miércoles, 31 de diciembre de 2014

AÑO NUEVO

El día en que se acaban los años
y empiezan los pesebres,
el año en que los kilos de langostinos
y la fila de polvorones y la boca
del capitalismo se abre
en el bote pequeño de una colonia
y tiran los niños petardos
en la garganta de los rincones
y aliñamos con ciruelas el
ano abierto de los pollos.

El año en que te quiero porque
ya no sé la de copas de vino
y mando mensajes a aquel colega
al que dejé de hablar a menos cuarto
y cantamos de memoria
algo que sólo recuerdan los abuelos
y salimos a bailar como si acabara
de acabarse la guerra.

El año que se acaba para dar pie
al siguiente año con la misma poesía
y el mismo hambre y la, en parte
resaca, pues siguen los bombardeos
en algún canal de televisión.

El año feliz de las doce mentiras,
el año donde hay de todo menos reunión
y no hay un duro para nada
salvo para la orquesta.

El año que acaba de acabarnos
de tan poco estómago como
tenía su tiempo, el de la prisa,
el del almendro cortado por
el centro mismo de la flor.

Este año que te beso mentiroso
con el ácido úrico de mis ojos
y el hiato del silbato de mi pena,
el año en que se acaba la crisis
y empieza la autovía.

Este año de notas musicales
y de delantales moribundos
donde desorientados andan
los cartógrafos.

Este año de flautas y
trompetas
es el perfecto
para seguir actuando,
para colgarme al actor
para seguir queriéndote
y ser sólo eso
lo que siga haciendo
de verdad.

domingo, 28 de diciembre de 2014

Jazz-Lilith de J. E. Cirlot



Con mis ojos escucho, con mis ojos
de menta y de cristal desmesurado.
Con mis ojos de piano en el ocaso,
con mis ojos de tigre y de cerezo.
Con mis ojos escucho los acordes,
los desgarrados sones de la tarde,
los sones del amor y del sollozo,
los muslos que se acercan por el cielo.
Con mis ojos escucho tantas selvas,
tantas selvas de furia y de carbunclos.
Con mis ojos de piano, con mis ojos
de hoguera abandonada en el desierto.
Los acordes se rompen en el canto,
los acordes se quiebran en los árboles,
los muslos se acercan por el cielo,
los muslos de magnolia y de ceniza.
Con mis ojos escucho los dos muslos,
con mis ojos de menta y de asesino,
con mis ojos de músico extraviado.

sábado, 13 de diciembre de 2014

Reflexión y poema de Raquel Bluvstein

Lo tengo claro: la marca de la época en el arte de la poesía es la naturalidad en la expresión. La expresión sencilla, es decir, la expresión del primer estremecimiento de la emoción lírica, una expresión directa, antes de que se recubra de los accesorios de los vestidos de fiesta de seda y las joyas de oro; la expresión limpia de la literatura, que llega al corazón con su verdad humana, que cautiva al espíritu por su vitalidad, que tiene el poder de remover los recuerdos, de acompañarnos en la vida diaria y de cantar de repente en nuestro interior. ¿Acaso esa sencillez de expresión, o por lo menos cierta inclinación hacia ella, no ilustra la mayoría de las obras poéticas de nuestro tiempo, los rusos (Blok, Achmátova, Esenin) y los franceses (Jammes, Sorel)?


Sé de abundantes frases bellas,
grandilocuentes sin fin,
que al andar se contonean,
altiva la mirada.

Mas mi corazón es de expresión cándida como un niño
y humilde como el polvo.
He sabido de palabras sin número...
por eso callaré.

¿Percibirá tu oído aún en el silencio
mi lenguaje sencillo?
¿Lo guardarás como un amigo, como un hermano,
como una madre en su regazo?


(Traducción de Ana María Bejarano)

jueves, 4 de diciembre de 2014

IMPERATIVO de Benjamin Péret

Temer el sudor de las moscas extraviadas en los barrios en construcción
Envilecer los jarros de estaño hasta que sean desgarrados por
los cachorros
Retorcer los antiguos armarios para extraer un poco de polvo
de rubí con que colorear los lagos
Silbar repetida y largamente para que acudan los huesos bien
blanqueados que no quieren entender razones
Lavar la tinta con vino rojo para distraer a los niños que riñen
en el patio
Cortar la luz en cuatro y arrojarla a las fieras
Extraer de la arena todos los dientes que contiene para
levantar muros
Transformar las armaduras en incubadoras para obtener
polluelos de pico largo
Aplastar a las tortugas hasta convertirlas en mantillas
Regar todos los días las banderas con aceite de máquinas
Quemar los camembert pasados hasta que salte el fénix
Acariciar las lentejas una por una antes de sembrarlas
Sacudir los tapices con una navaja para fabricar jaulas de
canarios
Agotar las reservas de oro para comprar horquillas de cabello
Asustar a las langostas que intentan penetrar en una tabaquera
Cocinar los violines en salsa blanca
Dorar las escaleras para evitar barrerlas
Caracolear en las iglesias a la hora de la misa solemne
pero no insultar nunca al cartero para expulsar a los ratones
de la péndola
que atacarían los bronces artísticos a picotazos.