viernes, 29 de octubre de 2010

Erato

Amemos las cántaras donde han ido a beber los poemas,
su combinación de leche ha mamado demasiado del viento
y no es padre el viento que da de beber
y no es padre el viento que nos ha macerado.

Amemos del caserío su hincapié de sombra
pues no ha podido el cedro con su caño
y en la fuente los ángeles traen las palabras
que habrán de esquematizar las puertas.


Yo te he mirado sincera y milimétricamente a los ojos
y he visto tus ojos escanciados a través de los míos
pues tengo hélices en las cúspides sonoras del cerebro
y tus ojos sonaban igual que nunca en ti la valquiria.


Inspirémonos de nosotros mismos pues el periscopio
sale del orificio de nuestro ojo para regar las macetas
donde fueron a dormir las plantas el otoño pasado
cuando el viento era el padre que nos dio de beber.


Digamos que hay un cielo superior en nuestra cabeza,
digamos que no creemos en dios porque lo superamos,
digamos que hemos bebido tanto tanto que hemos visto
un poema de tres dimensiones que era albahaca.


Yo me he castigado con el látigo nuclear de mis fracasos
y he visto en mis herrumbres mayor alegría que en las hojas
todas de los parques donde maldicen los abuelos
y se aman las parejas concienzudamente hasta fotosintetizar.


Mi musa soy yo cuando te miro y me eres tal cual me soy,
mi musa soy yo cuando te digo que eres tú y te miento,
soy yo mi musa cuando te transformo y tu carne es verso
y por adverso que parezca te hago lámpara de mí.


Mi musa soy yo.


Mi excusa, mi esclusa,
mi gárgara obtusa
soy yo
y me
compadezco.

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