miércoles, 3 de octubre de 2012

El Discurso

Este es el discurso que leí el pasado 29 de septiembre en el Alcázar de Córdoba con motivo del enlace entre mi hermano Seba y mi cuñada Carolina:

Bueno... a pesar de que aquí cierta novia vestida de blanco se olvidó de felicitarme por mi cumpleaños este año, yo me he acordado de hacer este discurso tal y como me pidieron. Además, me especificaron que hiciera llorar con él y así lo he intentado, así que si alguien no llora desconsoladamente es porque, sencillamente, no tiene corazón.

Parece que cuando nació mi hermano Sebastián tuve celos de él. Y no me extraña, estaba yo tan feliz en mi Mancha Real natal siendo el centro del protagonismo, recibiendo todo tipo de carantoñas cuando llegó otro con quien tenía que compartir mi infancia de rey. En fin... supongo que biológicamente al final supe perdonar su venida al mundo. Recuerdo, eso sí, que la última vez que sentí celos de él fue cuando, estando yo soltero, va a Madrid a hacerme una visita y a presentarme a Carolina. Antes de traerla a mi casa me llamó por teléfono y me dijo: oye, que voy pa Madrid a pasar el finde y que voy con una chavala... Vale, pensé, no tuviste suficiente con nacer a penas dos años después que yo para fastidiarme mi vidorra de consentido, sino que tienes que venir a restregarme que tienes novia antes que yo. Reconozco que fue un golpe bajo pero me alegré por él, sobretodo después de ver a Carolina: guapa, de preciosos ojos marrones, cordobesa, buena persona que se olvida de tu cumpleaños... en fin, que me fastidió enormemente pero me alegré por él, mucho. Sobretodo cuando me di cuenta de que encajaba con ellos, de que podía viajar con ellos e integrarme sin ningún problema, disfrutar de su presencia y de su grata compañía.



No sé si fue en ese primer viaje a Madrid o quizá en el segundo cuando, muy entusiasmado por su venida, les propuse visitar algunos museos de arte, con lo mucho que a mí me gusta y lo solo que me sentía y lo difícil que me resultaba acudir solo. Y así les comenté: venga, chicos, estamos en Madrid, aquí tenemos el Reina Sofía, el Thyssen, el Prado... ¿a cuál preferís que vayamos..? A ninguno, me dijeron, y es que hasta para eso están unidos estos chicos. Bueno, les dije, de todas formas hay otras muchas cosas que hacer, y haciéndome el interesante por el simple hecho de vivir en la capital les comenté que, si querían, podíamos hasta hacer puenting... En fin... podemos ir a pasear en barca en El Retiro, a hacer alpinismo en Guadarrama, a patinar en el palacio de hielo... y son esas cosas que dices sólo por alardear, las dices como si ya las hubieras hecho cuando ni te atreves y el sólo mencionarlas te provoca negación.... pero claro... ¡al palacio de hielo! Dijeron casi al unísono... y así hicimos. Y allí estaba yo, agarrado a la barandilla mientras ellos se deslizaban, hermosos, con un movimiento cinético de perfecta sincronización mientras yo los miraba y maldecía desde mi rincón y ellos se seguían deslizando, cogidos de la mano, a una agradable velocidad a la vez que yo percibía lo bonitos que se les veía juntos, lo hermoso que era tener a alguien, lo adecuados que parecían sus movimientos a la par, cuando, de repente, Carolina, no pudiendo mantener el equilibrio, cayó estrepitosamente de culo sobre la pista. En cuestión de segundos mi hermano la ayudó a levantarse y, unos segundos más tarde, estábamos en la enfermería del lugar. Menos mal que todo quedó en un susto pero imagino que es una buena metáfora del futuro que les espera juntos; pues un momento de pura diversión se tornó de inmediato en preocupación pero fue ésta resuelta muy pronto como parece que serán capaces de afrontar los problemas que se vayan encontrando ahora que han decidido estar juntos siempre.



Conforme fue pasando el tiempo y yo los iba conociendo más me di cuenta de que ambos son, en realidad, una tapadera de sí mismos, una fusión impecable, una optimización de la individualidad. Quiero decir que, después de ir con ellos a Cantabria y pasar una semana que jamás olvidaré, me di cuenta de que, en realidad estuve viajando con una sola persona y fue eso lo que más disfruté. No quiero decir que sólo disfrutara con uno de ellos sino que juntos forman una entidad, una especie de Sebarolina o Carosebastián que, fusionados, conforman un especimen único y maravilloso. Lo siento, pero separados no me gustan tanto, no tienen tanto jugo, que lo tienen, pero no es lo mismo. Cuando Carolina está mi hermano es más gracioso y tiene más entusiasmo y cuando Sebastián está, Carolina es más irónica y más fuerte; a ver, por separado también me gustan... pero no tanto como verlos juntos aquí y ahora.



Uno sólo conoce de verdad a las personas ante las adversidades; me refiero a las adversidades grandes, a las que se escriben con mayúsculas o tienen nombre de enfermedad. No siempre la vida es un camino de rosas que no pinchan. Me refiero a que, por supuesto, nos hemos pinchado en la travesía, me refiero a mí mismo y a los que me rodean; y ahí han estado Sebastián y Carolina los primeros, al pie del cañón, ayudándonos en la guerra hasta vencer a los obstáculos. Jamás les agradeceré lo suficiente el apoyo en las situaciones difíciles, como tampoco les agradeceré lo suficiente la atmósfera de bienestar que crean cuando las rosas deciden ponerse pacíficas y nos dejan gozar de la tranquilidad de siempre.



Bueno... y, ahora, un poco de historia:



El 3 de febrero de 1338 nació Juana I de Castilla, reina de España; ese mismo día, en 1947, nació Paul Auster, novelista estadounidense y en 1978 Daddy Yankee, cantante puertoriqueño; pero lo que es más importante de todo, nació mi hermano, Sebastián, trabajador, guapo, como yo, en algo se me tenía que parecer, buena persona, tanto, tanto, que yo que soy de matemáticas, he calculado que es una cien mil veces mejor que yo. Y a penas diez días más tarde, el 13 de febrero de 1457 nace María de Borgoña, emperatriz del Sacro Imperio Romano Germánico, en 1974 Robbie Williams, cantante británico y en 1984, lo mejor de todo, Carolina, luchadora, trabajadora, entusiasta, guapa, dispuesta a la vida y a afrontarla. Juntos parecieron nacer el 29 de septiembre, bicentésimo septuagésimo segundo día del año, el mismo en que nació en 1522 Miguel Servet, teólogo y científico español o en 1935 Jerry Lee Lewis, cantante estadounidense; un buen día para casarse; el mismo en que en 1924, el astrómo Karl Wilhelm Reinmuth descubre el asteroide Amata; o en 2010 tiene lugar una jornada de huelga general convocada por Comisiones Obreras y UGT. No sé cómo hoy mismo no sale la gente a la calle a celebrar vuestra unión. Yo, por vosotros, estaría en medio del disturbio siendo portavoz de cargas amorosas contra las policiales.



Sólo quiero añadir que Carolina y Seba son personas que han creado su propia unión y su propio lenguaje y, no sólo eso, una sintonía, un dialecto que comparten con los demás; si ahora mismo digo Pitus, o Hagen Dazs, o Jans Trop o Choto con habas, serán ellos los únicos que lo entiendan en el contexto adecuado. Esto es así porque, al igual que las culturas desarrollan sus propios lenguajes en el entorno en el que crecen, ellos mismos han sabido crecer desde sí para completar una entidad única, un país sencillo y singular que se llama Sebastián y Carolina en el que sólo se entienden las nebulosas de sus intimidades y me siento muy orgulloso de participar de él.



Quiero decir, en breves palabras, que os quiero tanto, tanto a los dos, que me cortaría el brazo por vosotros, aunque espero que me queráis a mí en igual medida y lo impidáis antes ser cercenado. Que os añoro tanto siempre que estoy en Madrid que muchas veces deseo regresar a mi Andalucía hermosa para compartirla con vosotros... que os admiro tanto tanto que sólo me deseo a mí mismo la mitad de la felicidad que os mostráis cuando os veo juntos... que os quiero, en serio, tanto tanto, que lo único que quiero para Isel y para mí es una imitación de vosotros, una copia, un reflejo.



Os deseo, de corazón, toda la felicidad del mundo, toda la alegría, todos los sanos hijos, y los buenos momentos, toda la gracia y la armonía que os merecéis.



Como dijo el gran poeta cordobés Luis de Góngora en una de sus famosas Soledades:



Vivid felices -dijo-

largo curso de edad nunca prolijo;

y si prolijo, en nudos amorosos

siempre vivid, esposos.



Os quiero, muchas felicidades.

1 comentario:

Anónimo dijo...

HOSTIAS TIO ME DEJAS EMOCIONADO

EN ESTA VIDA LO MAS BONITO ES ESTAR UNIDOS Y DISFRUTAR DIA A DIA EL
MOMENTO, BESITOS