lunes, 17 de febrero de 2014

Un poema de Alberto Yago

NO ME QUIERO OLVIDAR DE QUE LA LUNA EXISTE


El centauro emerge rompiendo la lluvia
anunciando despertares en cada promesa,
indefiniendo hazañas para superfluos esfuerzos,
arrollando en el itinerario que encoge la conciencia.


La armonía emigra confiándose a sí misma
con ella se va un sueño que corregía el paisaje,
la fuerza que manejaba el ritmo de un destello,
el rocío que mojaba las mañanas de verano.



El momento es ahora un estruendo bicéfalo
una voz entre bambalinas de tenor introvertido
y otra voz impaciente, que te empuja a la gloria,
la noche y la madrugada hablan del amanecer.


La duda se erige en el gran acontecimiento
se trata de no cuestionar las líneas de la mano,
de recrear un destino en que no se pregunte porqué,
de difuminar banalidades que ocultan la verdad.


El misterio es una secuencia del devenir
una proposición que asusta con trino de plata,
la controversia que recorre un mundo roto,
la inefable autoridad que se posa en los augurios.


La sombra de la pelea invierte al caballero
todo es indiferente a la rutina contemporánea,
todo parece distinto cuando desnudas el alma,
el viento de la calle ya no huele a primavera.

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