jueves, 28 de enero de 2010

1ª Tertulia de Poekas de 2010

Éramos doce hasta que tarde y, por circunstancias, Elena Moratalla completó la suerte de los trece Poekas que acudieron a inaugurar el nuevo año poético de la tertulia. En el ambiente sosegado que nos caracteriza, Vallekas seguía siendo el barrio donde el último martes de cada mes un grupo de amantes del género se reúnen a compartir sus maniobras. Con caras nuevas y año nuevo, la cosa comenzó con una chica rumana que acompañaba a Maribel y que nos habló de un poeta rumano considerado un genio en su país y del que nos leyó un poema en su lengua para después ser recitado en el nuestro por Maribel que se emocionaba a mitad de camino porque las palabras le sacudían las fibras y yo me emocioné contagiado por el poder que pueden llegar a tener las estrofas.


Siguió Alberto Yago con un poema lleno de convulsiones dedicado a Haití demostrando las zancadas que en poco tiempo es capaz de dar, ya no sólo sobre el campo de fútbol, sino también sobre los versos y es que es increíble el modo en que su poesía ha ido cuajando en las pocas veces que he tenido la suerte de escucharlo.



Martín Lozano, que hacía las veces de coordinador, dio paso entonces a Verónica Gil a quien se sigue empeñando en tratar como la pequeña del grupo, como si acaso no se diera cuenta de que tras la voz dulce de la poeta no hay precisamente inocencia de princesa derrocada sino, muy al contrario, algo así como un arrecife de trampas donde la pólvora que cuestiona el propio poema es víscera contra los egos. Sé que hay que saber escucharla pues su voz engaña, otras veces yo me he dejado mecer por su melodía sin darme cuenta de que me estaban apuntando a bocajarro, desde entonces tengo cuidado de las muñecas vestidas de camuflaje y veo de otra manera a los osos salvajes que hacen de peluches sobre las camas.



Después una mujer que me era desconocida hasta entonces nos leyó un poema rarísimo, una especie de diálogo interior que en su forma de recitarlo no entendí muy bien pero que, al tenerlo cerca, me di cuenta de que estaba lleno de paréntesis y espacios como con las anotaciones que se nos colocan en el pensamiento cuando hilamos pasados y conversaciones que conservamos a cachos.



Llegó mi turno y aproveché en él para leer un poema también a Haití y otro de los que me salen en el Hospital. Me siguió un hombre mayor que también aportó unas estrofas a lo que nos suponen los pasillos que habitualmente son sendas para el enfermero y, tras él, ya con la presencia de Elena Moratalla, el gran Martín Lozano nos repartió unos papelitos con el abecedario porque iba a leernos unos versos acrósticos que empezarían siguiendo el compás de la chuletilla que nos había entregado uno por uno. Nos reímos bastante porque, como le dijimos, nos lo sabíamos de memoria y no era necesario que nos diera el papel. El resultado fue que escuchamos un poema bastante largo donde muchas veces Martín hacía trampa en el uso de algunas consonantes cosa que le hicieron saber algunos.



No quisiera olvidarme de que Carlos, un joven venezolano y que lleva sólo tres meses en Madrid nos acompañó durante toda la tertulia y pareció disfrutar de lo que vio; sabiendo que toca la guitarra le dijimos que se animara a venir a acompañarnos con sus cuerdas. Creo que lo convencimos en la cerveza que nos tomamos, como viene siendo habitual, en el bar de al lado.
La tertulia terminó con la noticia de la preparación del homenaje que haremos a Miguel Hernández el día del libro y del cual ya nos avisó Elena que tenemos que ir seleccionando poemas suyos que quisiéramos leer en el acto. También habrá algún soporte audiovisual, encargo que llevará a cabo José Antonio al que prestaré las mil cosas que tengo por ahí guardadas del poeta. Se habló asimismo de un posible recopilatorio del grupo así como de la creación de algún logo de la tertulia, cosa que al ser nombrada provocó que algunos de los presentes me miraran como invitándome a ir pensándolo, así que ya me van rondando las ideas sobre el tema.
Como siempre, un encuentro muy agradable donde no precisamente la poesía más rompedora del momento, pero sí posiblemente la más enternecedora, la más sincera, la que sale del corazón, la vacía de orquestas, la sin cuencas y sin egos, la poesía donde cabe un barrio entero, la poesía donde ni siquiera se puede hablar de obviedad ni de elipsis, la que piensa en el mundo para cambiarlo o que menudea los cambios para enmudecerlos se hizo luz en un aula del centro cultural Paco Rabal. Verónica me lo decía muy bien cuando la acompañé en el camino a casa:
Lo que me gustó de Poekas, es que no van por la vida de poetas. Vine a un recital que dio en el centro Bárbara Butragueño y me quedé.



A mí me pasó lo mismo, fui a dar un recital por medio de la red de arte joven y me ganaron, ya me tienen y sigo ahí.



Me encantan los últimos martes de mes.

3 comentarios:

Giovanni-Collazos dijo...

De haberme enterado de la tertulia, hubiera ido.

Abrazos!

Gio.

José Antonio dijo...

Por eso, porque no vamos de Poetas, porque vamos de almas deseosas de sacar nuestros adentros y compartirlos con el resto, a veces, derramando abecedarios por las venas, otras, intercambiando miradas y susurros, pero siempre de frente, con las armas de que disponemos cada uno, todos, El Poder De La Palabra.

VallekAna dijo...

Hola! Soy la mujer desconocida (Ana), la de los paréntesis y espacios.
Gracias por tu crónica. Coincido con las sensaciones.
También me empiezan a gustar los últimos martes del mes.
Un abrazo!!!