Yo he crecido y alardeado de viento,
yo he mirado a las cosas desde mi altura
y me saquearon los frontispicios,
yo he llegado tan alto que apenas he alcanzado
a ver.
También yo he esperado mi turno,
también yo he dormido pensando en la gloria,
y me enamoré de los azulejos de la acera
y conté hasta decir basta
y lo repetí:
basta.
Yo he crecido en el pueblo de todos los miramientos,
he sido yo el que huí de la sombra de los susurros
hasta alcanzar la cima del aquelarre
donde todos gozan sin saber honrar
el bien.
Yo he huido
del mal
para
encontrarlo.
Y a mi casa vinieron a vivir los francotiradores
para llenarme la actitud de varicela,
y he tenido miedo de tener miedo
y he soñado hasta enloquecer.
Es ahora
que Isel me quiere
que no debato.
Sólo trato
de estorbar
y, entonces,
la vida.
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