Y el mismo hecho de coser, parecido a la sutura, simula, en manos de ella, esa relación que existe entre las cosas y en los límites de sus cuadros puede verse cicatrizar ya no sólo la herida callejera de un paisaje urbano sino aún más, ese extraño vínculo que parece existir entre todo.
Cualquiera que conozca a Alicia Roy, como vengo diciendo, más allá de la rebelión de soldados que tiene pegados al párpado, habrá disfrutado sin vacilación del afilador que enrosca su rueca cerca del iris. Por mucho que hayas planchado tu camisa, la artista seguramente perciba las arrugas del alambre que deberían practicarte sus rayados. Y es que, aunque su máquina de coser atrapa la realidad, descontenta de la curación, las manos inciden con su cuchilla en las inmediaciones de la fotografía cambiando herida por sutura hasta dejar tan intacta la metamorfosis que lo que se ve ya no es lo que era sino otra cosa; con las mismas intersecciones, pero en otro sitio; y con las mismas distancias, pero en otro lugar.
Pintura móvil donde se ostenta lo mecanizado y la realidad es un cúmulo de ventanales.
Alicia Roy, la costurera que cose las roturas que ella misma ha provocado a su ojo fotográfico; la que apuñala los arreglos de un día atrás, la que a veces escribe a machete y llama a las cosas por su nombre en el idioma en que las contempló.
Alicia Roy, hasta el 30 de Junio en
Hotel Lusso ****
C/ Infantas, 29
Metro Banco de España
Madrid
Más información, aquí.
1 comentario:
:) Wow! Mil gracias!!!!
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