miércoles, 3 de febrero de 2010

Poemas desde el Hospital Puerta de Hierro


XI


La enfermera acuchilló el pecho que cuida hoy,
el doctor fuma por todos los pulmones cancerígenos,
la cocinera envenena las ollas
y yo cortocircuito las seguridades.


Esto sería una salvajada
pero podría ocurrir.


Estados Unidos es un hombre en continua misión de paz
que se levanta a dar de beber a las piernas
que desmembró con sumo cariño
la víspera de todos los desaciertos.


Es más: España es una mujer muy guapa,
también en misión de paz,
tan guapa que convence a las palomas
de ser fusiles
y convierte en mártires
a los inocentados.


Esto es una barbaridad
y , de hecho, ocurre.


Ahora mismo, si quisiera,
podría poner en alarma todo el hospital
simular el más cruel de los incendios
y echarle la culpa a los duendecillos.


Si no lo hago
es por eso
de la conciencia.
Si no lo hago
es por retención.


Por su parte, Unidos,
hermoso apellido del amigo Estados,
no sólo le pegaría fuego a las quemaduras,
más aún las oxigenaría de indemnizaciones
hasta borrarle los terceros grados
y contagiarles la ignición.


De hecho, España es una mujer como digo
muy guapa y muy quemada,
untada con el agua oxigenada
que Unidos le prestó.


Y así, felices, los hombres y mujeres tostadas
formaron la organización de las naciones untadas
para quitarle leña a las hogueras provocadas
por los gnomos.


Y yo lo que quiero es el somnífero
que les duerme las camas,
lo que quiero es el dentista
de la impecable sonrisa,
el fotógrafo de la perfecta fotografía
donde todo es unión,
es decir, excomunión,
es decir, mentira.


Igual, un día, de tanto quemar
se desintegre al fin la barbacoa
y nos miremos el carbón.


No por gusto,
la unidad de quemados
tiene el doble de módulos
de detección.

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