La retina del pijama
ama la vela de las cosas
y osa advertir a la carne
la lactante mambla,
la fornida tráquea
del beso hecho hueso
en la pandereta
del poeta
y su boca.
Así, cuando a la noche
tiemblan las luces
y de bruces caen las bolas
en árboles y cortinas,
miran los amantes los belenes,
tienen sus casquillos
brillos de atascados,
los halos de sus cuerpos
tuerzo en las mantillas
y astillas de nieve
deben saber en los cristales
los retales de la vida
en la barriga de la suerte.
La feliz pareja
sólo se queja
del celo de sí;
Isel, armónico mantel
de sueños, espero
que la noche
ose abarcarte
con su eco,
con su espejo
y te haga mi universo
esfera,
mi pulsera
de reloj.
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