viernes, 14 de enero de 2011

Fiesta

Cada vez que sale de fiesta
Isel se pone un traje de sangre pura
y depura los ombligos donde excavo
mi presencia.

Tengo un hormiguero en el cerebro,
se asienta la noche con sus patas
en donde pienso acomodar
una por una mis dendritas
para ver a Isel en la guadaña
donde cantan los espíritus
que me desprotegen.

Ahora el niño tiene una ventana
hecha persiana en las rodillas
y el viento que le sale de los ojos
ha creado, ¡milagro, milagro!
una vaca azul con las ubres
hasta arriba de termitas.

Tengo una despensa para el látigo,
tengo una docena de ojeras que me pongo
según el día,
tengo tres sillas con nalgas de animales
y tres lámparas hechas
con las legañas de los ciegos.

A la noche
me apareo con la costilla
de un aliento endiosado.

¡Estoy vivo,
estoy vivo,
una estampida de Iseles
atravesó el arco del arco
de la selvática tristeza.

¡Estoy vivo!
¡Y ahora qué
y qué ahora!

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