domingo, 5 de julio de 2009
Celayeando y Benedettiando las despedidas
El pasado martes 30 de Junio, los Poekas nos despedimos hasta después del verano y a lo grande: leyendo poemas propios y alternando otros de Celaya y Benedetti; en un aula atestada de gente y con el sonido de las palabras introduciéndose entre los filtros insoportables del calor; y aunque sudamos, ganó la poesía y aunque sufrimos el salvaje golpeteo del aplauso al sufrimiento que acreditaba muchos de los poemas, salimos ilesos. No todos los combates acaban con abrazos y una cerveza en la calle que llenamos; ya con el disfraz de poeta guardado en un cajón, de risas, expectativas y la voz más calmada y el ritmo ya escondido y los labios lejos, lejísimos de la sorpresa. Destacar del encuentro la voz exacerbada, la herida roja del poeta colombiano Carlos Muquitay que nos habló de Palestina y que lloró a Palestina y nos avisó de que: cuidado, también en las ternuras afloran las diatribas, y me dedicó ese poema y hablamos de nuestro Miguel Hernández y me lamentó su paro, como el que comparten algunos de los poekas y nos dimos esperanza y brindamos como un encuentro lo que era en verdad una despedida tan pequeña que parecíamos habernos encontrado hacía tan sólo un momento.
Fuera de aquella aula la poesía parecía desierta en las esquinas de un portal. Hay rumores de cena final de despedida; está claro que los poekas nos echamos de menos, que multiplicamos cada vez más los eventos, que dignificamos la armonía. No sé si habrá cena, pero seguro que seguirá habiendo poesía.
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