lunes, 12 de abril de 2010

Ninorrabioso II

No hay prenda más elegante que la camiseta neorrabiosa. Sobretodo cuando te levantas el domingo lleno de agujetas por todo el cuerpo y es que ser el peor defensa elíptico de la historia cansa. Sin embargo, una vez te duchas y sacas del bolso la camiseta que la generosidad batánica te regaló el día anterior y te la pones, eso ya es otra cosa. Me sienta de lujo y encima no tengo más que subirme el contraste un poco a la vez que la luminosidad para parecer guapo o para simular una estrella del rock, en palabras del propio poeta vasco que pide que repatríen las patrias. Que lo hagan, sí, que lo hagan de una vez.

Me gustaría escribir una crónica sobre el partido, pero no lo voy a hacer. Baste decir que me lo pasé estupendamente, como siempre, que la otra vez creo que nos lo tomamos todos más a cachondeo y no hubo tanta discusión (lo que tiene la falta de arbitraje). Muchas cosas sucedieron tal cual: los elípticos dimos pena por la falta de apoyo animador, en nuestro banquillo había unos cuantos grillos ahorcándose directamente, mientras que los obvios contaron con el apoyo femenino (que brilló por su ausencia en el campo de juego) y mantuvieron intacta su táctica de fusilamiento; nosotros jugamos mejor, muchos contrarios lo reconocieron, pero perdimos, maldita sea, otra vez.


Poéticamente esto no sirve para mucho, sí para saludar e intercambiar unas cuantas palabras con grandes artistas que respiran cerca de ti. A mí me ha servido principalmente para empezar desde ese memorable sábado a plantearme practicar más deporte, perder bastantes kilos y no dar tanta pena como la última vez. Lo voy a hacer, ya lo veréis, quiero una L en la que salga Argi, la quiero y me va a entrar, no pararé hasta conseguirlo (la última vez que me entró un complejo parecido perdí veinte kilos en un verano).

Me olvido de decir que lo mejor de ese día fue un momento cuando ya habíamos terminado y, al pasar al lado de los baños, salía Iratxe muy mosqueada porque se había quedado encerrada en el baño y estaba llamando a Batania, que no escuchó la llamada porque recogía conmigo las botellas que los poetas dejaron por los suelos. Digo que fue el mejor momento, porque mosqueada como salía la chica, se quitó las gafas de sol y justo atravesaba una zona en penumbra para darle el sol en toda su cara enfadada. Nunca había visto un milagro azul tan intenso en unos ojos y ahora me explico que los guarde con tanto cuidado bajo sus gafas de sol. Verónica me avisó de que me apartara porque podía ser muy violento. Me hizo gracia y bajé sonriente hasta el coche que me llevó con mis primos a comer por ahí. Pocas veces se ven bombas de relojería de tal precisión.

Me repetí por enésima vez: somos atentado.


Luego añadí: me gusta la neorrabia blanca.


Ahora me voy al parque a sudar.

4 comentarios:

Neorrabioso dijo...

¿Somos atentado? Qué bueno eso.

Abrazos.

Giovanni-Collazos dijo...

Las ganas y el empeño valen mucho, Nino. Y tu vales, tío. Yo también debo hacer más deporte, desde que tengo novia, ya no juego al fútbol y no sé por qué.

Abrazos!

Gio.

Nares Montero dijo...

Te juro que tengo cargo de conciencia! Por animar sólo a los obvios, por la mala guasa de mi crónica y porque en el fondo me dan un poquito de envidia esas agujetas!
Que chungo es sentirse mala!

Y en realidad no dais tanta pena... por si sirve de algo decirlo (pero en si alguien pregunta lo negaré siempre!).

Besitos guapo!
XD

N

Nino dijo...

Batania: Somos atentado, de un poema mío que tú mismo recomendaste allá por aquellos tiempos cuando recomendabas las cosas de los demás y que echo de menos.

Gio: Gracias por el ánimo. Me gusta ver por aquí a los dos que más discutieron durante el gran partido. Tendré mucha fuerza de voluntad, la próxima vez igual toco el balón más de dos veces :)

Nares: Tampoco tenía tanta mala guasa tu crónica, lo que pasa es que como vas de dura y eso... es lo que tiene, que luego nos arrepentimos, pero oye... que tú eres así y quien te conoce se lo pasa genial. Ya sé que no dimos tanta pena, bueno, yo sí, pero vamos que fue un placer escucharte gritar, realmente, sí. Y me habría apuntado a las cañas pero tenía un compromiso, eso sí que se nos da bien.

A los tres, gracias por pasar por aquí. Un abrazo.