Reniego de mí
esta
existencia
anaeróbica.
Saberse planicie
de todas las compulsiones
y divisar a los barcos
en las terrazas.
Este vacío planetario
agota
mi
perpetuidad.
Y sólo en mis sueños
beso
mis celestinas.
El dolor
es el acto
reflejo
de escribir.
Decidme
qué hay aquí
de terapéutico.
El poema
es
un
puñetazo.
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