El día en que se acaban los años
y empiezan los pesebres,
el año en que los kilos de langostinos
y la fila de polvorones y la boca
del capitalismo se abre
en el bote pequeño de una colonia
y tiran los niños petardos
en la garganta de los rincones
y aliñamos con ciruelas el
ano abierto de los pollos.
El año en que te quiero porque
ya no sé la de copas de vino
y mando mensajes a aquel colega
al que dejé de hablar a menos cuarto
y cantamos de memoria
algo que sólo recuerdan los abuelos
y salimos a bailar como si acabara
de acabarse la guerra.
El año que se acaba para dar pie
al siguiente año con la misma poesía
y el mismo hambre y la, en parte
resaca, pues siguen los bombardeos
en algún canal de televisión.
El año feliz de las doce mentiras,
el año donde hay de todo menos reunión
y no hay un duro para nada
salvo para la orquesta.
El año que acaba de acabarnos
de tan poco estómago como
tenía su tiempo, el de la prisa,
el del almendro cortado por
el centro mismo de la flor.
Este año que te beso mentiroso
con el ácido úrico de mis ojos
y el hiato del silbato de mi pena,
el año en que se acaba la crisis
y empieza la autovía.
Este año de notas musicales
y de delantales moribundos
donde desorientados andan
los cartógrafos.
Este año de flautas y
trompetas
es el perfecto
para seguir actuando,
para colgarme al actor
para seguir queriéndote
y ser sólo eso
lo que siga haciendo
de verdad.
1 comentario:
El año en que seguiremos disfrutando de un gran poeta y mejor persona. Un besazo... a los dos.
Publicar un comentario