viernes, 21 de octubre de 2011

Fiesta

A Shostakovich

Los ojos pueden desnucarse
si la belleza es descomunal.
Sí, la poesía puede llegar
allí donde no puede el Hubble.

Tenemos suerte
los que vemos respirar al clarín,
tenemos suerte
los que capaces somos de llorar
cuando el otoño
atraganta
los escenarios.

Todas las cosas
tienen guitas de las que tirar
hasta dar con la proeza.
¡En todos los callejones
hay una noche hermosa
que respira!

A mi lado,
a tu lado,
a su lado
hay una alegría ortogonal
colgando de la lámpara
esperando a que la siesta
traslade los sinfines.

Debajo de las piedras
hay una música dormida,
debajo de la música
los peñedos
bloquean las estaciones.

Subido al arpa,
(el arpa apoyada en el hombro de Isel)
dejo que todos los seres del mundo
me atropellen,
permito
que los pentagramas me esnifen,
que las caderas me sustraigan,
que me haga la vida
una transfusión de flores,
que confluyan
en mi cuerpo
los somníferos
orbitales
y
escuche
la hoz
de los planetas.

Sí,
pueden las arterias
descoyuntarse
ante una sobredosis
de veleidad.

Se puede caer enfermo
de concordia
y se puede mirar a la cara
a la prodigiosa luz
de los esfuerzos.

La poesía es una fiesta
donde fluctúa el equilibrio
y el poeta salta a ella
en trampolín.

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