sábado, 15 de marzo de 2014

Carta de Huidobro a Buñuel

París, 15 (o 13) Mai 1931

Sr. Dn. Luis Buñuel

He sabido que usted ha mezclado mi nombre en asuntos suyos en que yo no tengo que mezclarme y diciendo cosas absolutamente falsas.

Ha dicho usted que yo atacaba al subrealismo [sic] porque había querido entrar en él y no había podido. Esto es una simple mentira. En primer lugar nunca he querido entrar en el subrealismo, en segundo lugar es falso que yo ataque al subrealismo. Lo he atacado hace años y por escrito, de frente, en lo que había que atacarle y tanta razón tenía que ellos mismos reconocen ahora que el dictado automático -justamente el punto que yo ataqué- ha sido un fracaso respecto a lo que se esperaba podría dar. En muchas otras cosas los he defendido siempre y los defendía en tiempos en que usted los atacaba o iba a ponerse a las órdenes de Servas para ir contra ellos. Creo que no habrá usted olvidado aún esos tiempos.

Así pues es falso que yo haya querido entrar al subrealismo y le desafío a demostrar lo contrario. He pertenecido al movimiento más interesante de este siglo -no como uno de tantos sino entre los primeros- y jamás he tratado de sacar partido de ello, sino muy al revés he preferido retirarme y trabajar en silencio. Por el momento no me interesa la bullanguería y cuando me dé la gana de volver a saltar al medio ya verá usted que también sé hacerlo y conozco la técnica.

En cuanto a lo de mi labor revolucionaria y lo de si soy o no soy comunista, no es usted quien puede hablar. Mientras no firme usted en el partido comunista no puede usted decirme nada a mí. Por otra parte mi labor revolucionaria es bastante más antigua que la suya y bastante comprobada en diferentes países. Ahora mismo en España, en el mes de enero de este año, aún bajo los peligros del otro régimen, yo he llevado dos manifiestos a Madrid, uno de los cuales se publicó y el otro no apareció por ser considerado «demasiado» revolucionario. Yo pasé la frontera con ambos en mi maleta, exponiéndome a ir a pasar mi vida en una cárcel. ¿Haría usted lo mismo? ¿En dónde estaba usted? ¿Qué hacía usted en esos momentos?

Lo único que usted podría reprocharme es que el manifiesto que se publicó no llevara mi firma. Naturalmente, tal vez habría sido más valiente firmarlo, pero me parece una tontería ir a parar a la cárcel por un simple gesto, además innecesario, cuando lo importante es poder seguir trabajando al servicio de la causa. Usted sabe que Lenin y Trotski no firmaban sus manifiestos en tiempos del Tzar.

Todos sus reproches son absolutamente injustos y falsos. Se advierte a la base de todos ellos un espíritu mezquino que quiere colgar a los otros sus propios defectos. Sólo me hacen lamentar el haberme equivocado y haberle defendido a usted en Madrid cuando le atacaban antiguos amigos suyos, diciendo que usted puede dar el camelo en París, pero no a ellos que le conocen muy bien y que saben la medida de su inteligencia, diciendo que sus films son obra sólo de Dalí, diciendo que todo lo que usted hace es pura política movida por impulsos de arrivismo [sic], que no hay nada de auténtico en usted, que todo es farsa y boquilla y cuando le conviene marcha con el fascista cretino de Jiménez Caballero, que estaba usted loco por entrar en el subrealismo como un provinciano maravillado con las cosas de París, que se pescó usted a la cola del subrealismo agonizante y que los subrealistas le aceptaron en ese momento en que andaban buscando discípulos en cualquier parte, etc., etc.

Esto es lo que dicen de usted en Madrid. Hará bien en ir a demostrarles que se equivocan y probarles que es «auténtico» y en caso necesario un hombre de acción. España se está poniendo interesante, y nada despreciable. En cuanto a lo que me manda decir de que se caga en mí, esto es gratuito y fácil... de boquilla... que de otro modo sépase que el día que me tocara usted un pelo sería un día bien triste para sus dientes y si fuera usted más fuerte que yo se encontraría usted cinco tiritos en el vientre aunque tuviera que buscarlo debajo de la tierra y aunque me pudriera en una cárcel.

Sólo me queda agregarle, para terminar, que yo también le mando decir que me cago en usted hasta su quinta generación.

Vicente Huidobro
París 16 Rue Boissonade

Le ruego en el caso de que muestre usted esta carta, mostrarla íntegramente, no por fragmentos, sino de la primera línea hasta la última.



Vicente Huidobro, Poesía y Creación, Colección Obra Fundamental; Selección y prólogo de Gabriele Morelli.

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