lunes, 16 de diciembre de 2013

Musa


Reúne Isel
la perfecta morfología
de la musa
en su hilvanado saco
de sorpresas.

Me dice:
nada más quiero para
reyes
y entiendo yo:
reyes quiero para
entonces;
me dice:
dormir a tu lado
es la mejor experiencia
y entiendo:
un día dormiremos
bajo intermitencias
infinitas y, en los bordes
de la noche,
cantaremos a ritmo de pájaro
y volaremos en forma de pez;
seremos pecado
sin duda.

Todas las mañanas asume la miseria
desde la risa; me dice:
a primera hora ducharé a un gallego
e imagino yo su pelo
haciéndole balsa al petróleo;
luego levantaré de la cama
a una mujer con nidos en la cabeza
y entiendo una bandada de pájaros
escribiendo su nombre
en el capuz
del cielo;
después charlaré con un matrimonio
que siempre se queja
de tanto olvido,
y, claro, la imagino sentada,
la espalda recta, asintiendo
a todas las batallas
mientras cuenta
los kilómetros hasta Honduras,
percibe
su deseo de jungla exacerbada,
anota
alguna anécdota para después
contarme
y surgen así
azarosamente
mis poemas.

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