jueves, 8 de abril de 2010

Exposición de Alicia Roy en Hotel Lusso, Madrid

Cualquiera que conozca a Alicia Roy se habrá dado cuenta de que tiene, bajo el cristalino, una máquina de coser. De hecho, la pupila oscura tiene el impulso malagueño y cinético que sólo puede existir en la punta de una costura. Así que a nadie debe de extrañarle si, mirando sus cuadros, se ve repentinamente enhebrado y se nota la carne hecha hilos. El martes mismo, cuando la acompañé a colocar parte de su obra en el hotel Lusso, nada más entrar en uno de sus cuadros, de título One more beer, me vi de forma imprevista transformado por la sensación de haber sido apuntillado entre las bielas-manivelas de la realidad hecha jirones. Y es que Alicia fotografía primero lo que más tarde sabe que va a colocar tal y como lo vio segundos antes de descifrarlo mecánicamente y es en el ojo físico de sus elucubraciones donde existe la magia, pues cualquier realidad parcial que existe, digamos en un callejón cualquiera que no representa a Berlín, en una esquina desconocida de, digamos, Londres, quizá en un irreconocible rincón de Nueva York... de repente se distorsiona, ya sea digitalmente, ya sea con el uso de los pigmentos, para en un momento dado, ser taladrada milimétricamente con la máquina de su ojo, inevitable labor pues, como digo, bajo el cristalino hay una fábrica de telares.

Y el mismo hecho de coser, parecido a la sutura, simula, en manos de ella, esa relación que existe entre las cosas y en los límites de sus cuadros puede verse cicatrizar ya no sólo la herida callejera de un paisaje urbano sino aún más, ese extraño vínculo que parece existir entre todo.


Cualquiera que conozca a Alicia Roy, como vengo diciendo, más allá de la rebelión de soldados que tiene pegados al párpado, habrá disfrutado sin vacilación del afilador que enrosca su rueca cerca del iris. Por mucho que hayas planchado tu camisa, la artista seguramente perciba las arrugas del alambre que deberían practicarte sus rayados. Y es que, aunque su máquina de coser atrapa la realidad, descontenta de la curación, las manos inciden con su cuchilla en las inmediaciones de la fotografía cambiando herida por sutura hasta dejar tan intacta la metamorfosis que lo que se ve ya no es lo que era sino otra cosa; con las mismas intersecciones, pero en otro sitio; y con las mismas distancias, pero en otro lugar.


Pintura móvil donde se ostenta lo mecanizado y la realidad es un cúmulo de ventanales.


Alicia Roy, la costurera que cose las roturas que ella misma ha provocado a su ojo fotográfico; la que apuñala los arreglos de un día atrás, la que a veces escribe a machete y llama a las cosas por su nombre en el idioma en que las contempló.


Alicia Roy, hasta el 30 de Junio en
Hotel Lusso ****
C/ Infantas, 29
Metro Banco de España
Madrid


Más información, aquí.

1 comentario:

Ali dijo...

:) Wow! Mil gracias!!!!