Son días, me convenzo,
en que el primer esputo es fuego
y mi madre no tiene la culpa del dragón.
Y no me baño por no secar el mar
y no me extraño por no sacarme el mal
y maldigo a los niños con raquetas.
Si me hablan me invento la resaca
y me monto en el oído baterías,
y si me sonríen te juro que atropello
a las rocas con las piedras de mi nombre.
Que no hay mosca que no estorbe
ni risa sin forma de kalashnikov.
Luego te pienso:
traqueotomía precisa del dragón
y me calmo en el hedor
de tu mazmorra.
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