lunes, 28 de noviembre de 2011

Extranjero

Tú, hermano,
que guardas en una taza las legañas de anteayer
y de la luz cuentas los fotones que en un esfuerzo
infrahumano podrías ahorrarte
desechando el promontorio
duermes, a oscuras, en un sueño de guineo
sustituido ahora por asfalto.

Tú, extranjero,
que te has subido a este barco lleno de parches
del que aún se empeñan en el flote
(como si el empuje fuera posible para levantar
un desague articulado)
pensabas que habría aquí jardines
diferentes del retal.

Sí, tú, diplomado,
en no sé qué república constrictiva
venido a donde no convalidan ni la raza
colocado en una cola hasta arriba de colisiones
aún esperas no sé qué ruleta de espuma
que te devuelva al mar donde había
un verde más caluroso que el verano.

Y yo, que te miro
y te acompaño en las absurdas burocracias
y en el sprint final de la hamburguesa,
que soy tan alto como tú y tan parecido,
que me bebo el primer calostro de tu desgana
e imagino cómo sería yo con tu escofieta,
cómo quedarían mis pies ante tu historia.

Yo, que te he abierto mi puerta
de ver tantas tan hermosas y cerradas,
que he empadronado en mi vida tu perdición,
reniego de mi casa, de mi calle, de mi barrio,
de toda unión ficticia del ecosistema
y me declaro a mí mismo territorio,
eso es, extranjero como tú, extranjero.

jueves, 17 de noviembre de 2011

lunes, 14 de noviembre de 2011

Currículum



Me llamo Poeta
y nací en un bullicio
deshabitado.


Me criaron
entre feroces mentiras
que me hicieron creer
que yo nací aquí
y era esto y solo esto
el carruaje.




Huí sin ruedas
para vaciar
la carga
del reloj.


Habito en mi volumen
de sangre
y, con ella,
hago que se sonroje el día
cada vez
que pienso,
por eso los días me habitan
sin que pise yo
las calles.


Experto en nada,
le pinto las uñas
al viento hasta hacerlo
desaparecer.


Claro
que no domino
los idiomas,
el único idioma
que entiendo
juega al dominó
consigo mismo
sin ganar
ni perder
nunca.


He hecho prácticas
en algunas mujeres
que aprendieron a odiarme
antes que yo a ellas
y me hicieron
olvidar
el experimento.


Luego estudié en Isel
y aprobé en Isel
y me especialicé
en la llaga de su verbo
hasta sacar matrícula
de amor.


Sé conducir
sin desplazarme.


Me llamo Poeta.


Sólo sé escribir
mi currículum
una y otra vez
e inflarlo.

lunes, 7 de noviembre de 2011

El jardín

Nací en un jardín.


Me dijeron que si me esforzaba yo podría ser la flor que quisiera. Me dijeron que las flores de al lado del estanque nacieron allí de casualidad.


Me dijeron que hay flores que tienen el color que quieren porque así es la vida. Yo estaba en el lugar de las flores que se esfuerzan por teñirse y, a veces, se aguantan si se acumula el pardo.


Las flores de al lado del estanque no tenían que llorar para crecer. Mis vecinas y yo alargábamos la cabeza hacia la luz y soñábamos cada vez que quedaba un hueco al lado del estanque.


Siempre he vivido al lado de las flores que crecen milagrosamente en el borde del jardín.


He conocido a flores que estudiaron para ser orquídeas y se quedaron en amapola,
he conocido a flores que sólo conocen el otoño.


Me dijeron que llovería en septiembre y podría ser narciso o gladiolo. Me enseñaron que no todo el mundo vale para ser clavel. Reconozco que yo quería ser narciso porque ví a otros narcisos de mi lado a los que todo el mundo agradecía el color.


Nunca he sabido ser un narciso.


Dejó de interesarme la botánica, lo reconozco, nunca ha sido mi fuerte la especialización. Empecé, en cambio, a solidarizarme con las flores más tristes del lugar donde siempre era invierno, donde no existe el trébol de cuatro hojas.


Vinieron los jardineros para quitarnos de allí y poner a las flores que ya no cabían en el estanque.


Seguimos creciendo, creo, en la maleza.


Nací en un jardín reservado.


Aprendí que mis estambres tenían un límite, que estaba calibrada la corola, que, en cualquier momento podrían arrancarme si no le echaba narices al rosal.


Soy una flor fea y numerosa a merced de los insectos.

Nunca estaré en una floristería.


Visto de lejos,
el campo se parece
a mí.