viernes, 20 de febrero de 2015

Fragmentos de POESÍAS Y CARTAS del Conde de Lautréamont

No existen dos clases de poesía; sólo existe una.

Hay entre el autor y el lector una convención poco tácita, en virtud de la cual el primero se titula enfermo y acepta como enfermero al segundo. ¡Es el poeta quien consuela a la humanidad! Los papeles se han invertido arbitrariamente.

No dejaré Memorias.

La poesía no es la tempestad, ni tampoco el ciclón. Es un río majestuoso y fértil.

¡No hagáis como esos exploradores sin pudor, magníficos a sus propios ojos, de melancolía, que encuentran cosas desconocidas en su espíritu y en su cuerpo!

No halaguéis el culto de los adjetivos tales como indescriptible, inenarrable, rutilante, incomparable, colosal, que mienten sin vergüenza a los sustantivos que desfiguran: la lubricidad los persigue.

Nos transmitáis a quienes os leen más que la experiencia que se desprende del dolor y ya no es el dolor mismo. No lloréis en público.

Las verdades inmutables y necesarias que hacen la gloria de las naciones y que la duda se esfuerza en vano por quebrantar, han comenzado en tiempo muy antiguo. Son cosas que no deberían tocarse. Quienes desean crear la anarquía en literatura, con el pretexto de lo nuevo, caen en el contrasentido. No se osa atacar a Dios; se ataca la inmortalidad del alma. Pero también la inmortalidad del alma es vieja como las bases del mundo. Si debe ser reemplazada, ¿qué otra creencia la reemplazará? No podrá ser siempre una negación.

Si sois desdichados, no debéis decírselo al lector. Guardáoslo para vosotros.

La poesía personal ha cumplido su tiempo de juglerías relativas y contorsiones contingentes. Retomemos el hilo indestructible de la poesía impersonal, bruscamente interrumpido desde el nacimiento del frustrado filósofo de Frena, desde el aborto del gran Voltaire.

La poesía es la geometría por excelencia.

La duda siempre estuvo en minoría. En este siglo, está en mayoría. Respiramos por los poros la violación del deber. Esto sólo se vio una vez; no se lo verá más.

No bastaría toda el agua del mar para lavar una mancha de sangre intelectual.

En la desdicha, los amigos aumentan.

Cada vez que leí a Shakespeare, me pareció que desmenuzaba el cerebro de un jaguar.

El amor por una mujer es incompatible con el amor por la humanidad.

El sueño es una recompensa para unos, un suplicio para otros. Para todos es una sanción.

No conozco obstáculo que supere las fuerzas del espíritu humano, salvo la verdad.

Es una prueba de amistad no advertir el aumento de la de nuestros amigos.

Los hombres que se han resuelto a detestar a sus semejantes ignoran que es preciso empezar por destruirse a sí mismo.

Una verdad trivial contiene más genialidad que las obras de Dickens, de Gustave Aymard, de Victor Hugo, de Laudelle. Con éstas, un niño que sobreviviese al universo no podría reconstruir el alma humana. Con aquélla, podría hacerlo. Parto de la base de que no descubrió, tarde o temprano, la definición del sofisma.

El plagio es necesario. El progreso lo implica.

Ocúltate, guerra.

Elohim está hecho a imagen del hombre.

La poesía debe ser hecha por todos. No por uno. ¡Pobre Hugo! ¡Pobre Racine! ¡Pobre Coppée! ¡Pobre Corneille! ¡Pobre Boileau! ¡Pobre Scarron! Tics, tics y tics.

Nacemos justos. Cada uno tiende a sí mismo. Es lo inverso del orden. Hay que tender hacia lo general. La tendencia hacia sí mismo lleva a todos los desórdenes, en la guerra, en la economía.

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