miércoles, 16 de diciembre de 2009

Aceituna

Contra todo pronóstico:
la aceituna,
el liguero del lienzo por suturas,
la herida del roce del carmín.

Contra todo pronóstico:
el abuelo,
la envoltura que suda los trigueros,
el alma despejada del botín.

Y ante toda macedonia:
la historia
con sus hombres rezumando los barbechos
y sus dientes apretando el carmesí.

El aceite del telón es un teatro
donde vienen a sudar las argollas,
y las mamblas son esteras, son miserias
donde se ocultan las dunas, las lunas.

Y contra todo pronóstico:
el abuelo, el sincero, él,
con su niñez de harina y de cortijo,
con su pobreza de andamiaje sin sartén.

El Jeromo de las mil telenovelas,
el acariciado de látigos, el bestia
de los vinos, el manso de borricos,
el sin velas, el sin ajos ni huevos ni bien.

El de la guerra de todas las ignorancias,
el inocentado a fuerza de almocafres,
el cafre de valentías, el callo de los cayos,
el lacayo del callista, el callado a puntapiés.

Contra todo pronóstico:
el capacho,
el mareo del rodeo de los barros,
el trillo del grillo del revés.

El del hijo minusválido, el de capitana mujer,
el que de corazón celebra los homenajes
a los encajes sin malajes y sin trajes
y dormido oye la hierba crecer.

Contra todo pronóstico:
la aceituna,
condecoración de ladrón de lagunas,
espalda del abuelo de Jaén.

Para mi abuelo, Sebastián Rosa Moya

No hay comentarios: