viernes, 2 de julio de 2010

Somos atentado

Yo he visto en tus ojos de niña los sentidos superficiales de mis muertes diminutas. Yo he visto en tus ojos mi infancia recorrida varias veces según el sentido que dicta el tobogán y he sido atentado por ello.

Somos atentado cuando a la tarde decides caminar como si el suelo fuera una nube.
Somos atentado cuando a la tarde recoges hormigas y las hormigas son el perihelio.


Yo he visto en el zaguán que hay en tu ojo tres maceteros donde ha crecido chiquito el nogal. Yo he visto en tus ojos un andamio lleno de cantimploras donde no bebía nadie. Nadie bebía en tu ojo, nadie.


Tiene mérito subir a la pestaña por el camino que marca la escalera de tu ojo. Tiene mérito decir buenas noches como si las noches fueran buenas, como si buenas fueran las noches; tiene mérito saltar la altura que separa la esfinge del suelo, tiene mérito.


Yo he cogido la lámpara para verte la pierna sin embargo; yo he cogido la lámpara para verte el dedo donde el piano ha gritado sol, yo he cogido el sol y lo he cambiado por tu dedo.


¡Piano, piano! Pi y ano son cosas irracionales, ¡irracionales!


El mechero ha venido a la hora acordada para incendiarlo todo y no ha podido con tu ojo pues ya ardía antes del viento. Ha venido el ascua y tuvo que huir a setenta y dos kilómetros por hora que son veinte metros por segundo y le dio igual lo veloz que era el ala.


Somos atentado cuando a la tarde estuvimos tan quietos que hubimos de explosionar.
Somos atentado cuando a la tarde rompiste el corazón de cien mil chiquillos.


Y qué alegría se les ve en la espalda cuando parten pues tienen la intención del bocadillo.


Las madres han gritado la merienda y el balcón ha dicho luego. Las madres han gritado la merienda y el balcón ha dicho voy.


Yo he visto en tus ojos a la orquesta comerse el instrumento, yo he visto una música en tus ojos que era un estómago hinchado de tambor. Y se ha ahorcado el percusionista tal y como previste. No tiene aire la batuta, no tiene aire.


Somos atentado cuando a la tarde la madera se ha frotado con la sidra.
Somos atentado cuando a la tarde se ha frotado la sidra con el frontón.


El viento está gitano y ha decidido exiliarse por tu ojo.


Los flamencos lloran el fucsia mientras tanto.
Mientras tanto el mundo ha metido su cabeza en el avestruz.


Luz toda, luz. En tu ojo hay un laberinto del que sólo ha salido el esqueleto.


¡Atentos todos, atentos! La muchacha nos ha mirado, ¡atentos!
Fue casualidad, fue casualidad su milagro. Y el poema es un fracaso. Un fracaso.


Habrá que escribir entonces el intento, ¡intento!


La belleza tiene flato.

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