Isel:
tú haces que yo esparza
la desnutrida garganta del viento
sobre el aquelarre
donde danzan
mis demonios.
El cuello de heroína,
el ojo barbitúrico,
el labio, metilfenidato,
el brazo, buprenorfina,
la nariz, el hachís,
me revientan,
me exacerban
a los campos de acelga
y espinaca.
Isel:
tú has dicho que me quieres
dos coma cinco miligramos
y yo sé que en uranio
iluminaríamos Las Vegas,
las islas griegas
y Tegucigalpa.
Las manos de espoleta,
el verbo hexotonal,
el beso,
trinitroclorobenceno,
la boca, nitrocelulosa,
la ceja, pólvora negra,
la mecha, el corazón,
nitroalmidón
son poco comparados
con la cocaína,
con la metadona
con el levísimo
aroma
de tu cuerpo:
trinitroaftaleno,
anatómica
demolición.
Isel:
tú has filtrado el largo listado
de mis ilusas divagaciones
y has puesto en marcha
el reloj
de la hora exacta
de mi suerte.
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