio debería llamarse: pararrayos.

He estudiado la hipocondría, ¡y me he complacido muchísimo en ese estudio! -Mi hipocondría, a decir verdad, es un talento especial que consiste en esto: saber extraer de cada incidente de la vida, sea cual sea el nombre que lleve, la mayor cantidad de veneno para mi propio uso.

Era de aquellos que siempre quieren hacer más de lo que se les pide. Es una abominable cualidad en un criado.

Tanto se aplicaba a aguzarse que terminó por embotarse antes de tener filo.

Concede a tu mente el hábito de la duda y a tu corazón el de la tolerancia.

La única falla de las obras verdaderamente valiosas consiste en que generalmente son causa de muchas otras malas o mediocres.

Para que las religiones sean estimadas por el gran público, es preciso que conserven algo del sabor fuerte y antiguo de la superstición.

No hay cosa más contrariadora que esta situación: tomar precauciones exageradas para prevenir un accidente, y hacer, precisamente por ello, todo lo necesario para atraérselo sobre la cabeza, mientras que si no se hubiera previsto nada en absoluto, se estaría ciertamente en completa seguridad. He visto romper a alguien un jarro preciado, al querer retirarlo de un sitio donde llevaba tranquilamente al menos seis meses; y eso, por el solo temor de que este jarro no corriera el riesgo, por casualidad, de ser tirado algún día.

Aquel hombre tenía tanta inteligencia que no servía para casi nada en el mundo.

Daría con gusto algo por saber exactamente para quién han sido realmente realizadas aquellas acciones de las cuales se proclama públicamente que han sido realizadas por la patria.