No te acerques, porque tu beso se prolonga como el
choque imposible de las estrellas
juncos de verde sangre que ahora nace
donde la tristeza sacude su melena de vidrio
Ni los peces innumerables que pueblan otros cielos
son más que las lentísimas aguas de una pupila remota
como ondas sobrepasándose hasta derribarse en el seno
espejo hacia el cenit que repugna las luces
Tu corazón tomando la forma de una nube ligera
pasa sobre unos ojos azules
Ámame como el vestido de seda
a su quietud oscura de noche
un mar como dos labios sobre la arena
por qué esa niña que muere entre dos venas ríos
no se va hacia la mar como todos los buques
Quiero saber si un puente es hierro o es anhelo
esa dificultad de unir dos carnes íntimas
ese beso cuajado de sangre pura
labios largos casi tocan opuestos horizontes
como esa mirada humilde de una carne
que casi toda es párpado vencido
el murmurar de tu secreto en el oído que espera
qué llanto a veces escucho cuando eres sólo una lágrima
Duele la habitación como la caja del pecho,
donde palomas blancas como sangre
pasan bajo la piel sin pararse en los labios
a hundirse en las entrañas con sus alas cerradas
por qué ahora eres un agua,
esas orillas frescas donde unos pies desnudos se bañan con espuma
como un viento que lleva sólo un pájaro o mano
esos ojos por donde sólo boga el silencio
El brazo es largo como el futuro de un niño;
mas para qué crecer si el río canta
la tristeza de llegar a un agua más fuerte,
que no puede comprender lo que no es tiranía
Llegar como unos labios salobres que se llagan
ese brazo largo de cera fina y dulce
que se estira en el agua salada al deshacerse
nauseabundo pájaro de barro contagiable
Todo es sangre o amor o latido o existencia
Triste historia de un cuerpo que existe como existe un planeta
en ese oscuro hueco sin latido
del ciego y sordo y triste que en tierra duerme su opacidad sin lengua
la luna que pasa sin sonido
¡Luna, luna, sonido, metal duro o temblor:
ala, pavoroso plumaje que rozas un oído
que musitas la dura cerrazón de los cielos,
mientras mientes un agua que parece la sangre!
Su tristeza como frente nimbada,
hunde
Tu tristeza, minutos antes de morirte,
sólo comparable con la lentitud de una rosa cuando acaba,
esa sed con espinas que suplica a lo que no puede,
gesto de un cuello, dulce carne que tiembla
sólo quiero tu muerte cotidiana
Matarte a ti, pie inmenso, yeso escupido
Canto el cielo feliz, el azul que despunta,
canto la dicha de amar dulces criaturas,
de amar a lo que nace bajos las piedras limpias,
agua, flor, hoja, sed, lámina, río o viento,
amorosa presencia de un día que sé existe
se empeñaba siempre en enseñarme cómo deben ser los muslos por los labios
Todo está bien. Pero está mejor ser de verdad
paloma núbil que aletea en la frente
noche y el día no son lo negro o lo blanco,
sino la boca misma que duerme entre las rocas
el polvo que llueve sobre la tierra mísera
un duro acero que nos refleja siempre
encendida una lengua de nieve
surte por una boca
como el contacto de los amantes cuando la luna los ignora
Un columpio de sangre emancipada
resbalando en los hombros como leche
cuando el alba desnuda avanza un muslo
la luna convertida en papel
siente que el viento la riza sonriendo
La luna es ausencia
Tu corazón gemelo como un pájaro en tierra,
como esa bola huida que ha plegado las alas,
como dos labios solos que ayer se sonreían...
Relojes como pulsos
en los árboles quietos son pájaros cuyas gargantas cuelgan
chirriante como navaja fresca que deshace a una virgen
esa espuma ligera que son siempre los dientes
cuando van a decirse las palabras oscuras
descendiendo a unos brazos que un diminuto mundo
oscuro crean
perros de lana flotan quietos
por pantanos de seda acariciada
tus ojos que no giran porque no tienen lágrimas,
tu corazón constante como una nuez vencida
como lo verde nuevo que crece entre la carne
irresponsable belleza que a sí misma se ignora
esa verde hiedra que en los muslos
finge la lengua vegetal casi viva
amarlos con las garras estrujando su muerte
Esa dicha creciente que consiste en extender los brazos
como un remoto rumor de dientes jóvenes
en el secreto tuétano del hueso de los tigres
la muerte es esa contracción de la cintura
que siente que la abarca una secreta mano
La muerte es el vestido
Una mano del tamaño del odio
el amor era el chocar de los rayos crujientes
sobre los cuerpos humanos derribados por tierra
como la gaviota que en medio de la noche
tiene un color de sangre sobre el mar que no existe
como la dura piedra que los besos encienden
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