que hermosamente recriminas
tienes escrito en Algerian
tamaño cuarenta y dos
todos los sís que me prohíbes,
¿qué manía con asesinar plantas
para luego hacerlas centros,
qué fijación para el pistilo
si siempre es no y te congregas
a la negación de lo evidente?
Con lo hermoso que era
ese campo de flores,
¿a qué tests sometes
a la primavera?
Si yo digo sí a los castaños
y si me quieres o no me quieres
sigo haciendo el picnic
sobre el asfalto
sin desplumar por ello
a las gaviotas
ni contarle
los dientes
al león.
Por eso te regalo
este ramo te tréboles
recopilados sin suerte
sin que nada
atormente
tus decisiones.
Yo marcho al mar,
que no hay en los islotes
margaritas
y las olas siempre asienten
por muchas escamas
que le cuentes
a los peces.
Lo suyo sería,
amor mío,
que siempre
perdiéramos
la cuenta.
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