IV
Tiene un máster en cardiología
y nada sabe de corazón.
Bajo la manga
siempre guarda
el as
de los infartos.
Domina la sangre neumática,
controla de las bombas los accesos,
nadie diría que todo late
menos él.
Y ahí lo tienes,
en las manos los taladros,
en las sienes los martillos,
en el pecho
cierto hueco
desertor.
En la cima de sus sueños
donde balan las chironas,
roba los cánceres, las cárceles.
La esposa es una muñeca
que llora de dolor.
El Frankenstein de todas las Shelleys,
el Drácula de todos los cuellos
planea, de los trozos,
hacerse un corazón.
Ser robótico,
hidráulico,
marcapasos
sin marca
ni pasos
ni marcador,
con la fiebre
del paciente,
el velcro del familiar,
el atraco de los troncos
del adiós.
Tiene un máster en melancolía
y cualquiera diría que es un
des
fi
bri
la
dor.
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