lunes, 28 de diciembre de 2009

Poemas desde el Hospital Puerta de Hierro de Majadahonda


IX


Esto es así.

el lenguaje permite decir

que tienes en los dedos

padres de niños adoptados

o que te han salido bolsillos

allí donde te comes las uñas.


La hipérbole te hace

caníbal de ti.


Los nervios te

(des)montan, te

(des)moronan, te

(de)letrean.


Y es que es así, tal cual;

el lenguaje permite decir

que el cirujano de al lado

juega al lego

con el organismo

de tus tijeras,

que servirías en bandeja

el corazón

o que cuando suspiras

eres un globo

que desciende.


Es lo que hay, no más;

aquí las multitudes se desbrozan;

es decir, se abrazan

y en los suelos tiemblan aún

los antebrazos.


Las propias uñas

son pirañas

contra

el cenicero.

Poemas desde el Hospital Puerta de Hierro de Majadahonda


VIII


¡So y feliz

so y feliz!

Grito al pie de una boca

en las tres sílabas de la locura.


¡So y feliz

so y feliz!

y los tres golpes de voces

despiertan otras lagunas

hasta que las ollas revientan de presión.


Depresión contagiosa de psiquiatría

donde los percebes se manifiestan

imponiendo su alegría a la sedación.


Están tan contentos

que se enrollarían el cableado de las arterias

hasta hacerse espina el corazón

o saltarían a los patios

sabiéndose nieve.


Pero las inyecciones les pueden

y se curan a fuerza de soslayos.


Es hermoso ver cómo cuelgan

de sus bocas

estalagmitas.


Sooo... yy... feeeli..iiz

Sooo... yy... feeeli..iiz

Y en la derrota desembocan los calmados

y al silencio diagnostican felicidad.


La alegría es un estado de locura

vigilado desde las almenas

y las condenas también son extravagancias.


El pasillo hace mamblas de tristeza,

soy infeliz por repetición.

lunes, 21 de diciembre de 2009

Poemas desde el Hospital Puerta de Hierro de Majadahonda

VII

Se oculta el hierro en las nevadas
como una peca en el petróleo,
las calles son hielos; es decir, óleos
y los coches juegan a la feria.
Cada choque enfurece a la ventisca
y los muñecos son sueños de las camas.
Se oculta el hospital entre glaciares
como buscándose la paja a los pajares
o viéndole la aguja al alfiler.
Los copos caen al ritmo de los sueros
y los telones de las ventanas
miran las huellas de lo núbil;
y es inútil,
por muchos destinos que tracen las pisadas,
estamos recluídos.
La enfermedad huele a calzado.

sábado, 19 de diciembre de 2009

Poemas desde el Hospital Puerta de Hierro de Majadahonda


VI


Urna de cristal,
siete y veinte en la mañana,
procesión de enanitos y manzanas
y Nieves aún sin respirar.

No hay príncipes sino médicos,
el veneno no se cura con los besos,
aquí se aprieta el esternón
hasta que tosen las princesas.

Y si la bella se niega a despertar,
los enanitos se vuelven sotana
para prometer los cielos
y acallar el orgasmo de las brujas.

Cama de arrastrar
siete y veinte en la mañana,
familia Blanco volviéndose fantasma
y Nieves aún sin respirar.

Frente y manos besadas
a todo llorar,
labios espejos de ciruelas
sin frutero ni reflejo
ni santo caballero
ni antídoto ni suero
ni posible despertar.

No hay cíclopes sino muertos,
así la magia de los cuentos,
los dragones no son hospitalarios
y las manzanas matan de verdad.

Capilla de rezar,
siete y veinte en la sala,
la intermitencia se vuelve plana
y Nieves aún sin respirar.

viernes, 18 de diciembre de 2009

Anecdotario I


En pleno invierno escucho a viva voz Summer 78 de Yann Tiersen mientras bebo el peor champagne de todas las cosechas. Los días octogonales merecen cierto respeto y ocho celebraciones como mínimo; me declaro polígono y me pongo a escribir sin la necesidad del relato, sin el llamamiento de la poesía, me pongo sin más a la luz de los mecheros.


El día estaba hoy tranquilo en el hospital salvo ciertas averías de módulos cansados que de tanta electricidad se me manifestaron de puro agotamiento. Les hice breve declaración de los derechos que no poseían y pronto, cabizbajos, regresaron a su labor continuada contra los incendios. Empezaron a cuadrarse mientras tanto en la mente los dibujos de los que quiero acompañar mis poemas hospitalarios hasta que a mitad de la mañana me llamó uno de mis jefes para que fuera a la cafetería del lugar porque tenía algo que darme. Era la cesta de navidad con sus vinos y sus turrones, sus melocotones y sus cajas de polvorones, sus espárragos y chorizos y otras cajitas tan bonitas que de hermoso embalsamamiento me entra cierta nostalgia su apertura. Me hizo mucha ilusión, es la segunda cesta que recibo en mi vida y siempre la guardo para compartirla con los míos, aquellos de los kilómetros de nuestra distancia, los que, no por ello, respiran junto a mí sincronizados. Le comenté a mi jefe y otros compañeros de trabajo el hecho de que la semana pasada se pusiera en contacto conmigo la redactora jefe del periódico Majadahondahoy interesada en publicarme mis poemas del hospital universitario Puerta de Hierro en su diario. No he accedido aún a la posibilidad pero el hecho de saberlo, no nos vamos a engañar, me hace ilusión; a pesar de los árboles que nunca quise taladrar en mi nombre; yo, el olivo estornino, yo el tronco sin corcho a medio abotargar.


Nada más poner los pies en la calle donde los coches aún mantenían compungidos la escarcha de los fríos, me llaman desde la dirección general de la juventud que ha sustituido las oficinas de artejoven para declararme el encuentro del dossier que hace tiempo entregué para adjudicármelo de nuevo ante la terrible pérdida que ha supuesto que ya la comunidad de Madrid no se preocupe de la extensión de los artistas jóvenes en términos pictóricos, pero sí, menos mal, poéticos. Llego a casa tarde y con el cansancio acumulado de toda la semana. Nada más encender el ordenador encuentro muchas posibilidades poéticas que me encantaría acompañar pero que de puro agotamiento me son imposibles. Me apetece escribir, me apetece dibujar, me apetece hacer todo aquello de lo que hace poco me he desprendido para serme aún más autosuficiente y me culpo de avaricia. Me he dado cuenta en los ocho vértices de mi tristeza alegre de hoy que me estoy dejando robar las inspiraciones, que me estoy permitiendo gratuitamente el desnudo para vestirme de otros ropajes que para nada reconozco y que la pintura ya no es lo que era y que la poesía ya no es lo que era y que el sueño ya no es ni atisbo de lo que fue. Todo eso unido a la marcha de mi compañero de piso que hace poco se me fue se me ha atragantado hasta la médula y casi me echo a llorar con el hambre de los senegaleses y la caída del andamio de todas las patrias neorrabiosas; o sea, de ningún estornudo territorial, y he visto tan de cerca toda la tierra que no me pertenece, he visto tan concretas las banderas que no celebro que me he derrotado en el sofá de todos mis infiernos hasta quedar dormido de tristeza. Nada más sobrevenirme he escuchado la entrevista que le hicieron a Batania en Poetas en el aire, el gran programa vallekano que rescata de los suelos las letras más hermosas y actuales que nos suenan y eso me ha levantado el ánimo. En seguida me he obligado a crear hasta enternecer algo tan hermoso que pudiera derrotarme de nuevo pero esta vez de felicidad. He colocado el Sueño de amor de Liszt tan estridente como para volver locos de amor a todos los vecinos y me he decidido a dibujar. Dibujar es fácil si lo que te motiva rompe con sus cúspides todos los equilibrios y no dudé un instante, elegí a Ivonne.


Ivonne es una chica a la que di clases de Dibujo Técnico el año pasado; relatar el minúsculo encuentro de la primera vez que la vi me llevaría décadas así que me limitaré a decir que contiene en sus ángulos la exquisitez del martillo de Miguel Ángel y que sus ojos guardan los secretos de Leonardo; no estaría de más sumar a los torbellinos que El Bosco enloqueció de Apocalipsis al mirarle la doblez de los labios y que el pelo caído sobre los delgados hombros tiene la textura dorada de Klimt. Y, aunque me quedo pequeño en las exageraciones, debo decir que tan glorioso entusiasmo no podía dejarlo pasar así que me encaminé sin pensarlo en la tarea que supone plasmar tanta belleza en los papeles que tengo vacíos de mí y que, como los módulos incendiarios, se me habían declarado tiempo atrás en huelga de hambre. Para intuirle la silueta es requisito indispensable escuchar la Sonata en claro de luna de Beethoven, y así hice. Para amenazarle las cejas no hay nada como el Summertime de Janis Joplin y quedarán perfectamente perfiladas si además Jimmy Hendrix acompaña con su guitarra. Para sonsacarle los lóbulos de la nariz era imprescindible el Gymnopédie de Satie e imposible tarea la de tararearle el mentón si no es por el All Dressed Up de Damien Rice. Luego están los ojos y para atreverse con tal cosa uno sólo puede armarse de valor dando un largo sorbo al Ribera de Duero mientras suena el Do en Sostenido Menor de Chopin. Los labios son otra cosa, por mucho que se busque no hay melodía capaz de atreverse con tal amenaza, sólo Broken Glass de The Gathering o la canción de la que se acompaña Vukusic en el videobook de Guerra de Identidad: Closer de Kings of Leon, permitieron que el lápiz afilado se adjudicara ciertos aciertos en tal aglomeración. Una vez condensada la inquietud artística en la representación en perspectiva cónica de los rasgos impresionantes de la arquera me decidí a escribir y aquí me tenéis.


Sí, sé que en este momento se está presentando el cuarto número de Pro-vocación en el Bukowski o que Déborah Vukusic seguirá respirando o que el cabronazo del Batania estará maquinando en sus energías los despropósitos de todos los versos que me arruinarán, pero yo me esfuerzo por cosas así, yo soy mi propia pandemia por los contagios que ellos me suponen y pienso adquirir sus edades con los metabolismos que los mantienen en pie. Yo los admiro y un poco, sólo a veces y a través de gente como ellos, me admiro a mí y miro mis lienzos como si verdaderamente fuera yo el que los hubiera trasladado a la planicie, también me levanto de infecciones al reconocerme sustitución de los entrecejos.


La poesía ha vuelto y Batania tiene la culpa.


La pintura ha vuelto y Vukusic ha sido la culpable de la identidad.


Nino ha vuelto y es Ivonne, la Iratxe batánica, la Vukusic croata, la que me usurpa.


Yo sólo encendí el flexo y me dejé rodar.

jueves, 17 de diciembre de 2009

Peluca


Conquistador de mí
soy agotamiento
y mis recursos rechazan
los trasplantes.


Nos extinguimos
pues toda persona es
unicidad.


Me parece que eso es
estado,
sólo abunda el agua
en lo copulativo.


Aunque rodean a la calvicie
los corros de las alopecias,
la poesía es el sustrato
de lo yermo.


Cada verso
es un cabello
de conquista.


Detesto la caspa de los mapas,
la poesía, la alegría es peluca.

Poemas desde el Hospital Puerta de Hierro de Majadahonda


V


Deberíamos besarnos las mascarillas

hasta oír los graznidos de los sapos

y vernos los labios de infección.


Premiar así lo trasplantado:

las bocas juntas en los hilos

en las máquinas de coser

en las mesas de disección

y sernos pandemia.


Deberíamos besarnos

hasta acribillarnos

esta salubilidad

y ser siameses por la boca.


Andaríamos de lado

y las guerras quedarían tras de ti.


Bésame despacio, con cuidado,

afilado tengo el bisturí.

miércoles, 16 de diciembre de 2009

Aceituna

Contra todo pronóstico:
la aceituna,
el liguero del lienzo por suturas,
la herida del roce del carmín.

Contra todo pronóstico:
el abuelo,
la envoltura que suda los trigueros,
el alma despejada del botín.

Y ante toda macedonia:
la historia
con sus hombres rezumando los barbechos
y sus dientes apretando el carmesí.

El aceite del telón es un teatro
donde vienen a sudar las argollas,
y las mamblas son esteras, son miserias
donde se ocultan las dunas, las lunas.

Y contra todo pronóstico:
el abuelo, el sincero, él,
con su niñez de harina y de cortijo,
con su pobreza de andamiaje sin sartén.

El Jeromo de las mil telenovelas,
el acariciado de látigos, el bestia
de los vinos, el manso de borricos,
el sin velas, el sin ajos ni huevos ni bien.

El de la guerra de todas las ignorancias,
el inocentado a fuerza de almocafres,
el cafre de valentías, el callo de los cayos,
el lacayo del callista, el callado a puntapiés.

Contra todo pronóstico:
el capacho,
el mareo del rodeo de los barros,
el trillo del grillo del revés.

El del hijo minusválido, el de capitana mujer,
el que de corazón celebra los homenajes
a los encajes sin malajes y sin trajes
y dormido oye la hierba crecer.

Contra todo pronóstico:
la aceituna,
condecoración de ladrón de lagunas,
espalda del abuelo de Jaén.

Para mi abuelo, Sebastián Rosa Moya

lunes, 7 de diciembre de 2009

Poemas desde el Hospital Puerta de Hierro de Majadahonda


IV

Tiene un máster en cardiología
y nada sabe de corazón.
Bajo la manga
siempre guarda
el as
de los infartos.

Domina la sangre neumática,
controla de las bombas los accesos,
nadie diría que todo late
menos él.

Y ahí lo tienes,
en las manos los taladros,
en las sienes los martillos,
en el pecho
cierto hueco
desertor.

En la cima de sus sueños
donde balan las chironas,
roba los cánceres, las cárceles.

La esposa es una muñeca
que llora de dolor.

El Frankenstein de todas las Shelleys,
el Drácula de todos los cuellos
planea, de los trozos,
hacerse un corazón.

Ser robótico,
hidráulico,
marcapasos
sin marca
ni pasos
ni marcador,
con la fiebre
del paciente,
el velcro del familiar,
el atraco de los troncos
del adiós.

Tiene un máster en melancolía
y cualquiera diría que es un
des
fi
bri
la
dor.

domingo, 6 de diciembre de 2009

Poemas desde el Hospital Puerta de Hierro de Majadahonda


III

Una estrella de mar les tapa
la meditación,
no tienen boca ni nariz
los cirujanos.

Con todo
parecen árboles
de Navidad.

Tanto verdor es la menta
de los salidos;
es decir,
de los dados de alta;
es decir,
de los dados que saltan.

Los cubiletes
afilan
los bisturís.

No me cabe el musgo
en la sala de operaciones,
mis cortezas arriendan los belenes,
nada puede hacerse con mi dolor.

Está demasiado extendido,
tengo el corazón enmohecido,
mi pecho es un jardín de champiñones.

Soy el más enfermo
de todos los enfermos
de todas las habitaciones.

Un poema
me recita,
me receta
el doctor.

Un relato: La antena


Les dijeron que el pequeño Alfonso estaba a punto de nacer así que esperaron durante horas en el escalón de la casa mirando la antena que se levantaba en el valle. Verdaderamente a cierta distancia la antena parecía un pájaro inmenso apoyado en una de sus patas y Floren y Ace contemplaban casi sin parpadear aquel trozo de hierro estático:


- Seguro que sha desorientao, deberíamoh acercarnoh pa decirle que eh aquí.
- Sí hombre, se asuhtaría y en la vida me perdería ehto de veh una cigüeña.
- Bueno, noh turnaremoh, ahora tú la mirah un rato y yo te cuento cosah. Luego yo haré lo mihmo. Ademáh eh tu hermano, asín que tú empiezah.
- Venga vale.


Los ojos de Floren se abrieron de tal manera concentrados en la contemplación, que una pequeña brisa de aire se le metió entre las cuencas e hizo que las preciosas esferas coloreadas de miel en su centro se cerraran nerviosamente sin perder en ningún momento la perspectiva hacia la que se orientaban. Era la primera vez que tenía un hermano, estaba deseando de que naciera y, aunque le daba un poco de asco, se prometió que ayudaría a su madre a lamerlo nada más llegar, como había visto hacer a las vacas.


- No sé si sabeh Floren que la cigüeña... bueno... no te lo he contao antes pa que no tasuhteh...
- ¿El qué...? Dime.
- Pueh ná, que la cigüeña eh máh mala que un demonio. Cuando nació mi hermano mi madre daba unoh gritoh que paqué.
- ¿Y eso... por qué gritaba tanto tu mama?
- Se ve que el pájaro pues le coge cariño a loh niñoh que lleva y luego al final se arrepiente.
- Pero... ¿qué mah le da? Si casi tol rato están naciendo chiquilloh en toh laoh.
- Ya, yo que sé, a la vecina le pasó iguah, así que dile a tu madre que cuando venga el Alfonso que grite mucho y veráh cómo el bicho se va pronto.
- Vale, se lo diré.


Floren se levantó dejando a Ace a cargo de la vigilancia. Le daba un poco de apuro acudir al dormitorio de su madre cuando les habían dicho que esperaran en el escalón vigilando a la cigüeña, pero le quedaba la tranquilidad de que su mejor amiga estuviera al tanto de los acontecimientos. Subió tan rápido como pudo las escaleras y cuando alcanzó el último escalón se dio de bruces con su padre.


- ¿Ande vah...? ¿No temoh dicho que te quedeh allí abajo con la Ace?
- Ya papa, pero eh que tengo una cosa mu importante que decihle a la mama.
- Bueno, pueh dímelo a mí, que tu madre está mu nerviosa ehperando con la Catalina.
- Dile que cuando llegue el pájaro que grite, que grite mucho, y que no se preocupe, que como se lleve al niño la Ace y yo noh tiramoh a por ella.


A Sebastián se le quedó una cara entre la risa y la condescendencia, se dio media vuelta mientras con el rabillo del ojo veía a su pequeña dando saltos al compás de sus coletas mientras bajaba los peldaños.


- Floren, Floren... la víhgen, ha pasao un tractoh al lao y ni sasuhtao ni ná. Eh enohme.
- ¿Pero no sa movio...?
- Ni chihpa.


Los ojos oscuros y alargados de Ace se estiraban cada vez más buscando el enfoque que le impidiera perder ni un segundo del punto que vigilaba. No era la primera vez que trabajaba con tanto ahínco en los andamios de su curiosidad; tiempo atrás ya se había embarcado en la búsqueda de satisfacer sus inquietudes, pero era más pequeña y no contaba con la compañía de su amiga, ahora sabía que no se les podía escapar. Las dos estaban nerviosas y contentas, no sólo por la nueva vida con la que podrían jugar a ser madres sino por la ilusión de ver las alas enormes del pájaro que les traería ese nuevo ser.


- Bueno... ¿y cómo se lah apañará la cigüeña pa traeh chiquilloh que ademáh se parecen a sus padreh?
- Anda que tú también... pueh mu fácih, a veh... ¿tú no le pedihte un hermano al niño Jesúh?
- Pueh claro.
- Pueh el niño Jesúh lo ha hecho parecío a tuh padreh. Mi mama dice que mi hermano es igualico que mi papa y que yo me parezco máh a ella.


De repente y a través del portal les llegaron los gritos de Juana, la madre de Floren y ambas se asustaron.


- ¿Véh... ? Con la tontería noh hemoh dehconcentrao y ya no hemoh visto a la cigüeña.
- Siempre me pasa lo mihmo.


Las dos muchachas se asustaron mucho y se dieron la mano, sabían que tenían que seguir las órdenes de los mayores y permanecer a la espera. Aprovecharon para mirar a través de la ventana donde estaba la madre y no vieron nada, luego fijaron sus miradas al cielo pero ni sombra del pájaro. Entonces a Floren le dio por mirar al punto desde donde se alzaba la antena.


- ¡Mira nena! La cigüeña sha ido al mihmo sitio.
- No veah qué rápida.
- El llanto de un niño se expandió a través de toda la casa y el altavoz del portal emitió sus chillidos hacia la calle donde las dos niñas se abrazaron y dieron saltos.
- Lo ha conseguío, mi mama ha gritao tanto que no ha durao ná.
- ¡Qué bien, qué bien, amoh a vehlo!


De pocas zancadas atravesaron la calle, se metieron en la casa y subieron las escaleras. Al abrir la puerta del dormitorio Juana sostenía a un niño empapado en sangre entre sus brazos. Crearon tanto alboroto que los borregos del patio de al lado se pusieron a balar descontrolados dando así la bienvenida al pequeño Alfonso. La madre estaba tan apurada entre sudor que Floren pensó que debió gritar como una descosida y se sintió orgullosa de que venciera al pájaro malhechor. Miraron al niño con los ojos entre la niebla y las ascuas, Se tumbaron en la cama junto a él y empezaron a lamerlo.


- Anda niñah, iroh un rato a la calle, que Juana tiene que dehcansar.


No les gustó mucho la idea pero obedecieron sin rechistar. Regresaron al escalón de sus encuentros y miraron de nuevo el horizonte. La cigüeña seguía en el mismo punto con sus aires de flamenco.


- Nena, ¿tú creeh que querrá venih de nuevo pa llevarse al Alfonso?
- Puede seh.


Y allí quedaron hasta que los ojos se les cayeron de sueño y las cabezas se les juntaron de cansancio en el apoyo de los miedos que compartían. Impasible, la cigüeña ficticia las miraba desde su metálico pedestal. No iban a dejar que les quitaran a su Alfonso.


Tarde, muy tarde las fueron a recoger.


Por la noche soñaron con antenas.

sábado, 5 de diciembre de 2009

Ninorrabioso


Hoy me he levantado más neorrabioso que nunca y he estrenado la camiseta de Batania. Me la dio el día del partido entre obvios y elípticos y esperaba el momento adecuado para colocarla bajo los jerseys ya que en cualquier momento el héroe poético puede necesitarla y viajar hasta las cabinas de los versos para mostrar sus poderes.


Como últimamente ando tan liado no me había enterado del absurdo de la entrevista que no publicaron al Kebran (completamente inofensiva en todos los sentidos) ni de las ilegalidades que desde aquí le aplaudo al Neorrabioso. Se ha hablado mucho sobre ambos temas y no voy a antologar las opiniones. El caso del poeta de Illescas es tan absurdo como que haya hambre en el mundo, leí la entrevista con microscopio y no vi por ninguna parte las bacterias que la perjudicaran, ni los virus ni la razón por la cual no ha visto la luz. El caso del batánico es diferente, todos sabemos que se siente atraído por las chironas y que sus delitos en lugar de perjudicar emiten el efecto contrario. Sus pintadas curan las firmas terribles de muchos grafiteros y sus aportaciones al conocimiento literario, los gustos suyos que extiende a los demás; consiguen, al menos en mi caso, que cuando vaya al centro o a alguna librería pase antes por su poesía mundial de la a a la z para ver qué trama y apuntármelo bien claro para comprar lo que le gustó que suele coincidir con mi paladar. Es posible que cualquier otro pueda hacer daño a las editoriales pero no cuando el Breton de las iras reúne a su grupo y le dice que es oro todo lo que en sus ojos reluce. Basta atisbar ese brillo en las cuencas de Batania para que yo me lance a la adjudicación de tan buenos versos y esto, no me cabe duda, lo hacen muchos otros.


No quieres la vida que te toca, dice el cabrón en la portada del cuaderno de poemas que regala numerados. Las editoriales no quieren las recomendaciones que les tocan. Ellas salen perdiendo.


Nosotros seguimos queriendo los versos que te tocan, campeón.

jueves, 3 de diciembre de 2009

Poemas desde el Hospital Puerta de Hierro de Majadahonda


Desde el 24 de Noviembre me hago cargo de los sistemas de seguridad electrónica contra incendios del Hospital Puerta de Hierro de Majadahonda (Madrid). Si mi abuelo, de quien tomé el nombre, no podía ver muertos y fue enterrador durante la Guerra Civil; así yo, que me aturdo con la mudez de la h de hospital, ahora trabajo en uno de ellos.


Las centrales que estabilizo son 11, cada una con 8 lazos y cada lazo con 198 componentes, de modo que mantengo libres de averías 17424 elementos entre detectores y módulos electrónicos contra incendios.


Cuando todo funciona correctamente tengo tiempo para leer y escribir; este hecho y el andar rodeado de gritos y aplausos sincronizados, de dementes, enfermos, personal sanitario, muerte con sus muertos llenos de flores, salud con sus curados llenos de plantas... fomentan, como para Batania, el neorrabioso, en su labor de portería, el hecho del poema desde sus vértices conspiratorios hasta los de trivial inspiración.


Así pues, soy el extintor de los inflamables enfermos, el de las toses vacías de ascuas, el que anda por los pasillos ardiendo a prueba de nebulización y canta a las sirenas que cuelgan de las paredes sobre los pulsadores acribillando a fuerza de fe sus escamas, su deseo de cola y (contra)corriente.


Mi poesía toma otro rumbo pues bebe ahora de otros sueros.


Aquí vienen, llegan por urgencias mis poemas desde el hospital.
I
Recolecta de enfermedades,
el hospital es una cúpula
de sotaventos.
Y el que arde
no propaga
sus incendios.
Los pasillos son la cónica
de los medicamentos.
Las bolsas cuelgan del metal.
Alegría y llanto por igual
sacuden los cimientos.
Y las flores se disfrazan de ciprés.
Mis ascuas adulan mis fuegos,
mis piedras mastican mecheros,
entiendo, al fin, mi misión:
Soy el poeta ingeniero
de al lado de psiquiatría,
manejo circuitos-poesía
y aplaudo al sedador.
Enjambre de tos,
el hospital es la rúcula
de inflamables enfermeros.
Y yo los miro en mi perchero.
Soy
extintor.
II
La niebla de los peines
obedece al blanco
a ca pa ra dor.
No me engaña:
la limpieza es una mancha
y la sangre es una cicatriz
donde se suturan los telares.
El aire anda medicado
con libre prescripción
y los oxígenos son globos
de anestesia.
Estoy en el traslado de las camas
y en los rodillos de los pintores
que duplican el blanco de los inviernos.
Cada delantal
es una glaciación.
Los pasillos son los túneles
donde se maquillan las geishas
y las suciedades son más bellas
que los kimonos.
Todo es blanco, todo es plano
a todas horas.
Los pacientes
tienen el coma
multicolor.

A Carlos Muquitay también le importan los pepinos



¡ME IMPORTA UN PEPINO!

Dedicado a los Jornaleros de Motril
y al naciente poeta de Jaén y amigo,
Pedro José Morillas Rosa,en este primero de diciembre de 2009.



Me importa un pepino que los campesinos
y su niños yunteros tengan que comer
el pan de la miseria y las migajas que caen
de los acaparadores y mayoristas.


Me importa un pepino que los rabinos
y los obispos bendigan las armas nucleares
con las que los Sionistas y mercenarios
masacrarán a los pueblos musulmanes.

Me importa un pepino que mi República
se desangre,que el fascismo y el capitalismo
aplasten con sus milibotas a los indígenas,
a los obreros y librespensadores.

Me importa un pepino la carrera armamentista;
que masacren los pulmoners de la amazonía,
que envenenen con el CO2 nuestro planeta
o que mi verso también sea fusilado.

Me importa un pepino el secuetro,
el chantaje,la xenofobia,la violencia
de género,la pedofilia o la violación
de los Derechos Humanos.

Me importa un pepino que me llamen
rojo porque no marcho
como los borregos religiosos
cargando con santos de yeso y de madera.
Me importa un pepino que en Colombia
se les llame Padres de la Patria a los
narcoparauribistas,o que se acribille a bala
la dignidad de nuestras etnias y la de los afrodescendientes.

Me importa un pepino que me intimiden
o me amenacen por haber construido
con mi arte poético una Barraca para proteger
a los saharauis, palestinos y srilankas.

Me importa un pepino que engrillen
o encadenen las lágrimas que he derramado
por la mujeres de Juarez,las de Ramala y Gaza,
o las de la Plaza del Primero de Mayo.

Me importa un pepino que en año
dos mil diez se celebre el centenario
del natalicio de Miguel Hernández
o en el dos mil once, el de Gabriel Celaya.

Me importa un pepino que Monseñor Romero,
sus curas y sus monjas marxicomunistasy republicanos,
hayan caído asessinados, mientras
elevaban oraciones libertarias.

Me importa un pepino que los poetas arribistas
amen la adulación y las condecoraciones
mientras setenta millones de niños y niñas
se mueren de hambre allí, en la India.

Me importa un pepino que los políticos
domestiquen a los pueblos y los embauquen
convirtiéndolos en serviles lacayos
y aliados de coronas e imperios.

Me importa un pepino el bloqueo
a Cuba, la expropiación de tierras
o el enriquecimiento ilícito de los atracadores,
narcopolíticos y sicarios.

Me importa un pepino la revolución
bolivariana,las narcodemocracias,
el etnogenocidio del Mediano Oriente
y menos aún,los abortos del Papa.

Me importa un pepino la nueva ley
de inmigración de España o la lucha
por los Derechos Ecológicos de Green Peace,
Salva la Selva, o Ecologistas en Acción.

Me importa un pepino que en Colombia
se instalen bases militares narcogringas y sionistas,
o de que Los Comuneros regresen para
proclamar la segunda independencia.

Me importa un pepino que el acohol,
la droga, el cigarrillo o el sida,
maten a tantos millones de seres humanos, o que
la prostitución sea un negocio tan rentable.

Me importa un pepino que la C.I.A.
tenga cárceles secretas en el mundo
o los judíos, campos de concentración
donde se tortura a los palestinos.

Me importa un pepino que el Africa
llegue a España en pateras,
o que en nombre del comunismo
se masacre a los monjes tibetanos.

Me importa un pepino la explotación infantil,
el Terrorismo de Estado, el desarme de Irán,
El Muro de la Vergüenza israleí,o el genocidio
de Gaza en enero de dos mil nueve.


Madrid-España-diciembre 01 de 2009 CARLOS MUQUITAY


POSDATA:Gracias Pedro de Jaén por compartirme tu carta y tu poema, el cual, como verás, lo reenvío junto con este, mi último poema, a mis compañeros internautas, El corazón de Miguel Hernández o Gabriel Celaya, deben estar muy presentes en nuestra obra poética, no esperando tanto los premios, como sí, el abrazo de los pueblos expoliados,vejados y explotados por el capitalismo,y por los imperios y coronas que como buitres devoran a sus siervos, creyendose los únicos señores y amos de la tierra. Siempre tu leal amigo,con mi abrazo mukinicasaharauipalestinocubano.¡¡¡ohhhhhhhhhh,qué gran abrazo de hermano a hermano!!!