Consternado por la cuna del estrato
en la pérfida colina del milenio,
austero de manías, contengo
el ansia por comerme los diarios.
No existiendo de lunes a viernes,
sabiendo que la vida llegará el sábado,
cuando a los átomos de Isel me abrazo
y cuento supercuerdas en los trenes.
Vienes por la vida naufragando,
cosechas virtud en la maleza
para que el azote de la estera
te ponga la esperanza bocabajo.
No concluyes todavía
porque una especie de alegría
hace sístole en el banco.
De tanto caer te detienes,
una especie de milagro
hace blanco en la cosecha.
Sentada en la vereda
Isel riega con su cántara
los campos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario