LAS COSAS QUE SE PIERDEN
Se pierden los mecheros, el virgo, los relojes,
los rostros de mujeres que quizá nos amaron
en la noche del tiempo, en un piso sin muebles,
los motivos triviales de alguna despedida.
Se pierden direcciones escritas con carmín,
paquetes de tabaco, calcetines, palabras
con el peso de enigmas aún por resolver,
el nombre de aquel bar, la canción que escogisteis.
Se pierden los amigos, las corbatas, las noches
más golfas y más breves, la inocencia, el acné
del amor primerizo, el afán por crecer,
por beber y fumar sin tener que esconderse.
Se pierden, ya por último, las ganas de contar
las cosas que se pierden.
(De Al fin has conseguido que odie el blues)
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