viernes, 14 de marzo de 2025

Las manos de la abuela











Yo cogía tu mano arruga, tu mano raíz,

y árboles frondosos me rodeaban.

Tu vida ha sido ese desierto postergado

y el dolor de una lluvia sin oasis ni vera.


Yo cogía tu mano jengibre, tu mano violeta,

y vivía tus periplos de lonjas y hospitales.

De un gancho colgaba un conejo bocabajo

de cuya nariz goteaba la sangre y el tiempo.


Yo cogía tu mano de arroz, tu mano tubérculo,

y en ella viajaba a través de los surcos

que hace en la tierra el arado. Escucharte

era habitar el espacio, hacerlo destruible.


Yo cogía tu mano de pan, tus dedos espiga,

y mi corazón se volvía lejanía y murmullo,

mi niñez fue la de un verso vigilado,

y la del arroz amarillo vibrando en la olla.


No hace mucho que agarré tus últimas manos,

tus manos caídas como dos injertos de lirio.

Si mi vida se sustentó en caricias y aplausos,

qué son las manos cuando ya no se alcanzan.

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