viernes, 15 de enero de 2010

Sísmica maratón


Nos hace humanos la catástrofe

y las gradas están hechas de chabolas.


Suena un disparo y, como el rayo,

la carrera armamentística se adelanta

dejando su relevo a lo solidario

y los países pierden la respiración.


Se saltan vallas soldadas de brazos,

cuadras delimitadas por cuellos

y gargantas que ayer tuvieron voz.


Tenemos cien mil metros de maratón,

un corazón anaeróbico

y todavía hay atletas que se empeñan

en dar agua al arrojo que descuidaron.


A la meta llegan todos a la vez

y en los podios condecoran su energía,

luego achican cadáveres llenos de pantanos

hasta librar el remordimiento.


En el estadio se aplauden las reservas

donde falta el sprint de los principios;

las zapatillas son aerodinámicas

y los salvamentos viajan en avión.


Las películas son realistas,

la realidad no es ficción;

pero no me engaña:


El capitalismo es una falla

y bajo los escombros

las lombrices tienen flato.

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