sábado, 9 de abril de 2011

¡Hay mucho que hacer!



Ahora que he bordeado la cántara
que me miraba desde su boca
y he sabido lo que es besar
molinos de agua con los molares.

Ahora que España es infumable
e Isel se ha hecho una trenza
de alquileres.

Ahora que pienso que:
la mayor revolución sería vivir como neandertales,
tienen caries los que llevan traje en el corazón;
la banca sentada en el banco, metida en una caja,
la caja metida en un cajón
sería una mascletá
insuperable.

Ahora que he visto la patria
con mis ojos de coliflores
y me han multado por desacato
a la inmoralidad,
yo puedo decir que:
en mi caja de gusanos de seda
hay toda una monarquía que alimentar,
que en mi caja de zapatos limpios
hay una multitud
que es un dipolo.

Por eso. Digo.
Ahora que
es necesario que las flores hablen en flor
y los ríos hablen su agua,
ahora que
ha subido el precio del geranio
y le duele la espalda al continente,
sería conveniente decir
que la avispa tiene una oficina
desde la que inyecta su ignorancia,
que hay una sangre mobiliaria
taconeando los delitos,
que, a pesar de todo
es increíble
lo bonita
que está
Isel
por la mañana.

Así, pues, ahora
que la axila del multiordinario
se hace roll-on
con la descabezada bola del vulgo
yo digo:
¡Es el tiempo del aguacate,
retirémonos al frontispicio
donde han defecado los animales
sin que nadie los denunciara!

¡Caiga la poesía en cascada
por los eventos
y muera el apolítico aquelarre
de menesteres!

¡Hay mucho que hacer,
durmamos,
hay mucho que hacer!

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