No soy una cifra
aunque me chifla
contar
ni soy un voto
por mucho que sea
devoto
de mí.
Acampo porque no veo
en el campo el árbol
que me corresponde
y hay gaviotas aquejadas de rosales
y atestados de cagadas los claveles
riñen repartiéndose los bosques.
Mira que no soy una cifra
por mucho que la grifa
apriete la razón,
y aún menos un voto;
aunque me veten el busto
reboto y, a lo loco,
verso en clave de sol
de quemarme.
Ahí va mi lista lista,
ahí va:
acampo porque son sucios los aspirantes
que aspiran a aspirarme los derechos,
acampo porque soy una lechera transgresora
y habré de recoger mis añicos de sueños
hasta hacerlos coincidir.
Acampo porque me ultraja, porque me indigna,
porque me defrauda y me irrita la palabra
que se queda en la palabra
que se queda en la palabra
donde vuelan
las cometas.
De donde nacen las carreteras,
saldrá el sol
que diga no, que diga basta
a la basta condecoración
de cifrados, de votados
y rebotados
que no queremos,
que no necesitamos:
insulsos
amos
del
desastre.
¡Acampemos en su campo,
vamos sin bando,
acampemos!
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